RÁFAGA DIURNA

"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única".

Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

LAS COSAS QUE NUNCA TE DIJE

"En un beso, sabrás todo lo que he callado".

Pablo Neruda (1904-1973) Poeta chileno.


Se me escurría la vida y tenía que hacerlo. Sí, como cuando dejabas secar los segundos apelmazados sobre el hálito tragado, callado por no rozarme. Cuando no queda más remedio que gritarse a uno mismo lo terrible de envejecer en parsimonia, con el latido comedido, con el secreto crepitante... Tal es mi vencimiento mujer, justo ahí te necesito como antes, terminal en los labios.

¿Sabes? Hiciste llorar a mi poema pero él sigue mirándote en la nada, buscándote con los ojos anclados a otro tiempo, al camino desandado; borracho de recuerdos como se desquicia el pez frente al vidrio curvo. Y te observo cauteloso desde dentro, enfermizo como siempre, con la madurez que sólo prestan los proyectos vencidos que nunca comenzamos.

Caduco me raspé tu apego de antaño, lo limé hasta espantarme la cobardía, pero sigues aquí, a pesar de mil amores. A pesar de los glaciares habitados, de los bolsillos remendados... Aquí y no logro sacarte de mis días ni al batir de siete mares. Por eso me desprendo, por eso te acorralo.

Necesito rebosarme de la vida, desmedirnos la mesura hasta colgarnos de la luna. Sin reservas ni rodeos, sin certeza de un mañana en que volver a naufragarnos. Por eso para ser, seré sin más si tú me dejas... Por eso me suicido en esta boca que hoy te besa.

SIN RASTRO DE NOSOTROS

"El amor nunca tiene razones, y la falta de amor tampoco. Todo son milagros".

Eugene O'Neill (1888-1953) Dramaturgo estadounidense.



Si no se trata de serlo, no son las ganas creeme... Tan sólo es la ciudad, se nos quedó pequeña sin culpables y desde entonces las tardes dejaron de sernos únicas, liquidamos los colores sin saberlo y el beso se hizo frágil, tan tenue que se nos murió en los labios. Sin apenas percibirlo, cambiamos lo suficiente para despoblarnos del otro reina, volvimos a ser mortales de nuevo, como cuando aún eras tú, sólo tú, sin rastro de nosotros.

No es cuestión de pies ni gatos, ya sabes de éste corazón, tenaz como las flores. Es que no hay razones de más, perecimos de abandono ¿Acaso no lo viste? Después de tanto ser, de tanto habernos coexistido en el pasado, de pronto advertimos esa noche cómo tanto amor era sólo lo que pasaba mientras moríamos.

Y tuve ganas de gritarlo a quebrantar el aire niña, de romperme en los adentros cada hueco de tu ausencia ¿Sabes? Olvidé decir te quiero y se me hizo impar la danza, como a ti limarme el miedo, no hay más. Fuiste ese todo, la voz que me hizo íntegro, pero no me culpes de un quizá, de un mañana; de aquel pudo y no fue. Nos fuimos sin más prescindiendo de la luna, dejándonos todo eso en la quietud de una solidez fingida.

Como dos sombras chinescas diluyéndose en el mar nos abandonamos querida y le perdimos al hechizo ese pedacito del otro; buscándome en las nubes, llorándole a los gorriones.

FUIMOS NOSOTROS

"Cada hora hiere, la última acaba con nosotros".

Théophile Gautier (1811-1872) Poeta, crítico y novelista francés.




Fuimos nosotros princesa y el ancho mar se abanicó de olas...

Detente por favor, sostenme la herida de lo que se me escapa aquí adentro. Necesito bramarlo sin que sane, desde el velero que audaz me ha ido surcando las pupilas toda una vida hasta llegar a ti. ¿Es que acaso no lo ves? Pusiste sin saberlo piel a este burdo cuerpo, insensatez a lo adecuado, a lo meramente correcto... Como ese estúpido dictamen de lo casto, fuimos la desazón del comedido.

Sujétame el latido porque creo que planeo conquistarte desde aquí, desde esta maldita orilla de los vencidos ¿Sabes? Necesito ocuparte la sonrisa, vencerte por las malas hasta anudarnos los sentidos. Preciso seducirte sin el pánico a perderte, persuadirte... Engatusarte de algún modo, pero eres tan bella que abatiste mi piropo.

Vamos a encelar la luna bajo el deflagrante vuelo moribundo de una estrella fugaz, vamos a mudarle al planeta los naufragios, a bebernos sin por qué esta razón última... Querida, invadirte las palabras con este revuelo de besos crepitantes, con este murmullo de sueños que se me posan al futuro debe ser lo más cercano a adorarte... Por eso necesito advertirte la urgencia de este pobre proceder. Juro que jamás quise quererte, pero te vi caminar y tus pasos desandaron mi camino, allá donde murió el reparo de mi boca; justo en la franqueza de amarte a toda costa.

Por eso me derramo en este apremio a vida o muerte, por eso le alcé de puntillas el corazón al poema que hoy te mece.

DONDE HABITA EL OLVIDO

"Un comienzo no desaparece nunca, ni siquiera con un final".
Harry Mulisch. Escritor holandés


Como se iban olvidando, así se recordaban. Después del todo de una vida, así se abandonaban; a pedacitos de sí.

Con el áspero desuso de unos labios desnombrados, poblados por el otro en el silencio de la luna... Así se acobardaban cautelosas las miradas, cediendo al desamparo de aferrarse a la derrota. Paulatinos, desvividos por el vuelo cabizbajo de un latido ya prescrito caminaban desmembrados hacia nada, marchando entre sí sin alejarse demasiado.

Con el oficio de desatenderse por bálsamo avanzaban sin traslado, habitándose el olvido a arañazos con el mimo podrido del otro. Queriendo no quererse recordaban a menudo, demasiado, con el cielo en las costillas y un adiós en la almohada. Y transitando sin recorrido fueron cayendo en la renuncia, con los ojos desgastados de abandono, residiendo en la partida como si aún les fuera el amor al rescate.

Curtidos en la batalla, despoblaron sus idiomas para amarse de por vida en los adentros, donde a nadie más importa su querer. Sin dictámenes ni juicios, en el grito que por callado evidencia un amor eterno.

BATIR DE ALAS

"Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes".

Jorge Bucay. Escritor y psicoterapeuta argentino.


Con un ojo abierto y el otro soñando. Sólo a contiendas se escribe el minuto adyacente, ese año venidero... El mañana no es sino este hoy colateral.

Nadando en la arrogancia de planearte modales, fui trajeándote el envite sin corbata. Y me escupías los días, las horas en que vivir y un matasellos tintado en carmín. Tú que dejaste impasible trepar mi globo a la panza del cielo, acechaste de soslayo vil el galope a mi infancia, bajo el humo de cartas y estos labios resecos de besos.

Yo te vi deshumanizarme la niñez aquel día en que el patio se me hizo de golpe pequeño y, cobarde en mi brusco crecer, renuncié de por vida al rincón de mi talla a carboncillo en la pared, abandonado hasta encallecerme de celos la mullida ternura. Y caminando fue camino aquel recodo de amapolas, ese en que guardo bien atada mi vida conmigo, antes de haber huido sin mi aquella mañana. Allá en el ancho mar de la memoria, donde flota la sospecha de un mañana ya pasado, ondean los propósitos caducos entre astillas desmembradas. Cada cálculo equívoco, cada pase de frenada, todo y nada en las alturas de un segundo más aún por descontar.

Toda cima de un presagio, todo esbozo intencionado aun por proyectar sigue nadando en tu reposo destino; a mí no me puedes engañar. Yo fui hasta ser, y desde entonces... Todo es quizás.

LOS PÁJAROS DEL SUEÑO


"El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza".

André Maurois (1885-1967) Novelista y ensayista francés.




La vida no muestra, la vida alecciona y algún día regresaré.

Volveré acabado, despacio y desmañado, inútil ante el fin certero del todo categórico. Volveré con el miedo henchido bajo párpados rugosos, en cuanto perciba el espanto de las flores; esa fuga de vida divisable sólo frente al colmillo del ocaso, la misma que degustaré en vísperas de mudar de cielo... de mi fin cualquiera.

Vacío de preceptos marcharé en mis fotos, paseando con el gesto contraído y el empeño avejentado. Zarparé ante el desalojo de vida, entre proyectos calcinados y objetivos desnutridos... para tornar a mí. Y regresaré como siempre supe que pasaría, indolente ante mi raída suficiencia. Lo haré sin miramientos esa tarde cualquiera de ingenio estriado, la que ha de venir, con el ceño fruncido en la cara del mundo. Lo haré en las fauces del camino andado, devorándome afligido en la ceguera de la noche.

Volveré a este día en que me advierto la juventud ante el reloj, que me reprendo en calma este existir pausado. Regresaré despoblado de sueños al exacto hoy en que desplomo mi vida siendo sin más. Volveré y lo haré borracho, tan ebrio de recuerdos que de melancolía enferme mi nostalgia.

Vendré a enjaular las nubes, con este latido acartonado de los años que ya nacen, que se vierten mientras nada.

AMORES DE PECERA

"Entre un hombre y una mujer la amistad es tan sólo una pasarela que conduce al amor".

Jules Renard (1864-1910) Escritor y dramaturgo francés.


Ellos se huían, partían hacia nada, pacientes besaban a otro quien.

A ratos se olvidaban en un parque besando aquel absurdo vicio de omitirse, de asfaltarse las pupilas por el miedo a una estampida de amor, al contagio en la epidemia de precisarse amados a cada instante. Caminaban de otra mano, urgidos por la complacencia que otorga un corazón en pausa; ese latido anestesiado que de saber a poco, al menos sabía saber.

Y se miraban en la distancia, apenas de un modo reflejo, instintivo hacia adentro desde el dolor de la cama dolida. Se buscaban en la coartada, en el oficio de mentirse un poco más sin deberse una disculpa, mas corrían próximos a agarrarse a la luna blanca, esa que una noche compartieron desde un callejón marinero, apenas de soslayo sobre sus bocas remordidas en un crimen perfecto, compartido entre furtivos del engaño de engañarse.

