RÁFAGA DIURNA

"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única".

Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

LOS OJOS DEL VIENTO

"El gato no nos acaricia, se acaricia contra nosotros."
Conde de Rivarol (1753-1801) Escritor francés.


Sobre los acantilados muere la tarde. Sobre los pinos que devoran las entrañas de su roca en busca del carente y agónico sustento muere una vez más el día. Día que un día nosotros quisimos hacer día, acotando su amplitud a un abanico de veinticuatro horas, así como en su día otorgamos a Noviembre las lluvias, a Julio el bochorno, y al año cero el advenimiento del primer comunista. Fuimos nosotros, con atuendo de época, quienes otorgamos su santificación al santo, a todos los santos, no lo hizo el carácter divino redentor del dios padre todopoderoso; él en su bendita omnipresencia no bajó de los cielos a canonizar a ningún siervo, hoy tampoco lo hace; seguro que prefiere aguardar la primavera para poder pasear pintoresco de nuestros hombros entre cornetas y tallado a manos del hombre; a mano humana y pecadora.

Sobre los acantilados pesa el espanto del suicidio, inmerecido rango del estado mental para una mole cuyas paredes en estratos lamen a olas los siglos desde milenios anteriores a la edad del hombre. Cuando nómadas frutales aún no habían oido nombrar la magestuosidad del mar, ya las gaviotas habían colocado a orillas del oceano en los surcos del precipicio su nido de algas y las golondrinas marinas revoloteaban alegres bajo un cielo diáfano y límpido. Somos tan mortales como ellas, desde las cavernas hasta el ejecutivo más ambicioso, pero nuestro afán por endiosar nuestra causa promulga tiempos nefastos gracias a nuestra eterna sabiduría.

Se nos olvida mirar, mirar a los ojos del viento. Él arrastra en su corriente las edades del poniente y el levante; él barrió de calima medio mundo cuando la vida quiso brotar, y sembró de polen la yerma llanura hasta tupirla de verde cuando aún no éramos ni de lejos un proyecto de futuro. Él es tan viejo como la tierra y tan sabio como el fuego, hizo respirar a todos y cada uno de los miembros del trillón de especies evolutivas que, en estos pasados cuatro mil quinientos millones de años de volcanes en bíblica erupción, tuvieron la enorme suerte de no pisar nuestro camino. Nosotros, como homo sapiens evolucionados (ironías de la vida) llevamos apenas medio millón de años frotando una con otra dos piedras de sílex para lograr esa chispa tan celosamente conservada en las entrañas del mundo. Pregúntale al viento por qué tuvimos que venir a latir a las venas de este mundo, por qué no nos barre de la faz con nuestras malditas miserias ególatras. Pregúntale si valió la pena darnos aliento, ahora que nos miramos a la cara y lloramos, porque el mundo por fin ya es nuestro.

2 comentarios:

  1. Ya lo dijo Dylan...the answer my friend is blowin' in the wind.
    Magnifico texto el tuyo que me hace rememorar ese otro de Dylan...Shelter from the storm ( refugio de la tormenta ) eso es lo que mejor sabemos hacer,Miguel... las palabras escritas son nuestro mejor refugio contra la tormenta.
    Un abrazo

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  2. Wow, una profunda crítica que nos invita a la reflexión!
    Hoy agradezco al aire, porque respiro joyas como ésta, que aumentan la sed de vivir cada vez mejor.
    Gracias por llenar mis pulmones de ese aire que nos mece a pesar de ser como somos; o quizás, porque guarda la esperanza de que sigamos sembrando conciencia, como lo haces tú en estas letras!
    Un beso que vuele hasta tu aire!!
    Chiqui.-

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