RÁFAGA DIURNA

"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única".

Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

LA DANZA DEL TRAPECIO

"Tendremos el destino que no hayamos merecido".
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.



La tristeza hay que sacarla a punterazos por la ventana, a ramos de flores restallantes de amor, a buenos momentos rescatados del pozo de la memoria.

El desconsuelo es la ceguera transitoria del hombre ante la ancha vereda que pensó un día caminar. Un modo de ahogarse en la puntualidad de la propia existencia, un zarpazo que lejos de hundirnos vino a recordarnos las reglas del juego; la amnesia que en nuestra rutina de días calcados nos hace olvidar el concepto caótico y salvaje de la existencia misma.

La vida no entiende de ancianos y niños ante su hora. Las escuelas nos mienten con su norte, no enseñan a llorar amantes, dormir en bosques, transigir una pérdida... No muestran el sudor del pan, el carbón por navidad, el pecado ni la cruz del marinero. Orquestar un mañana, planear siquiera el ahora venidero no es más que hacer reservas con la nada. Los dados de Dios le aseguran apenas media luna a la noche, y nosotros empeñados en llamar desdicha a la arrogancia de creernos sabios.

Levántate, vomita lamentos. El destino te besa con rosas y te parte los dientes... ¿No es acaso maravilloso estar vivo?

REINA

"No es el tiempo lo que se os da, sino el instante. Con un instante dado, a nosotros nos corresponde hacer el tiempo".

Georges Poulet (1902-1991) Escritor belga


Y sanando la espera le volaron los siglos, con el simple y mero apego a una misma como señero apero de vida; como único consuelo ante la certeza de haberle perdido en un segundo para siempre.

Y lanzó a las nubes su roído papel de eterna revolucionaria, aquel rol de juventud para el que una parecía siempre tan predestinada a servir, para acabar devorando amaneceres en aquel marchito butacón. Y miró a la luna aguardando una respuesta, pero la ciudad dormía plácida ante su abismal tragedia y no pudo más que llorar su suerte. Y tuvo apenas tiempo de ser cuanto supo ser; de parir a quien la escribe y cambiar de sábana sin mudar de cama... Pero para entonces ya daba todo demasiado igual.

No contaría ya jamás con nadie, menos consigo misma, si bien trataría de encubrirlo por el bien común. Todo tendría ya por siempre el mismo color amargo del abandono, el mismo olor en su pupila quebrada. Y el mundo seguiría ahí, como ayer, como mañana. Y tuvo escaso el momento de robarse otro engaño complaciente a cambio de nada la mañana que lo vió partir sin retorno.

Y aguardando la llegada, descolgada de una nube, olvidó para siempre el deber de vivir. Y las horas le fueron menguando la sonrisa hasta dolerse, con todo en las manos, pero un único rastro alargado flotándole en cada espera venidera, en cada mancha de soledad pendiente con su futuro sin mañana.

BIENAVENTURADOS

"Un beso legal nunca vale tanto como un beso robado".

Guy de Maupassant (1850-1893) Escritor francés.



Sabrás que nací en ti, tras los renglones torcidos de la memoria. Apenas en las mentiras que antaño te azotaron, en cada suicidio de corazones, poco a poco, sin saberlo, naceré en ti.

Y seré, que por presente soy, para llegar creciéndote adentro, como dos bienaventurados en busca de nada, con el universo entero navegando inconsciente la piel del otro. Y seré tan pobre como para procurarte la cura precisa que zanje tu ayer; desbaratándole la paz al proceder de tus días sin que logres adivinarme siquiera la huella, apenas mi canto en tu oído.

Y ahí, dentro, donde tus horas pierdan mi tiempo, lento y callado, mi azotante huracán que a su paso no vacila, pasará de puntillas para colarse mecido en tus ojos la mañana en que me quieras sin saberlo, como el ladrón de besos que en mi nombre trepará tu balcón. Así te poblaré en silencio de jazmín el arriate, como sólo los pícaros saltamos la verja, sin remedio para la evasiva ni recurso justificable ante Dios. Así te mudaré de planeta, con la sutileza del truhán que te engalane las aceras, con la pluma entintada derramando otro poema sobre el mar de tus caderas.

Y no sabrás aún llorarme querida cuando contemples que antes de mí nunca hubo nada, porque también seré yo quien raudo te prenda reluciente del placer otro deseo, del destino esta mano y del amor... Del amor, mi vida entera.

VENGO


"La primera tarea del poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar".

Gastón Bachelard (1884-1962) Filósofo francés.





Llego con hambruna de poemas que fui aullándole a la estepa, con el llanto desalado de un marino deshauciado, con la clave que descifra la sonrisa de un chiquillo. Llego para sanarte el veneno de la prisa, para morderte otro botón que te incendie la camisa.

Vengo con jarabe de besos y una luna soñolienta. Vengo de antaño, de aquellos versos, de estas palabras. Regreso como vuelven tardías la barquillas a la fuga de los días, acallando las esquirlas desolladas, desplomadas en la orilla... Escupidas hacia adentro.

Vuelvo porque expiro bajo calma, porque incendia aquí adentro el desatino de morirse poco a poco, sin una queja... Sin condena que imputarse a uno mismo. Vuelvo desde aquel que nunca fui, desde éste que ahora soy, avistando el que seré. Y vuelvo, vuelvo para lucirle el azul al cielo, para cerrarle la boca al necio... Para zurcir de pétalos la herida que nadie supo curarte.