Ellos se huían, caminando como lame y huye de la orilla el mar. En la fuga de días muertos que abrazaban sus abrazos, emigrando siempre al pacto de quererse como amigos que se aman en la cobardía del silencio. Ellos rehuían, se zafaban de calzarse la evidencia, desertándose a si mismos como amores de pecera.

INTROSPECTIVA PANORÁMICA

"Observa, escucha, calla. Juzga poco, pregunta mucho".

Arturo Graf (1848-1913) Escritor y poeta italiano.


Por aquello del más vale tarde, recapitulo un nuevo alto en el sendero para dar las merecidas gracias a todo aquel que cariñosamente pensó en mi persona para concederle un premio, asi como a quienes me otorgan el placer de fondear en sus pupilas de la mano de nadie.

Con esta última (que no espero tal) concesión, se me adjunta esta pequeña encuesta que paso a cumplimentar del modo más directo posible. Gracias por tenerme en ese rinconcito tan nuestro...

1.- ¿Te llevas bien con tu suegra? Aún mejor si cabe con su cocina.
2.- ¿Cuál es tu reto? Afortunado de mi, creo creer que tengo varios, aunque sin duda malvivir de por vida haciendo lo que me gusta se lleva la palma.
3.- ¿Qué le dirías a tu jefe si te tocara la lotería? Procuraría no insultarle porque roza la locura el injuriarse a uno mismo.
4.- ¿Qué harías si descubrieras que alguien te está mintiendo? Todo es relativo. Una buena gran parte del arte del bien hablar consiste en saber mentir con gracia.
5.- Si se quema la casa y sólo puedes salvar una cosa. Mi pobre guitarra.
6.- Entras en un sitio con mucha gente, ¿qué haces? Me juego el cuello a que conozco a alguien.
7.- ¿Ves el vaso medio lleno o medio vacío? Cambia con el viento.
8.- Te encuentras con una lámpara mágica ¿qué tres deseos pides? Salud.
9.- ¿Qué te llevó a escribir un blog? La bendita testarudez de un amigo.
10.- Si fueses un dinosaurio, ¿cómo te llamarías? Piecito, porque me recuerda a unos dibujos que veía mi hermano de chico.
11.- ¿Querrías cambiar algo de tu pasado? La víspera de mi cumpleaños.
12.- ¿Cual es tu sueño? Ser feliz con poca cosa. Lo estoy logrando.
13.- ¿Qué es lo más vergonzoso que has hecho? Como empiece no acabo...
14.- ¿Con qué "1º vez" de tu vida te quedas y por qué? La primera vez que subí a un escenario.
15.- ¿Te acostarías con alguien por una apuesta? Habría que barajar las opciones...
16.- ¿Aceptarías una proposición indecente? Mi vida se construye a base de ellas.
17.- Si hicieran un peli de tu vida, ¿cómo se llamaría? Apretando los dientes.
18.- ¿Cuál es tu mayor defecto y cuál es tu mayor virtud? Mi defecto más irremediable es el temperamento, mi virtud quizá la extraversión.
19.- ¿Alguna vez has estado de pie bajo la lluvia, con los ojos cerrados, simplemente, o has pasado un tiempo mirando a la Luna, o las olas, o la puesta de sol? Siempre que puedo. Enriquece.
20.- Si pudieras tener cualquier superpoder, ¿cúal sería? Viajar en el tiempo.
21.- Crees que el destino está escrito, o que cada persona escribe el suyo. No creo que haya una predeterminación en nuestras vidas, aunque a menudo, trato de engañarme obligándome a creerlo una vez más. Es una especie de religión para minorías que en ciertos casos ayuda a sobrellevar la ausencia.
22.- ¿Si te pudieras cambiar por alguna persona, por quién sería? Todo el mundo tiene sus problemas, no merece la pena. Volvería a vivir la mía.
23.- ¿Cuál es tu día perfecto? Uno entre amigos.
24.- ¿Que personaje (músico, poeta, escultor) admiras por encima de todo y por qué? Aquí no hay lugar para el titubeo. Tengo toda una vida para hacerle ver al mundo cuanto se perdió con la marcha de mi padre. Es sin ninguna duda el más grande que he conocido.
25.- ¿Crees en la vida después de la muerte? No, pero sí en esa energía que nos da la condición de seres y algunos se empeñan en vendernos como dios. Creo en la genética que, de algún modo, nos hace inmortales entrelazando ramas.

RIMARTE LOS PASOS

"La felicidad es la certeza de no sentirse perdido".

Jorge Bucay. Escritor y psicoterapeuta argentino.



Feliz. Yo no vine a besarte, yo vine a hacerte feliz.

Necesitaba un lienzo en blanco, sangrar de vida entre las venas, rescatarle a la ilusión inquieta una habitación de hotel. Yo no vine a tirar de suicidio, a mentirte bonito ni vendarle a tus alas cadenas. No le traje a tus manos certezas, ni labios al parque, ni un príncipe al trono. Yo vine a hacerte dichosa como el poeta a la luna, sin esperar la esperanza, a pecho abierto al cariño.

No quise latidos de alcoba, ni abrazos con pinzas, ni el delgado perfume de un ingenuo quizás. ¿Sabes? Pasaba por aquí y me estalló el mañana incipiente en tu boca, nací por fin al universo, no hay más. Sin previo aviso, con la dicha restallándome los dientes en un par de pestañeos, embrujado de cometas, primaveras y balcones. Pasaba por mis días grises y huyeron por siempre jamás aquella noche. Yo quisiera acertar a alcanzarte una estrella, a danzarte en las alas de las golondrinas... Pero apenas alcé otro castillo de arena comprendí que no hay suerte tal como decirnos te quiero.

Yo no vine a este maldito mundo a existir bajo el cielo, a vivir para ser, a morirme a la muerte. Yo nací para rimarte los pasos niña, yo... Yo sólo vine a hacerte feliz.

MAR ADENTRO

"El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados".

Jean Paul (1763-1825) Escritor y humorista alemán.


Por ser, será mi vida no más que cien caminos y un destino... Aquel bello escombro que lustré paciente hasta proclamarlo recuerdo.

Por ser será cristal de bohemia adecentado para mostrarle siempre su mejor vestido a la memoria; dulcificado pese al embiste de pasadas controversias, decoloradas sabiamente por la vida hasta diluirlas en el pozo del olvido, ese del que huimos a voces, resignados en el fondo a enfermarlo a gotas.

A menudo la veleta de la añoranza enfila al sur mi pueblo, virándome un presente firme mar adentro, lejos de ofertas, gobiernos ni murallas. Dobla bajo un aguacero sepia clavado en mi iris, devolviéndome aquel aroma a salitre de brisa sobre callejuelas empedradas. Y soy dichoso en su veneno de infancias perdidas, aprovechadas hasta el abandono de tizas; allá en mi destierro de azúcar y balón. Y bajo a besar cada beso besado, a incendiarme en faldas de verano, y te hallo pausado. Y brindo otra vez con amigos en desuso, y me siento una vez más a contemplar mi barrio, y te atino tan tú que me llueven los ojos.

Y suena un villancico en el salón, y una comparsa ensaya en el garaje verde, y tu voz se hace tal, cierta como un antaño en que el futuro aun no olía siquiera a polvora, que me rompo por dentro. Y me duelen tus ojos en la nieve de este hoy, como perdí las llaves del cielo, como callo cien veces al día este ratito de vacío absoluto. Y te encuentro papá, eres de nuevo. Eres, y yo... yo no hago más que ser, y me derrota serlo.

VOCES DE TINTA

"Lo peor es cuando has terminado un capítulo y la máquina de escribir no aplaude".

Orson Welles (1915-1985) Director de cine estadounidense



Me desangro en palabras y el mundo gira. Se suceden carambolas tras mi ley gramatical, vocablos centelleantes enclaustrados entre comas, voces de tinta anudadas al papel, ávidas de unos ojos límpidos que las sepan beber a sorbos, que las quieran querer por bellas, por francas... Y el mundo sigue girando.

Se despeñan mis cestillos de esparto cargados de letras, colina abajo, huérfanos de todo, rebosantes de mañana. Se despeñan presurosos al rescate de mi tierna infancia, de un amor podrido, de la noche y su elegancia. Precipitadas hacia olvidos que las amurallen, hacia la bendita imprudencia del poeta valiente, hacia bocas que las eternicen en corazones inmortales; ahí van mis palabras. Rojos lacitos pulcros al lenguaje reposado que vomita ésta mano mía, solemne y pecadora a sus principios, colosalmente triste cuando escupe penas.

Se derrama el lapicero y me bebo las lunas escarbándome la sílaba anhelada, rascándome poemas aquí adentro; hurgándome al acecho del verbo preciso, la entrada concisa, la expresión absoluta. Me desangro en palabras pero el mundo gira. Y gira porque oscila de la vida a la muerte, en los renglones torcidos de dios; mientras yo me vierto en aromas de otoño, en tribus de asfalto, en abandonadas miradas de anciano que en silencio callan cuanto algún día gritaré.

LA CARICIA DEL VIENTO

"Cuando tu mayor debilidad es el amor, eres la persona más fuerte del mundo"
Garman Wold

Subiste a mi vida. Subiste sin hacer ruido, borrando abriles, pintando sueños...

Subiste y regresó la tarta, y lloraron las cartas que murieron al fin. Trepaste y nos huyó el invierno a manos de este cuento, con este aroma nuevo a cielo recién pintado.

Trepaste a mi ventana y cada instante fue un suceso, un evento cada beso, cada día una canción. Y retornó la danza a mi planeta, mi boca hacia tu silueta desbocada de pasión. Y fui camino hacia tus pasos, y tu tristeza este regazo donde buscaste naufragar para decirle al mundo que seremos grandes mecidos bajo los portales que nos quieran acunar.

