RÁFAGA DIURNA

"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única".

Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

AMOR EN EL TRAPECIO

"La magia del primer amor consiste en nuestra ignorancia de que pueda tener fin".

Benjamín Disraeli (1766-1848) Estadista ingles.

Se avistaba el otoño en el pueblo. Palidecía aquel verano que aún jugaba a seguir calentando de un modo ya tenue. Soplaba la infancia a oídos del mundo, ancho como jamás ya nunca volvería a serlo.

Él delirante observaba circular lenta la vida avistando cómo aquel descampado volvía a vestirse lentamente con la misma lona desvencijada de cada año. Corría el verano entre mariposas y libros, corría y sus ojos de niño florecían entre carromatos... Había llegado el gran día.

Desde aquel amago de asiento era imposible techar los sueños mientras se sucedía una suerte de payasos de saldo. Desfilaban las fieras frente a aquel módico domador que cada año retaba a la muerte estampando de lleno el asombro en sus pupilas de chiquillo. La pista estaba al fin desierta, se vislumbraba el momento, el reencuentro consigo mismo mientras su corazón palpitaba más y más fuerte al surcar el foco la penumbra de un circo envuelto en redobles.

Dos alas surcaron el aire. Era ella... Ella dibujando flores de papel. Era ella y el desvarío irrepetible del primer amor había vuelto a estallarle en el centro del pecho. La brisa de aquel sutil balanceo le acariciaba el cabello ahora que nada podía ya hacerla más bella a sus ojos de mocoso rapaz, embobado en aquella exquisita figura que galopaba los cielos. Era ella, perfecta y magnífica como siempre prendida del trapecio, dibujando aquella fastuosa acrobacia que lograba hacer del aire viento, del viento... amor. Era él. Él ante el amor que discurría estremecedor, que se escurría hasta otro año en el instante de un aplauso que final volvía a alejarlos hoy de nuevo, dejándolo vacío, hueco ante el intento de captar una sola mirada suya que lo hiciera eterno.

Se avistaba el otoño en el pueblo. Palidecía otro verano ya siguiente en el lugar de siempre, con la misma gente de siempre, con el mismo latido encabritado en la garganta... Pero no volvió. No acudió a la cita de siempre. No hubo paz que le vistiera el corazón de terciopelo y comprendió al fin, en su trinchera de cariño diluviado aquella noche, que no hay amor que volar pueda como el primer amor alado.

LAS SOBRAS DEL UNIVERSO


"El amor es una bellísima flor, pero hay que tener el coraje de ir a recogerla al borde de un precipicio".

Stendhal (1783-1842) Escritor francés.

Volveremos a vernos. Tropezaremos torpes en mitad de cualquier parte y nos miraremos sin más. 

No habrá ya príncipes ni reinos, apareceremos en la vida del otro sin delicadeza alguna, como si nada hubiera pasado nunca entre nosotros. Sonreiremos sin reparar en la piel del otro durante el fugaz abrazo y obviaremos las sobras de aquel universo que un día fuera tan nuestro. 

En el momento más insospechado acertará el destino a amontonar nuestros mundos en plena calle y tú... Tú estarás tan bella como siempre. Volveremos a encontrarnos después de tanta huida, de tanto arañazo baldío y en el segundo en que nos reconozcamos en las pupilas del otro nos caerá en tromba el peso de la duda más salvaje, implacable y despiadada sobre ese vacío reencuentro. Y gritarán las flores reclamando aquel color de nuestras tardes, pero estaremos tan lejos del vuelco... tan lejos de amarnos por siempre como quieras tú.

Sé que llegará ese día, porque aún no hemos llorado bastante que vinimos al mundo sólo a ser el uno del otro, porque sólo el tiempo supo advertir aquel entonces el desperdicio de vida, el hueco en el mundo que dejamos tú y yo en una esquina cualquiera. Y no habrá entonces ya otro reencuentro, otro instante en que besarnos sin mediar palabra, sin reparar en nada ni en nadie, solos los dos mientras alrededor estalla el presente... Pero nos dejaremos marchar, sé que escaparás para siempre a su lado sabiendo en el fondo que aquel par de corazones debió suicidarse aquella tarde en la boca del otro. Llegará ese instante y callaré a gritos lo escaso de un día sin ti, lo parcial de pasear con dos manos desoladas mientras derramo mis noches al acecho de nada, soñando por siempre que no te olvidaste de mi. Y tú... Tú estarás tan bella como siempre. 

Lo terrible de vivir una sola vez es sentirte incompleto, feliz pero inacabado mientras la rutina te ayuda a apartar la mirada de tu verdadero destino. Lo atroz es dudar... que tú también lo sepas.