
Y no hablan esas cartas de espanto ni fragor en la batalla, sino de almendros en flor y torsos desnudos bajo un cielo de verano. Hablan de seres que ya no comparten nuestros días, de musas que nos dejaron en la cuneta y quemazón en el costado izquierdo. Hablan de reyes magos, de fantásticos viajes y postales desde paradisíacas playas. Hablan de épocas sin embuste, intensamente degustadas minuto a minuto como si el mañana fuera a devorarnos sin compasión. Sinceras y hambrientas de problemas que más adelante ya cayeran sobre nuestras cabezas. Guardan esas cartas historias reales que huyeron para siempre entre miles de antenas y cables submarinos, desterradas a un pasado compartido con Olivettis y tinteros de pluma. Ahora que se nos nublan tras la cortina de años, amores vividos a flor de piel, a menudo intencionadamente obviados por la fragilidad de estos tiempos que corren, con mayor aplomo pero menor latido, con mayor recorrido pero apenas viveza en las palabras, en los gestos; en el modo de adorarnos.
Un batallón de palabras sería capaz de arrodillar al ejército más poderoso de la tierra, cabalgando a través de acuosas pupilas desbocadas hasta hacer añicos por completo la osadía, el coraje y el brío del más guerrero; dejándole desvalida el alma como a un niño que ha perdido a su mamá.
desde luego,qué intensidad transmiten!las mías casi todas son de mi adolescencia y ahora cuando las leo sonrío recordando aquella época que,como bien dices,aunque ahora me hace pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor,en aquellos momentos no creía lo mismo.
ResponderEliminarmira que somos sentíos en la pubertad,jeje!
Brillante. Le vienen a uno a la memoria las cartas de adolescentes y los amores impuros y en tiempos más lejanos esas cartas que tardaban tanto en llegar, cuando pocos tenían telefono fijo, que eran recibidas como auténticos tesoros, aunque lo que contaran en ellas sucediera 10 días atrás... Un abrazo pisha.
ResponderEliminarMe gustan las cartas viejunas. Esas que hacen toooodas esas cosas que tú dices con tanta elegancia. Son trocitos de historias. Escenas sueltas, aperitivos entre horas =)
ResponderEliminarY busqué entre tus cartas amarillas
ResponderEliminarmil te quiero, mil caricias
y una flor que entre dos hojas
se durmió.
Y mis brazos vacíos se cerraban
aferrándose a la nada,
intentando detener mi juventud.
Oh a mí me hace sentir nostálgia...
ResponderEliminaryo las guardo todas en mi cajita de recuerdos y suelo leerlas una vez al año siempre al final... pienso que siempre todo se puede mejorar incluso las cartas de amor aunque hay gente que piensa que eso ya no se lleva...
yo es que soy una romántica... no lo puedo evitar...
y si tengo que escribirle cartas a mi amado pues lo hago sin ningun pudor.
Bueno Miguel, no te doy más la lata.
Un Beso...
LaNiñaMariposa.
VAya!!ahora me arrepiento de haber roto aquellas cartas antiguas...
ResponderEliminarUuooooop! De esto hablamos un día no?
ResponderEliminarMis pedazos de cartas bien guardaditas para que no se me estropeen, me encanta reerlas.
Cartas amigas desde granollers, en avión desde lanzarote y las postales de todos los años desde Cádiz.
Y busqué mil te quieros, mil caricias, esas cuando quiera recordar lo mucho que me quisieron ahí voy, desde cáceres mogollón y desde madrid tan sólo una pero la que más sentimiento tiene y verdadero, hace poco más de un año, que todavía hay gente que tiene esas ocurrencias y les gusta hacerlo, a mi también.
Yo ahora estoy escribiendo una, pero no me se la dirección. ooooh
un besito amore