Llegaste con tu risa de chiquilla, arrasándome la vida de cenizas por la borda. Llegaste y perfilaste al mundo con la caricia del viento, como si fueses una más, fusilando tu grandeza. Y me miraste en la sonrisa, bajo el cielo de tus párpados, enjuagando las tinieblas que mordieron mis mañanas. Y le diste sin querer, sin capricho ni porqué, zapatitos nuevos a mis horas.

Y un destino a mi presencia, otra piel a mi recuerdo y una vela a mi cordura. Y una luna a mi ventana, otra ley a mi palabra... Y universo a mi vacío.

LUCIÉRNAGAS

"El amor es la poesía de los sentidos".
Honoré de Balzac (1799-1850) Escritor francés.


Bastaba mancharnos las manos de barrio, de esa cal insípida que albergaban las paredes desconchadas camino de tu casa, infladas sobre la vertical como si trataran de respirar el aire vetado en una mano de pintura.

Bastaba subir a la luna por la callejuela empinada de siempre, sin sabernos las caras, gobernados por aquella dictadura de flores del viejo valle colindante... Bendita sea la vida.

Éramos dos, tantos que no cabían más cinturas en nuestra danza, apenas el vuelo de los mirlos sobre tu paraguas. Éramos dos y el columpio de tu voz olía a primavera, la juventud estaba recién servida para morderla hasta doler. Sobraba con huir de la niebla, abandonarnos cosidos los cuerpos al vivo crepitar de aquella hoguera en que incendiamos la niñez. Era tan simple... Tan fácil correr como sencillo llorar por nada.

Y nos leíamos a dedo la espalda en la efeméride de nuestro primer beso, esa indescifrable cuerda locura de atarnos porque sí, a ciegas con el corazón henchido. Y vimos morir de infancia nuestra escuela sin rozarle los escombros, y en el silencio de tu trenza descalcé toda vergüenza. Y en la laguna de años flotamos corazón hasta que el abandono del olvido más seco lamió esta orilla, como tenue se disipa la estela de un cometa.

Y ahora... ¿Sabes? Ahora se me amontonan los besos a la entrada de la casa, justo en este hueco enmarcado que separa entrada de salida. Y necesito encontrarte antes de que esta vejez se agote, sólo de nuevo, para cerrar al fin mi vida. No busques lugar, todos los paisajes siempre fueron nuestros, atrapados tras estas áridas pupilas, en el desierto de una vida entera a ciegas. Necesito no verte una vez más, para poder mirarnos como antes.

LA SOMBRA DE LA MUSA


"Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía".

Gabriel García Márquez. Escritor colombiano.



La lloré, luego existí. Y no será necesario callarlo por más tiempo, ya la vida sola se ocupó de volverla un erizo moral, de rechazar a espinazos cuanto quise saber de ella, cuanto hice por amarla.

Así, justo como nunca pasaría, como se abandona un perro al morir la navidad, por la indolente puerta de atrás marchó. Así, como muda en un descuido el niño a hombre en unas manos de mujer, sin hacer apenas ruido. Justo de aquel modo, sin disputas ni contiendas, sin tiempo para esas dudas que jamás nos asaltaron, soñándole un futuro inmutable a este cementerio de besos; así me fui desangrando en su atroz desliz. Sin una riña en que abrigar el refugio de mis noches, sin un resquicio en que atisbar el precipicio, llorando ingenuo mi perplejidad, desnudo ante la quiebra de mis días... Así se fue, con todas mis cartas y flores, con la ropa que siempre nos sobraba. Se alejó desidiando el drama, con el hueco de mi cama en su costado, extraviando los andenes desandados. Sin huellas ni testigos de cargo zarpó, perfecta en la ejecución del derrumbe interno.

Y marchó para quedarse entre mis tripas cobijada en otro torso, con la apatía mordiéndole el recuerdo. Cansada de estas manos usuales, de este amor habitual que le recitaba al oído el pálpito de adorarla cada segundo de toda una vida. Protocolaria en sinrazones partió, con las pupilas lejanas camino de otros ojos y un corazón inhóspito a los míos. Y yo, vacío de mi, viví por siempre desalojado de la vida tras la sombra de la musa.

LA ELEGANCIA DEL VIENTO

"Yo voy a ti como va sorbido al mar ese río".

Ramón de Campoamor (1817-1901) Poeta español.




Déjame ser tu capitán niña del aire, deja que te acune cuando el hastío te venza.

Déjame entregarte la vida entera a cambio de nada, cubrirte de promesas la sonrisa de chiquilla mientras jugamos a querernos como rauda cruza esa alondra el cielo sin advertir el milagro que encierra su vuelo. Déjate encallar sin miedos a esta orilla mía de abismos y zaguanes donde todo es realizable, donde arriar los imposibles periodiza cada día y arden mis venas latiéndote la ausencia, palpitándote el reencuentro en una nana que adormezca cada espera; toda eterna despedida con la astucia del diablo.

Tómame tuyo, como me doy. Sin asomo de artificio ni disfraz a mis vergüenzas. Asume a ojos llenos que eras tú, concibe que nos aguardamos desde la primavera del mundo a la espera del cruce de senderos, al acecho de prendarnos por certeza. Quiéreme sin recatos, devórate el decoro y vuélame libre alzada sobre aves de paso, de pico de oro... Esas que sólo revolotean; no surcan de la mano.

Deja que te repte la cintura cosida la carne al empeño de amarnos, con la elegancia del viento rozando las olas de piel en tu nuca. Déjame mostrarte lo bello de huir en caricias mirándonos adentro, como si el alma expirase al cesar la batalla... Como si nada luego fuera a ser ya cierto. Parte conmigo a la luna y despójate del gris uniforme de la igualdad, de la equivalencia diaria y los exactos congéneres en fila encaminados a materiales propósitos altivos. Átame a tu vida, líbrame del mundo por siempre jamás.

LA MIRADA DEL ADIÓS

"El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada".

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) Poeta español.


Creía tanto en ella que apenas se miró a sí mismo cuando disolvió la nube de azúcar de aquel modo tan ingrato, desleal y pérfido. Todo acaeció de un modo tan ágil y presto que bien iba a suceder pasó de largo sin un culpable señalable, dejando un par de heridos graves tras la parpadeo sostenido desde el fondo de la calle.

Sin avisos de derribo ni advertencias de abandono, sin apercibimiento posible que justificase su causa, inocente del delito de prendarse sin juicio como arrebata impasible la muerte a la vida... Así arrasaba de un plumazo las tardes de paseo a su memoria el choque de planetas que estallaron en aquel par de miradas entre terceros, en aquel segundo que detonaba cualquier presente establecido hasta ese instante. Destripado, él ya no se importaba y vio morir el amor a corazón abierto en plena calle. No necesitó un parpadeo de repulsa, ni un adiós a borbotones perfumado de lamentos; ni siquiera cayó frágil una lágrima de ocasión porque él la estaba viendo llorar por dentro. Necesitaba rescatarla del hoy, devolverla al pasado en que aún era suya... Pero por entonces ella ya había cambiado para siempre.

Era su mano ya gemela de la diestra, su alma ese bolero que siempre temió bailar, y su boca otro pañuelo de estación a la espera de un adiós tan próximo como sangrante fue la espera... Y no quería ella patear su corazoncito, pero volaba a otro ras sin más culpa que haberse enamorado. Y lo quería tanto que temblaba sólo con pensarlo, pero ya estaba todo perdido, mudado hacia otros versos. Se le había encabritado el corazón en aquella mirada y estaba perdida. Él había arrojado su vida al pecho de una desconocida y se precipitó por siempre al vacío de aquellas pupilas escarpadas.

LA DANZA DEL TRAPECIO

"Tendremos el destino que no hayamos merecido".
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.



La tristeza hay que sacarla a punterazos por la ventana, a ramos de flores restallantes de amor, a buenos momentos rescatados del pozo de la memoria.

El desconsuelo es la ceguera transitoria del hombre ante la ancha vereda que pensó un día caminar. Un modo de ahogarse en la puntualidad de la propia existencia, un zarpazo que lejos de hundirnos vino a recordarnos las reglas del juego; la amnesia que en nuestra rutina de días calcados nos hace olvidar el concepto caótico y salvaje de la existencia misma.

La vida no entiende de ancianos y niños ante su hora. Las escuelas nos mienten con su norte, no enseñan a llorar amantes, dormir en bosques, transigir una pérdida... No muestran el sudor del pan, el carbón por navidad, el pecado ni la cruz del marinero. Orquestar un mañana, planear siquiera el ahora venidero no es más que hacer reservas con la nada. Los dados de Dios le aseguran apenas media luna a la noche, y nosotros empeñados en llamar desdicha a la arrogancia de creernos sabios.

Levántate, vomita lamentos. El destino te besa con rosas y te parte los dientes... ¿No es acaso maravilloso estar vivo?

REINA

"No es el tiempo lo que se os da, sino el instante. Con un instante dado, a nosotros nos corresponde hacer el tiempo".

Georges Poulet (1902-1991) Escritor belga


Y sanando la espera le volaron los siglos, con el simple y mero apego a una misma como señero apero de vida; como único consuelo ante la certeza de haberle perdido en un segundo para siempre.

Y lanzó a las nubes su roído papel de eterna revolucionaria, aquel rol de juventud para el que una parecía siempre tan predestinada a servir, para acabar devorando amaneceres en aquel marchito butacón. Y miró a la luna aguardando una respuesta, pero la ciudad dormía plácida ante su abismal tragedia y no pudo más que llorar su suerte. Y tuvo apenas tiempo de ser cuanto supo ser; de parir a quien la escribe y cambiar de sábana sin mudar de cama... Pero para entonces ya daba todo demasiado igual.

No contaría ya jamás con nadie, menos consigo misma, si bien trataría de encubrirlo por el bien común. Todo tendría ya por siempre el mismo color amargo del abandono, el mismo olor en su pupila quebrada. Y el mundo seguiría ahí, como ayer, como mañana. Y tuvo escaso el momento de robarse otro engaño complaciente a cambio de nada la mañana que lo vió partir sin retorno.

