RÁFAGA DIURNA

"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única".

Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

LA EDAD DEL PORVENIR

Llueve, llueve sobre el cristal del autobús. Me pierdo en la fascinación del alargamiento eterno de gotas, esos pequeños riachuelos vivarachos que se deslizan sobre la transparencia del vidrio buscando fundirse con sus homólogos. Una muchacha morena de abrigo blanco y boina calada sentada frente a mí tiene la mirada ausente, clavada en otra dimensión, prendida de cualquier sueño válido que la rescate en su camino a la facultad.

No parece feliz, tampoco triste, simplemente no está aquí conmigo en ese asiento. Y podría haber reparado yo en cualquier variopinto ser de los que pueblan este angosto pasillo, refugio de aguaceros invernales. Podría haber sido la imperiosa señora madura de lila que, perfumada hasta los huesos, apoya digna el veloz correr de días en su carrito de la compra para seguir meditando su autoconvencimiento diario de quereres matrimoniales. Podría haber escrutado de modo vacuo, como sólo en un matutino deambular en bus puede llegarse a hacer, al entrañable abuelo de cabalgantes achaques, con su pañuelo de tela en el bolsillo y pulcro sombrero gris, que bajará en el Infanta. Infantil me observa encorvado desde su asiento, con toda seguridad envidiando el pasado que le voló de las manos; remoto antaño en que la muerte aún no mudó de barrio.

Pero no, aquella mañana advertí una inquieta sospecha hacia la figura de la muchacha. No hacia ella en su persona, más bien albergaba un recoveco de nostalgia en mi interior ante la memoria universitaria que en su día ya aparcara con su culmen. Me veía ahí, como ella, atrapado en mi vida de folios y madrugadas heladas esperando al 3, al 8, al 9... Cuentan los filósofos de parque que no saben leer, que no valen para nada, y hasta cierto es que el nivel medio roza el bochorno. Cuentan que pronto caerán cirróticos, o neuróticos con la María, o esquizos en el envés de una pastilla. Cuentan su adicción a internet, su terapia ocupacional y su desidia colectiva.

Pero nadie, en su sano o maltrecho juicio, se ha parado por un segundo a preguntarles a los niños del botellón el por qué, ni si los críticos repararon por un segundo revivir su adolescencia en tiempos del euro. Ni si es la incompetencia familiar o del propio gobierno, la que más debiera callar. Ni, sobre todo, pensar en la causa. Resulta en exceso cómodo cargar contra niñatos sin avergonzarnos por la herencia dejada en nuestro ombligo. Quizá simplemente el modelo esté obsoleto, quizá resulte que no sólo cambiamos de siglo, ni de generación, sino de conciencia.

Decía un tal Sócrates, cuatrocientos y pico años antes de que nuestro salvador comenzara la función con su truco estrella de panes y peces, que los jóvenes eran unos tiranos porque contradecían a sus padres, devoraban su comida, y le faltaban al respeto a sus maestros. A buen entendedor.

3 comentarios:

  1. Por supuesto que el modelo está obsoleto...si hay alguna duda que miren ,que observen aquellos que siempre empiezan sus frases con "en mis tiempos" ,esos que son los padres y mayores de estas generaciones,esos que se suponen que los han educado donde empezaron a equivocarse.Yo por mi parte,asumo mi porción de culpa y seguiré luchando dondé trabajo y donde resido por un modelo más justo con mis pobres medios y mi azotea dislocada.
    Tu texto,como siempre,revelador y certero.

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