Y aguardando la llegada, descolgada de una nube, olvidó para siempre el deber de vivir. Y las horas le fueron menguando la sonrisa hasta dolerse, con todo en las manos, pero un único rastro alargado flotándole en cada espera venidera, en cada mancha de soledad pendiente con su futuro sin mañana.

BIENAVENTURADOS

"Un beso legal nunca vale tanto como un beso robado".

Guy de Maupassant (1850-1893) Escritor francés.



Sabrás que nací en ti, tras los renglones torcidos de la memoria. Apenas en las mentiras que antaño te azotaron, en cada suicidio de corazones, poco a poco, sin saberlo, naceré en ti.

Y seré, que por presente soy, para llegar creciéndote adentro, como dos bienaventurados en busca de nada, con el universo entero navegando inconsciente la piel del otro. Y seré tan pobre como para procurarte la cura precisa que zanje tu ayer; desbaratándole la paz al proceder de tus días sin que logres adivinarme siquiera la huella, apenas mi canto en tu oído.

Y ahí, dentro, donde tus horas pierdan mi tiempo, lento y callado, mi azotante huracán que a su paso no vacila, pasará de puntillas para colarse mecido en tus ojos la mañana en que me quieras sin saberlo, como el ladrón de besos que en mi nombre trepará tu balcón. Así te poblaré en silencio de jazmín el arriate, como sólo los pícaros saltamos la verja, sin remedio para la evasiva ni recurso justificable ante Dios. Así te mudaré de planeta, con la sutileza del truhán que te engalane las aceras, con la pluma entintada derramando otro poema sobre el mar de tus caderas.

Y no sabrás aún llorarme querida cuando contemples que antes de mí nunca hubo nada, porque también seré yo quien raudo te prenda reluciente del placer otro deseo, del destino esta mano y del amor... Del amor, mi vida entera.

VENGO


"La primera tarea del poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar".

Gastón Bachelard (1884-1962) Filósofo francés.





Llego con hambruna de poemas que fui aullándole a la estepa, con el llanto desalado de un marino deshauciado, con la clave que descifra la sonrisa de un chiquillo. Llego para sanarte el veneno de la prisa, para morderte otro botón que te incendie la camisa.

Vengo con jarabe de besos y una luna soñolienta. Vengo de antaño, de aquellos versos, de estas palabras. Regreso como vuelven tardías la barquillas a la fuga de los días, acallando las esquirlas desolladas, desplomadas en la orilla... Escupidas hacia adentro.

Vuelvo porque expiro bajo calma, porque incendia aquí adentro el desatino de morirse poco a poco, sin una queja... Sin condena que imputarse a uno mismo. Vuelvo desde aquel que nunca fui, desde éste que ahora soy, avistando el que seré. Y vuelvo, vuelvo para lucirle el azul al cielo, para cerrarle la boca al necio... Para zurcir de pétalos la herida que nadie supo curarte.

DORMIR CONTIGO

"El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien, sino en el deseo de dormir junto a alguien".
Milan Kundera. Novelista y ensayista checo.



Miro y callo. Ensimismado en el deleite que nos cede la proximidad al roce, suspendido en el aliento que emana de tu piel, tersa cual fina pluma de alondra.

Miro y silencio los dedos. Silencio el ardor de estos dientes hambrientos de curvas, abocados al dispendio de lenguas bruscas, sedientas de cuerpo y saliva. Y lo hago al disimulo de mi mismo, eludiendo la sugestión de tu hechizo de hembra carnal, parida de los dioses para fascinar al aire; a cada viento que te roce mientras dormitas la lascivia que nos une. Miro y tiemblo ante tu espalda, sorteando cada traba que ofuscaba mi presente para terminar feliz en ti, con los ojos dilatados para abarcar apenas los confines de esta bendita ventura.

Miro, miro el acabado de tus piernas y dichoso sonrío a la luna. Tú imperceptible respiras, sabedora en sueños del cautivo proceder de este latido que desborda los siete mares a tu paso y le vuelca los cielos manchados de azabache a un mero susurro de tu boca. Sonrío, duermes y con el corazón henchido degusto la belleza refinada de una flor en el océano de tus párpados, como paladea la penumbra tu tez infantil de gata linda hasta vestirla de luz al alba, perfecta a los ojos de la vida.

Contemplarte amor... Contemplarte en la noche es besar la fortuna de saberse único.

ROMPEOLAS

"Algunas cosas del pasado desaparecieron pero otras abren una brecha al futuro y son las que quiero rescatar".
Mario Benedetti (1920-2009) Escritor y poeta uruguayo.



Era tu rostro, a pesar de que todo se nos haya escapado hace tiempo. Sí, era tu rostro juvenil, lozano ante un futuro que se nos antojaba demasiado distante, desmesuradamente remoto como para acabar vistiendo de vetustas costumbres al fin, ya ves, a éste lacerante presente nuestro. Hoy te imagino gris, feliz con quien te haya sabido querer, pero gris y mayor, apenas con los carrillos aún sonrojados por el frío de los días que te volaron de la vida.

Sí, era esa estampa de playa contigo; las toallas rebozadas las que me han hecho ser así, fiel amante del pasado, taciturno ante las lunas que me vieron florecer. No sé que fue de ti, apenas sí me importas acaso hoy por hacerlo tanto entonces, pero danzas aquí adentro sin saberlo, ninguno de ambos, cada vez que cruzo la brisa en soledad. A años luz de los amigos desviados en la cuneta, casados ya con Dios y el arca del banquero... Danzas entre el frescor de la orilla y el beso salado, justo donde resbalaban mis muñecas al alzarte en el agua borrachas de bronceador. Me enredas sin quererlo por ser la primera lluvia, el silencio en la partida y el puñal en el costado. Me cabrioleas la asunción de querer hacerme hombre en la estúpida diadema que perdiste, ridícula y trivial, pero la conservo como un idiota advenedizo de pretéritos logros.

Sí, era tu pelo revuelto en los dedos del aire el que me deja hoy tan descalzo al pensarte, el que me anuda el vértigo al alma por asomarme al balcón de mi infancia, esa en la que siempre todos sonreíamos y era un verano perenne el que nos tostaba. Eran aquellos labios de aprendiz los que hoy se derrumban en una bolsa de palomitas, los que evocarán de por vida toda vida vivida; remiendos para un ayer que disfraza sus carencias mostrándose ante mis madurantes ojos tan inconmensurablemente radiante como doliente en su letanía de perfumes añejos.

Hoy... Hoy vi sólo arena en la arena que antaño hollaron tus pisadas.

ÁBREME EL PECHO Y REGISTRA

"La ausencia disminuye las pequeñas pasiones y aumenta las grandes, lo mismo que el viento apaga las velas y aviva las hogueras".
François de la Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.


Exhausto se preguntaba, cuestionándole la desmesura en la entrega a su reseco corazón, cómo hacer para no ser ya nadie en particular.

Un nadie vacuo de miras, apenas la nada envuelta en su maltrecho pellejo; esencia volátil desvinculada del apego de contemplar siquiera futuras bocas de canela que también terminarían escupiendo el maldito te quiero de siempre. Hasta esa orilla del entendimiento interior tuvo que jugarse el encalle cuando la vio marchante a lomos del tacón, gimoteante entre naranjos, quejumbrosa en su condición de asesina de sueños; pero caminante. Como una mera diletante de aventuras de pareja, la carencia de ese compromiso propio por girar el rostro le mordió por siempre las lindezas al amor, y a ella, la inocencia por privarlo de mirarle una vez más y consolarle a pañoladas un quemazón que lo asolara de por vida. Él no la juzgaba, como los artistas que creen en dos ideas contrapuestas a la vez. Él sólo sabía quererla en la masacre... Y seguía caminando, en la estampida de recuerdos opresores que anegaban cada huella de su huida hacia el olvido, de su trono en la memoria.

Y ya nunca cuadraría el giro del mundo en su paraje sin rastro. Todos vivimos un tiempo y morimos siempre antes de lo planeado; todos somos enfermos terminales y la única incógnita a despejar es la velocidad con que morimos... Pero él acababa de hacerlo en un invierno de pestañas, en aquella mano huérfana de dedos. Y con ella, sin saberlo, marcharían también las palomas disecadas para, en estrépito, alzar al vuelo la vida.

PRESAGIO

"En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca".
Jacinto Benavente (1866-1954) Dramaturgo español



- Ahora que los charcos no rezuman melancolía, que el otoño se marchó sin dejar rastro y todo huele a nuevo. Ahora que por fin te quiero como se debe querer pasados los preámbulos, necesitaba advertirte mi vida.

- Vaya, hoy no esperaré al embrujo del poema escrito, parece que solito revuela hacia mi oído... Cuéntame cariño.

- No, no se trata de eso, verás. Habrá algún día niña, porque siempre lo hay, al menos en mi vida, en que las conjeturas se tornarán irrevocable presente. Quiero decir, habrá un día en el que notarás que todo de pronto deja de girar. Que la calle enmudece al igual que tu vida y, en un acto reflejo, involuntario a tus desquiciadas ansias de pararlo, te alejarás de mí.

- Pero... ¿Me puedes explicar por qué demonios me sueltas ahora esta sarta de estupideces? ¿Es que acaso te he dado yo algún...?

- No, no, no... Te alejarás de mí. Sí, reina, lo harás... Por favor, escúchame. Necesito decírtelo ahora que nuestro mundo fluye en calma, porque va a llegar, por más que apriete tu mano a mi pecho, aunque le juremos nuestro amor eterno al protocolario sacerdote y luego te bese como tanto te gusta, desgastándote la soledad a punta de piropo... Llegará. Y es en ese día, cuando todo se nos rompa, en ese preciso instante en el que todo mi universo interior quede desahuciado a proyectos opacos; obligado a cesar su inconsciente e insaciable sed de amarte a todas horas; cuando sin darte siquiera cuenta te habrás marchado, y con ello, habrás desalojado del mecánico proceder de nuestros días el anzuelo que nos hizo ser. Y eso... Eso... Sería tan triste callarlo amor cuando nos barra como ignorar lo vivido.

- Pero no puedo creer...

- No, amor. Abrázame ahora. Aprovecha y bésame como lo has hecho hasta este preciso instante en que te aviso. Pero cuando todo se te quiebre ahí adentro, cuando te lata sólo por seguir viva y me mires como al resto de los hombres... Sí, cuando estalle la luna y tu paso ya no quiera aminorar el mío, recuerda este presagio. Porque nadie en este mundo podrá jamás quererte tanto como yo.

CONIL

"He sido un niño pequeño que, jugando en la playa, encontraba de tarde en tarde un guijarro más fino o una concha más bonita de lo normal. El océano de la verdad se extendía, inexplorado, delante de mi".
Isaac Newton (1642-1727) Matemático y físico británico.


De vida corta, casa baja y renglón torcido. Así hube de amar tanto por ser grande la vida y dejarme deambularlo cuesta abajo, junto a cubos de lejía arrojados sin escrúpulos por batas rosas con rulos, absorto en la apabullante cotidianidad de un vociferio vecinal suspendido en las ventanas, cuando el pueblo era pueblo, mío; tan nostalgicamente nuestro que aun no había una sola bandera clavada en el paraíso.

Así hube de cursar mi sino para templar su arrojo, como aquello que un día fuimos, pandilleros propiedad de las aceras, defraudando corazones sin consuelo. Con la sílaba "zetada" de mi nación de pescadores, los que faenaron en altamar cuando Dios dormitaba en calma.

Nación de patio tupido en flor y aroma a fresca sardina, con resaca de besos en una cicatriz de acantilado y mil olas relamiendo mi castillito de arena. Nación bendita que pocos conocimos, de añeja arena fértil preñada de coquinas, de tez morena y plazuela encalada rebosante de chiquillos, bañada por las tascas rezumantes de tertulia y prosa de alcantarilla. Así hube de quererte vieja tierra apuñalada por el Sol, y a tu gente en su cultura de levantes y ponientes por su esencia verbenera, aquella que me encabritó las venas cual truhán de alma salada. Callejero de las coplas bajo un manto de pinares, así fui y así seré por el poso de la luna en mi memoria; con el cielo que destiñe en mis adentros cuando el faro se ilumina.

Así hube de adorar al viento que nos hizo libres, a golpe de ojos límpidos pintados de gaviotas, desmenuzando zanjas en una hijuela con sabor a vinagrillas hasta avistarle el deceso a la infancia en un revuelo de faldas.

LA ACUARELA DEL MAR

"El recuerdo es el perfume del alma".
George Sand (1804-1876) Escritora francesa.


El oficio de olvidarte en cualquier rincón de mi presente apenas sí me reporta un flirteo con la imprudencia de evocarte de cerca, mucho más cerca, justo donde aún aprieto los párpados y logro percibir tu ardua respiración.

Como coquetea esta fragilidad vestida de arrojo con el desvarío de no volver a verte, así se deslizan mis días, con la misma infinitud abismal que logran acotar apenas proyectadas estas raquíticas palabras uncidas a mi vientre. Yo, yo vine a robarte la soledad a lomos de un triste corcel y el mundo menguó de pena. Yo sólo quería ver discurrir el tiempo como cualquiera, sin sospecharme las canas, pertrechado para la edad con la flor de una zagala y el pecho a punto de asesinato. Yo sólo pedía la lluvia en Enero, un Sol lamiéndonos la arena, el fruto de tu tiempo brindando con mi copa... Pero naufragamos y arribé a las noches tapiadas a golpe de calendario, huyendo del contínuo pretérito ocre que me sacude los sueños.

Como aciaga se desangra la tierra en un campo de amapolas, así diluye esta cordura la voz de tu recuerdo, enjugando para siempre nuestra foto en la acuarela del mar.

CELOS DE TU BOCA

"Para el escritor hay una cuestión de honor intelectual en no escribir nada susceptible de prueba, sin poseer antes ésta".
José Ortega y Gasset (1883-1955) Filósofo y ensayista español.


Traigo en la garganta un verso herido por el tiempo, a ratos huidizo a la sombra de la vieja parra, en ocasiones vivaz cual agua de cántaro enjugando un rostro de vespertina muchacha linda. Y me masculla al oído sus ansias por ser parido, su deseo de rimar al pálpito de alas en el corazón amigo, y me muestra plomiza la noche sin letras que perfilen la hermosura de una estrella. Y me grita canciones que debiera pulir, y me escupe verdades que debiera esquivar por no herir más esta preciosa y resquebrajada fragilidad.

Tengo el verso ancorado al olvido, al acecho del tránsito, sujeto al mero fluir de la vida y no puedo más que enjaularlo hasta venideras nuevas. Tengo ese verso que destripa la mesura de los charcos, que desata tempestades en el alma cual sangrante torso de ciprés donde tallar tu nombre. Lo llevo macerando en el envés de las pupilas desde que te vio mi vida, allá en la madriguera de mi conciencia más concisa y abstracta. Allá en los confines de una suerte desigual, donde tengo la pericia que traerán los años restallándome hoy la boca, con la receptividad del asombro absorto en un perfil de mujer dormida.

Tengo el verso en vena cabalgándome los días, encabritado entre escombros por guardarlo atado en corto. Traigo ese verso que cimbra los cimientos del cielo, el que hizo llorar a la luna bajo un manto de candela. Lo traigo entre los dedos, delirante por su esencia pura, con la fuerza de los mares en mil letras por escupir. Pero tú, sólo tú, hiciste hoy feliz de nuevo al aire sólo con esa sonrisa. Y yo, yo tengo celos de tu boca.

OCÉANOS DE SALIVA

"El sexo sólo es sucio si se hace bien".
Woody Allen (Actor, director y escritor estadounidense)


Yacían ocultos tus labios mientras la Luna menguaba en su blusa de ceniza. Dormían tus ojos de miel espesa durante el lento amanecer del infierno en mi boca y se incendiaba el aire al disfrazársenos de horizonte el Sol.

Resbalaba un amor casto anestesiado hacia el olvido, allá donde nada pudiese oír ya su honesto grito; donde sólo supiésemos darnos al hambre absoluta como dos ebrias panteras. Y rodó lento, gradual y sabedor de su segura derrota ante el aplastante peso de la lujuria. Allá, a orillas de los siete mares del pecado, refilaban mis dedos hacia el contorno pulido de tu nuca y altivos se enmarañaban parsimoniosos bajo tu pelo, con la dilación de quien aparta el robusto ramaje de una senda vírgen por surcar. Y se abrazaban traviesos al perfil canela escarpiado que te dibujaba en cada poro aquel suspiro de garganta reposada, de niña tierna que en su fingida sorpresa tratara de ocultarme sus ansias por prender la mecha entre dos cuerpos a un paso de batirse en duelo.

La carne fue veneno, a tientas cegó el mundo. Y aquel roce se despeñó a tu espalda presagiando un vicio abierto, con la danza perversa del deseo mordiéndonos los dientes, bajo huracanes de Pandora y un feroz galope a la deriva. Y nos dañamos gozosos con el pudor de las bestias que no saben de camas, y te hice nube mojada para lloverme en las noches vacías, aciagas sin ti. Y me di a la conjura de escupirte el alma por una dentellada más de ombligo, y las manos se me desnudaron de piel para mostrarse alas bajo tu ropa. Y tu ropa murió de pena sobre el delirio de la cordura y todo cuerdo fue demente ante la curva de tu cintura; cintura que supo a almíbar cuando robamos su gloria al cielo y en océanos de saliva naufragamos corazón.

AMOR DE ABUELA

"Mis viajes más bellos, los más dulces, los he hecho al calor del hogar. Con los pies en la ceniza caliente y los codos reposando en los brazos desgastados del sillón de mi abuela. No se trata tanto de viajar como de partir".
George Sand (1804-1876) Escritora francesa.




Es ese el que quiero, el tuyo que perdona a los canallas. Un amor de sopa de cebolla, arroz con leche y retrato en blanco y negro. El de la humilde palangana y la merienda a voces por la ventana, con la ilusión mordiendo primitivas y la ternura trepándote la boca. Tú, la pasión que jamás tosió tabaco, la de la vírgen en cajita de madera circulado por el bloque, una semana por alcoba con Marina y Esperanza en su corona. La de los ojos de niña buena viendo crecer nietos en el pasillo, huecos de mal e ignorantes de pecado; con la guerra royéndonos las batallas de camilla y un bóxer llorón en busca de cerillas. Es ahí, en el inmenso cariño de tu beso resonante, donde mueren los billetes y se hace absurdo el progreso aciago de la humanidad, diluido en el universo de tus manos sabias, las que me forjaron hombre en tu escuela de la vida, madre.

Es ese el querer que añoro, el que velaba dichoso ese hijo hasta saberse mi padre. El del nacimiento en el salón, con su río de papel de plata lamiendo el puente a los camellos cargados de cromos. El del Cinzano en la alacena junto a botes de latón, con los paños que engalanan los cestillos de mimbre y el ganchillo recolgando del amable butacón. Ahí vivo por siempre, entre camisas de seda y lechuga para Federico. Aguardando el periódico de Margarita y el timbrazo de Manolo y su pan, que no acaba de mejorar de lo suyo. Con la lluvia de diez años en un balcón siempre abierto, y San Judas rodeado de velas cansado de esperarme. Con los bolsillos remendados del azote de la vida y tus carrillos enfundados en un rosa atardecer por San Juan, al acecho de ese novio policía que jamás llegué a conocer, esquivando al bribón de tu hermano en la pastelería para trocarte esa foto dedicada...

Es ese abrazo a fuego lento la mañana que marché arrojando mil años al bidé, hacia un cielo embravecido en el desvelo de tus noches y las mías. Es el apego a la pureza de vivir en un designio de limpiabotas con burros y carros, con un querer para toda la vida, lejos del humo y la prisa, agazapado en las sobras que nunca te sobraron.

SANTA LIMOSNA

"- Por cierto, tú cuando ayunas, así como hoy, por los pobres... ¿Ellos cómo lo notan?

- Por el cuerpo místico de Cristo.

- ... ya ¿Y no sería mejor que les dieras a los pobres lo que no te comes tú?

- Ese es otro apartado, por así decirlo. Eso es la santa limosna.

- ... ya. Esta mañana he pregonado lo que me has dicho. Eso de que Dios es uno y trino... Yo creo que no se ha enterado nadie de lo que quería decir.

- Es que para eso está la fe, padre.

- Me parece a mí que tenéis un cuajo..."

Amanece que no es poco

POBRE DE AQUEL

"En el rocío de las pequeñas cosas, el corazón encuentra su mañana y toma su frescura".
Khalil Gibran (1883-1931) Ensayista, novelista y poeta libanés.



Pobre de aquel que vio meras caricias donde hubo manos en velero.

Pobre del que camina con el vértigo a la muerte menguándole los días, en la cautela del venidero alud que nunca llega a acontecer. Infortunado proceder el suyo, por ahogarse en plena orilla con su cáscara de nuez. Pobre del próspero en su caduca opulencia por no saborear los charcos, ni tener alma de humilde barreño. La soberbia merca besos, pero nunca podrá costearse el latido de un corazón enamorado.

Benditas las pupilas frágiles por diluirse en la acuarela de un cielo amanecido, bebiendo su purpúrea gradación sin despeinar las trenzas de la luna. Pobre del rincón que guarda luto a nuestra ausencia, envenenado de nostalgia hasta enfermar a la propia añoranza. Triste solitario quien cierre balcones, anclado en dorados ayeres por tan ciego obviar la ventura del mañana. Ay de quien sueñe soñar; la felicidad huye a su perseguidor como la sombra a la noche... La fortuna es la veleta del destino, fuimos simples herederos de un mundo compartido hasta que hicimos nuestro su legado. Pobre del hombre, pobre del hombre.

Bendito el amor por acechar silente esta abisal ignorancia y demoler los cimientos de nuestra laberíntica presunción de eruditos. Por devolvernos de rodillas, la fe en una hoja de trébol.

GRACIAS

"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo".
Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.


A escasos días de cumplir esta Palabrafernalia su primer año de vida, un maremágnum de sensaciones está empapando las esquinas de mi habitación. Todo un soplo de vida, de aire fresco me ventila el balcón de la nostalgia. Hoy logro oír de nuevo el rumor de caracolas desde la inmensa llanura.

Gracias a todos por haberme prestado vuestros minutos, pedacitos de existencia que por siempre quedarán a fuego en cualquier recuerdo vivo que me venga a visitar. No daré nombres, sabeis quienes sois. Gracias por contemplar conmigo a las doncellas, por cuestionarnos la verdad de la fortuna e importunar al destino tumbados en el edén. Por advertir juntos el inabarcable infinito en el zaguero botón de una blusa y saltar conmigo al vacío de la nada, el de las agujas punzantes que arrincona a las estrellas, para mostrarnos el colosal azabache de la pena más honda.

Gracias por la anónima hermandad, por el calor de una letra parida del alma. Por reirnos de las canas para temerlas a la vuelta de la esquina, por las flores en canastos de mimbre apiladas en cada comentario. Gracias por mirar conmigo la luna sin temer a Dios, por hacerme crecer con el aliento de los que realmente sois poetas; por amar mis humildes melodías como si la elegancia del viento quisiera posarse cada noche en mi guitarra. Gracias a las musas por cubrir de rosas la escarcha del sendero, por la voz de la utopía que se hizo libro, por los sueños en sandalias que se mofan de profetas y predicadores. Por ser tan bella la vida en su cruel certeza.

Uno es justo a su manera, sabedor del milagro de estar vivo y obligado por tanto a transmitirlo. Por eso este tímido blog nació para ser, pero se enamoró de lo único importante, las benditas pequeñas cosas. Hoy, con más de 300 comensales a la mesa y casi 50000 pares de pupilas dilatadas bebiendo versos, necesitaba deciros con el corazón en la mano y el deseo juguetón de un chiquillo, que me habeis hecho feliz. Gracias a todos.

ESTELAS EN LA MAR

"Loco no es el que ha perdido la razón, sino el que lo ha perdido todo. Todo, menos la razón".
Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) Escritor británico.


Sí, soy yo. Yo soy el lunático que abandonó su calle una mañana de otoño, sí. El que vió llorar a las piedras de tiza del callejón y su llanto lo dejó maltrecho; el que no logra asesinarlas del recuerdo que galopa en cada beso. Ese soy yo, el chiquillo con chanclas que herido de infancia despidió a su padre orgulloso en la parada, sintiendo mortal el desgarro de nostalgia pateando su estómago al cruzar hacia la vida.

Sí, efectivamente, soy yo quien armado con flores se abandonó al desvarío del gozo por las toscas maneras, las insanas por naturaleza; esos pellizcos de la gente que fue acunando mis maneras en su regazo de encinas y veranos soñolientos hasta tornarme gigante la fortuna. Fortuna de sentirme afortunado, de creer y ver al hada y su varita. Soy yo quien te sobrevuela y hacia el vasto universo que rezuma la vida abandona su presente. El bohemio soñador que te abre las puertas del cielo en unas manos de abuela, el ave fénix con los ojos llenos de destino y un pajarillo pícaro cantor en la garganta. Ese soy yo. El gitano practicante de las cuerdas revoltosas, el canalla del piropo capicúa y el cariño endurecido. Soy quien sueña con barquitos de papel cuando los días comienzan a parecerse demasiado unos a otros, cuando el mundo se olvida de brillar en cascabeles de lucero y el marino sólo es otro marinero.

El alma se me inquieta ansiosa de batallas al descubrir las míseras expectativas que de codicia, pudren a los hombres que pisan esta tierra. Yo nunca quise anclas a puerto ni diluvios de rosas, sólo cobijo a mi día y cielo a la noche. No supe de plancha ni tedio, sólo de arruga y cantina. Y malvivo feliz en mi vida por ser mía, por ser toda, por ser vida que ha de devorarse. Lejos de humildes y cálidos orígenes de sal, con un puñado de versos que regalarle a la luna y el corazón henchido para todo el que lo quiera acompañar.

AHORA

"Estoy solo y no hay nadie en el espejo".
Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

¿Y qué hago yo ahora con la nieve? Con las manos huérfanas y ciegas deambulando por la casa... ¿Cómo le rehuyo a este vacío cavernoso que se me ha clavado en el iris? Contemplando cómo una vez más se suicida el entusiasmo al esperarla en todas partes.

Cómo besarte soledad si no encuentro compañía conmigo mismo, si la hilaridad murió entre rosas y nada queda ya del todo compartido ¿No ves que apenas recuerdo siquiera ser? No hay nada más hondo que barrer del hombre su fe de sueños, como arrancarle al techo del mundo su luna de siglos, las ansias de hallar culpables para este quebranto de pavesas apiladas en el corazón alado. El vicio de la tristeza me ha partido la calma y sólo albergo estas paredes repintadas de nostalgia, apenas sí adivino un desconchón de lucidez presente cuando alguien pronuncia su nombre. Salió de mí con el destierro de mis versos, con la llama de estos ojos en una cajita sucia.

Los hombres vienen solos a este mundo y solos lo acaban por abandonar, pero fui un ángel en sus alas hasta olvidar la condena que acabaría por cumplir. La lloré fusilando sin piedad las alondras en la almohada y yo... Que vi alejarse su estela como dócil se confina el perro a la alfombra del recibidor. Yo, que por tener que nacer tardé algo más en quererla, que me ofrecía tan poeta a sus noches de luna y candil, dejé por siempre de amar a la vida... Y apareciste tú.

PRINCESA DE LOS TIEMPOS

"Lo que sucede hoy acaeció otras veces. Lo que se dice, sigue diciéndose y se dirá más adelante; lo que ha de ser, ya fue un día".
Antonio Francesco Doni (1513-1574) Escritor italiano.


Aprovéchame, quizás mañana ya sea tarde y me haya ido para siempre, vida.

Mójate de mí, como la arena besó la infancia de quien osa pretenderte. Dame de beber ahora, justo ahora, un trago del viento como si del último predicador se tratase, ese que desata invisibles las pasiones de los hombres de uno a otro confín. Dame un sorbo de tu tiempo, esa inmemorial savia que te recorre las entrañas, la que torna este mundo más y más viejo mientras vuelven a llover niños que poco a poco también menguarán más y más viejos. Déjame ser duende de las llamas, el que azote las candelas pero evite su expansión al infinito; hechicero que cauto albergue el secreto ancestral de tu danza del fuego. Necesito sentirme fugaz cruce de miradas que en su milimétrica fijación haga temblar los cimientos del cielo.

Aprovéchame princesa de los tiempos, sin dioses que juzguen ni pecados que desaprovechar. El prado que hoy floreces será tan yermo mañana como baldío fue ayer su retoñal reverdecer. Nada amanece, nada envejece. Estos versos ya lamieron otros mil labios con solera antes de nacer en mí, pero en este preciso instante soy el grano señalado del vasto desierto. Porque oigo el llanto del mundo en un ramo de flores y me enamoro del soplo que es vivir, pero es imposible cantarte vida un solo acorde sonoro por inventar, pues toda sutil melodía fue ya una vez parida tiempo atrás. Todo en ti germina tan remotamente... En senderos que hoy asfaltados fueron pasto de carruajes o en añejos corazónes que antaño como yo sedujeron a esta misma luna. Pero soy yo ahora quien los late, quien te los regala, quien te los ofrece con el ímpetu de las raíces del desierto, con el alma carcomida por las ansias de desnudar del pasado esa esencia de perpetuidad que te engalana.

La existencia no es más que el motivo de ser feliz, búscame en la razón de enamorarte sin pretextos, en el peligro de perdurar hasta mañana sin morir en el intento. Cada poema ya estaba escrito en el aire y viaja de nube en nube resbalando hasta una boca que lo quiera cobijar de nuevo, es sólo eso, el poeta y su obligación de volver a serlo. Yo sólo me obligo a mimar la eternidad del sentimiento sin contar mis años de vida; sólo la vida de los años.

DESPUES DE TI

"El que se alimenta de deseos reprimidos finalmente se pudre".
William Blake (1757-1827) Poeta y pintor inglés.


Hoy te he visto y creo que ya no duele. No duele o al menos daña tu figura de un modo distinto, más pausado, como arañan las cartas desenterradas por descuido del cajón... Pero creo amor que ya no dueles.

Y quizá te quiera ahora más incluso que antes, por este querer recién nacido del cariño profesado, el que acuna tu bagaje a mi presente. Pero ya no mata la gloria de tu talle, apenas sí me seguirá encantando de por vida, como adoro la textura de un nube. Y decir esto es demasiado, una vaga certeza navegando un mar de dudas en su cáscara de nuez, pero al menos es algo y ese algo, demasiado más que nada. Un primer paso dubitativo, mentirosamente piadoso para conmigo mismo... Te vi doblar la esquina en un sueño cavernoso, hondo, anestésico y, con el alma en vena, me refugié en mi falsa seguridad para gritarte desde mi trinchera esta vacua afrenta al eterno vaivén de mi vida, ese en el que se funden los paseos de domingo con lirios de despedida.

Lo supe cuando en brazos de Morfeo rió tu boca de almíbar bajo el cielo de la luna, y la llaga tardó en doler más de la cuenta. Lo advertí en calma al ver posarse golondrinas a mi lado. Trinaban sobre cestillos de esparto y cipreses que han seguido creciendo en nuestra ausencia, sobre la ropa recién tendida. Rezumaban ese olor a ladera caminada, a plata de anillo y astillas en el corazón podrido de horas prorrogadas... Pero sus alas ya no eran nuestras. Lo adiviné en la caricia del aire, cuando te mesó el cabello y no te corrí esta vez impetuoso al rescate.

Cuando acurrucado entre nenúfares sorprendí al barquero cobrando a la niña bonita, apagué torpemente el cigarro y me perdí en estos versos, sosegado, vacío de prejuicios e indolente ante la negligencia de habernos dado al abandono.

OJOS PARA ELLA


"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única".
Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.




Sólo tengo ojos para ella, por eso arribó ya en Abril todo un verano a mi puerto, las flores a su estallido de color y su perfume a cada hora de ausencia envenenada, doliéndose mi entereza feliz de saberse un verso en llamas para su oído. Por eso ya nada es en vano, todo cuadra y se desprende de un por qué. Por fin la libertad apetecible del vínculo inherente, el que amarra el planeta a la luna para mecer juntos el vals del oleaje; tan intangible como plácido duerme ahora el cariño en la punta de mis dedos. Y los bares se desolan de soledades encontradas, y los peces ya no anhelan mudarse de pecera, y esta almohada ya no alberga más puntos suspensivos...

Yo también dulce le susurro nanas a una estrella. Por eso tuve que venir a ella, para sanar de amor. Para bordar nuevos pañuelos y limpiar de polvo el rincón de la rutina, hastiado de esa impersonalidad caduca, borracha de nubes de paso. Porque al fin sonríe en mí ese yo tan audaz; el que ahora me detiene sobrecogido a contemplar un ramo de petunias nacidas tras la escarcha. Porque me nacen de nuevo canciones en la cabeza y no he parado de soñarla desde el primer beso, yo sólo tengo ojos para ella. Y por eso lo escribo, y por eso lo canto. Y por eso la aguardo a todas horas en cualquier confín del universo, anhelando su mirada para verme crecer por dentro, como zagal de última fila en un cine de verano. Fresco en el batir de los mares por surcar, ufano ante el destino que tenga que llegar; el que ya no importa porque se ha desvanecido su poder de convicción.

Yo sólo tengo ojos para ella y su andar tierno de tacones ingenuos, por eso ya no remiendo los labios del amor venidero; en sus suaves manos juego a despistarlos. Y escribo a todas horas, y se me atraganta el sueño; y me desvivo por vivir como en la vida había vivido. Por eso sonrío tanto y me parece algo mejor la vida, y me descubro sin lograr mirarme olvidando su reflejo. Y vuelvo a perfilarme la barba, y me preocupo fascinado por el color de las cortinas, y el de tantas sábanas heridas... Una epidemia de besos anda barriendo los parques y yo, sólo tengo ojos para ella.

LA SOMBRA DEL AMANTE

"No existe nada más interesante que la conversación de dos amantes que permanecen callados".
Achile Tournier (1847-1906) Escritor francés


¿Y de qué nos valdría ser amantes reconocidos? Lo nuestro es mucho más que nacer o morir como hace el resto del mundo. Observa el fulgor de aquella estrella ¿Dirías que murió hace milenios? Pues sí, murió pero... ¿Qué más da, si aún nos ensancha el alma su resplandor?

¿Reconocidos? ¿Y por quién? ¿Y para quién...? Los amantes sólo son amantes de si mismos ¿Acaso el mundo tiene algo que objetarle a la infinidad del verbo amar? Verás. Yo no quiero un amor políticamente correcto, estipulado por pactos o acuerdos globales en base a lo que otros hayan convenido sentir en sus insulsos corazones ¿sabes? Sí, bueno... Espero no mostrarme demasiado torpe. Quiero decir, uno de esos etiquetado, acotado a que asienta complacido nuestro entorno al vernos pasear por primera vez de la mano. Niña, yo sólo puedo decirte que disfruté ensimismado con la gravedad de tu voz, ese aplomo ficticio delatado por tu compulsiva danza de cigarros; las pupilas que rehuían confrontarnos las miradas... Me enamoré de tu don, esa sabiduría inerme que te otorga el peso almidonado de los años que nunca alcanzaste a vivir, siquiera a cumplir vagamente. El arañazo de días gastados a la espera de todo, al cobijo de nada; con el miedo a la resta de días que inexorable y feroz galopa hacia ti.

Adoro creer en el valor de tus palabras al soltarse de tu boca por primera vez, como retoños recién arribados a este descorazonador mundo de competencias y sortilegios. Podría incluso llegar a quererte por tu condición de hechicera, por el hecho de olvidar tu cuerpo y no desear más que palabras con el mismo anhelo pasional que del sudor compartido se desprende.

Créeme, quisiera acunarlas en mí. De hecho ya lo hice al divisar tu primer paraje de ensueño, allí donde me invitaste a escapar de mi condición de mero peatón para tornarme prestidigitador de bellos versos; razonablemente dolientes... Pero el exotismo se me torna herida al volver a casa y encontrarla allí arropada, en silencio; con mis prendas recién colgadas y los sueños dormitando, alejados del sutil engaño que nuestros labios anhelarán por siempre consumar. Y no se le acerca siquiera a la pena este sentir que se me prende ahora a la garganta, lo confieso desnudo de halagos... Lo más grande de esta vida es mirarla feliz porque te siente enteramente suyo, plenamente imprescindible y necesario. Con su cepillo de dientes abrazado al mío y el defecto más bello mordiéndole la silueta. Al misterio de su boca de pétalos codiciando mi persona le sobra con ese yo que nadie más alcanzará nunca a querer.

TRES CORAZONES

"La intención de no engañar nunca, nos expone a ser engañados muchas veces".
François de la Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.


Tal vez incluso llegue a conocerme algún día ¿Imaginas? Ese día me desnudaría no sólo la coraza de cuero que ahora desvisto retraido ante ti, sino la afrenta de adivinarte unicamente en el reflejo del agua; ese en el que por fin me revelas mi cara más oculta. Hasta tan denigrante precipicio ha arribado tu velero de lágrimas negras, silencioso en su deslizar de aguas revueltas para atracar por fin pernicioso aquí, justo a la derecha de mi coherencia grata para envenenarme hasta los suspiros que del alma broten. Sin embargo, no podré esconderme toda una vida de mí porque la vereda lejos de ensanchar al galope de años, va ciñendo su recodo con aprecio a uno mismo, con carencias y virtudes al unísono, huyendo del matiz del voto ajeno.

No eres más, querido yo, que mi juguete roto, vacío e incoherente. El que malvive rebosante de miedo y me abandona de nuevo dejándome tan sucios los rincones del alma... Al amparo de nada, no hay mayor espanto que el saberse obligatoriamente vivo. Sólo das la cara ante el espejo, maldito lobo cobarde a la caza del aire, y te mueres iracundo por mostrarme esos colmillos que te relamió mi luna, la misma ramera que luego me revuela de versos la pluma al atardecer del nuevo día.

Tal vez... Tal vez las aceras se me llenen de recuerdos a tu paso y los portales de aquellos besos tiernos dados a precio de nada. Pero ahí, agazapado tras un reflejo, eres un mero vencedor vencido. No depondrán mi trono tus tempestades de nostalgia por más fotos grises que desempolves, ni tu obsesión por derrocarme fuera de mí a golpes de llanto, de un modo tan ruín, como cobarde es ahondar en la llaga de un recuerdo enterrado, como a la noche le grito cuán ciego y oscuro me tornaste el universo; sólo camina el hombre en su huida del hambre...

Tal vez la juventud caduca me robe de nuevo el presente en tus labios, con tu perfume inmortal de tacones y sábanas en llamas; de cuerpos en los que volver a florecer para hallar el pasado que jamás alcancé... Pero nadie sobrevive con tres corazones querido enemigo; demasiados latidos para tan vaga certeza.

ME FUI

"No tenía miedo a las dificultades, lo que la asustaba era la obligación de tener que escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros..."
Paulo Coelho. Escritor brasileño.



Nunca debió nacer esta carta ni tu pupila morir en su cuna, pero hoy te abandoné porque eras tan perfecta que necesitaba hacerte olvidar quererme.

Marché lejos mientras doblabas mi ropa. Me fuí para palpar de nuevo celos acurrucados en el baúl de la memoria. Para fusilar la demagogia que escondía el amarnos tan bien, esa orden de adorarnos, la simetría tan exacta de tus huellas en la arena... Necesitaba desempolvar de excelencia mi desánimo, sentirme huérfano de besos una noche para ver escapar la vida de nuevo; para temer este aplomo por fin en el guiño de cualquiera. Precisaba tu enojo de manos inquietas al hablarte de otra, que me obligases a huir de mi en cualquiera de mis torpes manías; ya no me mirabas cuando no te miraba, y no dejaste elección a mi partida. Me urgió dolerme un poco para ver si realmente soñaba. Uno es siempre tan imbécil...

Sólo quería unas manos torpes que se acobardasen al llegar a mi ombligo, unos dedos que tímidos enjaulasen de nuevo los pájaros de mi cabeza. Quería que rieses porque te estallara la boca, no la sonrisa poblada de nácar. No quería tu cintura de cielo, ni ese verso tan certero, ni el perfume próspero de un futuro concertado tan sujeto al presente, tan protocolariamente estipulado.

Jamás lo entenderás, no podría pretenderlo. Es algo que nace dentro y aprieta aquí, justo bajo el corazón. Tenía que volver a peligrar ante el fracaso querida; perder a la mujer de mi vida de este modo tan despiadadamente egoísta... Vine al mundo a serme fiel, fue un pacto de principios y hoy obvié la pena. Ódiame por siempre, pero el latido lo necesitaba amplio, vertiginósamente vivaz, tan descorazonadoramente verdadero que arrasó con tu mitad.

Quería ver girar el mundo desde mi balcón, sentirme solo ante el mañana en mi cabaña de escombros, desnudo ante la brutal embestida del tiempo. Tuve todo y me pudo la tentación de perderlo sin motivo alguno. Lo vi aquella mañana en una bandada de gaviotas amor, y se suicidó la duda.

LA EDAD DEL CORAZÓN

"La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno es joven".
Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.


Yo por este entonces ya ves, aún sigo vivo de milagro, a pesar de los mil años ajados a mi frente ¿Y cómo demonios iba pues a cortejarte? Amarte es empeño de jóvenes altivos; campaña para esos azarosos engreídos que empeñan su vida agasajando a la diosa juventud. Ella y sus piernas de antílope dorado sesgarán pronto de cuajo éste parsimonioso andar mío, y su deambulante paseo final por la cola de la vida la sumirá por fin, como a tantos otros, en el olvido más denso y desolador.

Necesito tus ojos para comprobar certero que aún les caben los míos, en el reposo que nos ofreciera el ámbar de un semáforo, apenas en la fracción de tu saludo; no más crúzame la acera para anudarme al menos por ese instante a tu brazo. Déjame paladearte el desvanecer de aire fresco en la hoguera de los años, en la quema de momentos ingrávidos; aquellos en que todo era por algo y tan absurdo, tan estúpido cavilar... Aquellos en que muerte no sonaba ni a horizonte, ni contaba otro día, ni llegaste a este mundo a esperar que te hallara. Ya ves, se me ha ido la vida planeando vivirla, en un ratito aquí, con mis veinte años arrugados entre esparto y aguaderas.

Cásate conmigo amor. Lo maravilloso de ser viejo es que por más que ahora te empeñases, no podrías serlo. Mi bastón sabe tanto del mundo que te queda por caminar como de estrellas la luna ¿No es asombroso llegar a este puerto queriendo querer tanto? Ya adolecen de vigor mis brazos, la voz se me timbró otoñal con cada navidad y la lengua estalla a veces en rebeldía cuando el corazón me grita que te adore un poco menos; pero cada día te seguiré aguardando en el parque querida, en mi banco quejumbroso y harapiento de astillas, a la espera de que me abanique el día una sóla de tus pestañas ¿Cómo va uno a morirse dejando un propósito tan firme en el aire?

Podrás amarme o no, pero nunca me llevarán a un depósito de ancianos como castigo por haberme dejado envejecer.

LENGUAS DE BARRO

"Recuerdo incluso lo que no quiero. Olvidar no puedo lo que quiero".
Marco Tulio Cicerón (106-43 AC) Escritor, orador y político romano.




Aún recuerdo los cuerpos vacíos de sobras. Ingrávidos, extenuados, celestiales tras el fragor de la guerra de pieles. Con el aliento a la deriva el cansancio se nos tornaba desplome bajo sábanas de olas. Y tú me acariciábas el pelo con el mimo de las petunias, y el alma pausada, confortablemente limpia, abría de par en par los balcones del universo. Y nos abandonábamos al sueño reparador de los bebés tras los arañazos salvajes, acomodando tu vida a la mía en el abrazo de las noches de invierno, descalzos, arropados hasta la boca. Con el deseo agazapado tras los dientes, a sabiendas del voraz despertar que nos heredaría la luna.

Como volara el amor dentro de tu pequeño vestido, por poblar de siglos la memoria de cielos coronados, así desgarro mis mañanas quejumbroso, abotargado del hastío insolente que me escupe tu ausencia. Como te cazara con las manos sorprendidas, los gestos precavidos y el amor desnudándonos los días, así me abro el pecho en busca de tu latido, cada vez menos distante y difuso, acompasando la prudente urgencia de olvidarte.

Cuerpos de saliva que desatara el recuerdo a esta raída soledad. Boca fértil la tuya, que al pasado arrebatara su pasada dicha eterna; desterrándolo entre lunares y salitre a la periferia del presente más vivaz. Lenguas de barro que volaran de nuevo a lomos del viento, con el capricho animal desenfrenándote la nuca; restallándome a mordiscos el ansia de pecarte la inocencia.

NIÑA DEL AIRE

"Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso... ¡Qué soledad errante hasta tu compañía!"
Pablo Neruda (1904-1973) Poeta chileno.



Hoy quiero mesarte esa sonrisa niña del aire. Rescatarte del mundanal ruido anclándote a mi pecho y rodar como animales por la escalera, ahora que el ojo de mi huracán le ha guiñado a tu sonrojado barquito de papel. Hoy quiero ofrecerle al universo tu huella de juventud embelesada, la altiva talla de tu alma, esa que perfumó de locura anoche mi almohada. Y quiero avistar el cielo recien pintado de otra mañana en tu regazo, ese suave edredón de nube nacarada que te envuelve los latidos. Y quiero llevarte presuroso a mi playa calma, a la harina que lame su orilla, como sólo un hijo ansía mostrar las sencillas proezas, titánicas en labios de su fantasía. Y quiero anudarte a los vientos para que azoten el henchir de tu pareo y desmelenen tu blanca blusa con la furia de los siete mares, aquellos que me acunaron el crecer.

Hoy quiero deslizarme a tu sendero y olvidar al olvido en cualquier estrella fugaz que nos sobrevuele. Y desbordarle de cariño al universo el amor por las pequeñas cosas, con la sutil perfección armónica de un piano; llorar cada lágrima encajada en tu pupila con el dolor que te duela. Despedir a mi mismo dueño para sentirte plenamente fresca y danzarina en alas de mi voz, para abandonarnos río abajo a su corriente con el equipaje rebosando miedo a nada; para desprenderme de las miguitas de quicio que me impide albergar tu boca de besos. Hoy quiero temblarle a tu llegada, como el chiquillo que me renace dentro al amanecer de enero, con las manos ansiosas de deseo y el corazón encabritado; con la noche volcada, su luna derrapándote la espalda y el eco de otra vida en gritos de ésta ya gastada.

Y, al mirarnos dentro, pediré que te abandones al horizonte, allá donde bergantines libraron mil batallas y corsarios lloraron botines arrojados a las babas del mar. Porque a esa cuna de las estrellas lancé antaño mi botella y hoy, sin saberlo, susurraste a mi oído su mensaje.

CUANDO VUELVE EL AMOR

"A fuerza de hablar de amor, uno llega a enamorarse. Nada tan fácil. Esta es la pasión más natural del hombre".
Blaise Pascal (1623-1662) Científico, filósofo y escritor francés.


¡Rápido, huyamos hacia el pasado presente que apacible descontaba días, que robaba labios caprichosos; que coleccionaba corazones de alquiler! ¡A prisa, se desboca la mente, zozobra la confortable rutina de ver pasar la vida en los ojos del mundo! ¡Vamos! ¡A las trincheras! ¡Se avecina el amor en estampida...!

Se le agotan los plazos de espera eterna a mis amantes aún encadenadas, respiran por fin sus hombres en casa. Tanto tiempo a oscuras, tanta ensoñación; tanto vaticinio tornado equívoco y aún no lo atisbo, pero lo sé. Lo sé porque anoche me tembló el pecho, porque me asoman los dientes en el espejo; porque Abril ya ni siquiera me asusta. El alma errante no se engalana, pero se ve guapa de nuevo y los parques se le llenan con los mismos niños que estaban, pero no veía. Sé que de golpe va a llegar galopando frenética la ola engulléndome la vida, destrozándome las penas, ahogándome las dudas que hasta ayer me atormentaban... Y no sé cómo pararla. De pronto, esta mañana no quería más lienzos que pintar, me sobraban los colores que se derraman y huelen a jazmín. Y noté ese amor, noté que se impregnó el aire a sabiendas de la eterna duda que alberga la certeza absoluta, pero ya no comparé porque me latió un bolero y quise por fin cantárselo a mi oído.

¿Sabe uno cuándo vuelve el amor? ¿Viene de golpe el aleteo de mariposas? ¿Y acaso importa...? Sálvese quien pueda. Nadie lo escucha, nada lo intuye, pero yo oteo en el horizonte el ensordecedor avanzar del cosmos hacia mi cuarto. Sé que llegará devorándome el ocre repaso de cartas marchitas, el perenne plomizo cielo de mi ventana. Ya no temo equivocarme porque no está en mí. No soy yo, es mi boca la que muerde felicidad y mis manos las que no paran ya quietas... Sé que llega, sé que estoy perdido porque cada vez la olvido menos... Y la olvido más.