"A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota".
Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) Misionera yugoslava nacionalizada india.
Por si acaso amarré las tardes a aguardarte la entrega, un instante al día en que grabarle lo imperdible a la memoria... A este mañana que al fin es hoy.
Al menos las puestas de sol de antaño, de carbón y techo violeta en la panza del mar... Las guardo desde entonces sí, porque querer revivirlas... hallarlas en estas de hoy es querer obviar que las pupilas se endurecen; que aunque nos duela amor, ya no nos cabe todo el cielo en el pecho.
Pasito a paso, augurando tu figura, con la cautela de quien sabe imperdonable la ceguera ante lo bello engarcé tu danza a mis días; porque siempre supe que algún día llegarías a mi, que serías tú... Tú, entre todas las mujeres. Pero lo harías como mi sombra a tu pecho, con la infancia ya empolvada, con la titánica juventud menguando resabida y eso... eso querida, si voy a amarte tanto... se me antoja imperdonable. Suerte que hice acopio de salitre esa mañana para mostrártelo ahora, como si el tiempo nos hubiera abandonado por siempre jamás, apenas en un beso que sembrarte en la mejilla como antaño, con esa libertad ancha que nos revolcaba mariposas en el ombligo.
Para que yo te ame toda una vida necesitas pisar mi barrio de calles prietas, paladearle la belleza a sus canastos de esparto y sobre todo, olerla mojada, entre tiza y lejía, siempre calle abajo... Para quererte más que a nada en este mundo necesito que absorta te duermas contemplando el vigor de una soga de pozo, el clavijero soñador de mi primera guitarra... El universo durmiente en zapatitos de charol. Y te he guardado un chaparrón implacable en la playa calma, ese aguacero de nieve que nunca tuve para que arrecidos le tallemos corazón a un pobre pino, podrido de crecer. Pero tienes que hacerlo desde dentro, oyendo cómo salvaje te cabalga el grito del tiempo, sino será como haber vivido al filo, no más que riesgo.
Necesito que te sientes en mi acera y palpes las cenizas, esos restos de mi que nadie busca, que nadie nunca echará de menos. Piérdete en cien olas, desnúdate de años y comprenderás que un día la respiración del mar le arrancó tu nombre a esta arena, lamiéndole poco a poco el presagio a mis manos. Adviérteme el sufrir, el querer azorado entre baratijas de poemas, apenas un ápice de este padecer indolente de patio, de gorriones enjaulados porque estoy ahí, donde nadie me recuerda y tienes que llorarlo para rescatarnos; tienes que morderlo para vernos las almas, sino... Sino sólo habrá amor y eso... eso sería tan poco.
Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) Misionera yugoslava nacionalizada india.
Por si acaso amarré las tardes a aguardarte la entrega, un instante al día en que grabarle lo imperdible a la memoria... A este mañana que al fin es hoy.
Al menos las puestas de sol de antaño, de carbón y techo violeta en la panza del mar... Las guardo desde entonces sí, porque querer revivirlas... hallarlas en estas de hoy es querer obviar que las pupilas se endurecen; que aunque nos duela amor, ya no nos cabe todo el cielo en el pecho.
Pasito a paso, augurando tu figura, con la cautela de quien sabe imperdonable la ceguera ante lo bello engarcé tu danza a mis días; porque siempre supe que algún día llegarías a mi, que serías tú... Tú, entre todas las mujeres. Pero lo harías como mi sombra a tu pecho, con la infancia ya empolvada, con la titánica juventud menguando resabida y eso... eso querida, si voy a amarte tanto... se me antoja imperdonable. Suerte que hice acopio de salitre esa mañana para mostrártelo ahora, como si el tiempo nos hubiera abandonado por siempre jamás, apenas en un beso que sembrarte en la mejilla como antaño, con esa libertad ancha que nos revolcaba mariposas en el ombligo.
Para que yo te ame toda una vida necesitas pisar mi barrio de calles prietas, paladearle la belleza a sus canastos de esparto y sobre todo, olerla mojada, entre tiza y lejía, siempre calle abajo... Para quererte más que a nada en este mundo necesito que absorta te duermas contemplando el vigor de una soga de pozo, el clavijero soñador de mi primera guitarra... El universo durmiente en zapatitos de charol. Y te he guardado un chaparrón implacable en la playa calma, ese aguacero de nieve que nunca tuve para que arrecidos le tallemos corazón a un pobre pino, podrido de crecer. Pero tienes que hacerlo desde dentro, oyendo cómo salvaje te cabalga el grito del tiempo, sino será como haber vivido al filo, no más que riesgo.
Necesito que te sientes en mi acera y palpes las cenizas, esos restos de mi que nadie busca, que nadie nunca echará de menos. Piérdete en cien olas, desnúdate de años y comprenderás que un día la respiración del mar le arrancó tu nombre a esta arena, lamiéndole poco a poco el presagio a mis manos. Adviérteme el sufrir, el querer azorado entre baratijas de poemas, apenas un ápice de este padecer indolente de patio, de gorriones enjaulados porque estoy ahí, donde nadie me recuerda y tienes que llorarlo para rescatarnos; tienes que morderlo para vernos las almas, sino... Sino sólo habrá amor y eso... eso sería tan poco.
Uffffffffffff el vello como escarpias me has dejado, madre mia que bonito escribes niño mmmmmm. Un besazo enorme Miguel
ResponderEliminar"morder" palabra intensa y gráfica que logra mostrar la particular manera de ciertos amores privilegiados.
ResponderEliminarUn abrazo.
escalofrios me han dado al leerlo!precioso maestro!como siempre encantada de leerte como siempre,besos
ResponderEliminarA mi también me ha dado escalofríos, pero no al leerlo, sino al quitarme el termómetro... Menos mal que en este refugio de letras no tienen cabida los virus. Besos y mordiscos.
ResponderEliminarEstoy convencido que sí tienen cabida los virus. Lo que pasa es que en tu caso, también son poetas románticos.
ResponderEliminarUn abrazo y mucha salud, que buenas letras ya te sobran.
No sabría que elegir,de verdad,pero eso de que ya no nos cabe el cielo en el pecho, me ha hecho ver el cielo encogidito de tristeza.
ResponderEliminarBesos y mordiscos.
Otra maravilla,aunque suene ya a taconeo.
Maravilloso,Miguel,me has llegado al alma.
ResponderEliminarBesos.
Dolorosamente bello, como siempre.
ResponderEliminar"Necesito que te sientes en mi acera y palpes las cenizas, esos restos de mi que nadie busca, que nadie nunca echará de menos. Piérdete en cien olas, desnúdate de años y comprenderás que un día la respiración del mar le arrancó tu nombre a esta arena, lamiéndole poco a poco el presagio a mis manos."
ResponderEliminarSólo amor, no es suficiente, hay que llorarlo, morderlo y morir para renacer de las cenizas... sólo cuando rompes y tocas fondo entiendes la necesidad de sentir de otra manera... desde dentro, palpándolo...
Un beso... cuídate...
Amar durante toda una vida....
ResponderEliminarQuizás ser feliz durante todo un dia
Pues la felicidad se asemeja a una vida, con todos sus beneficios y defectos.
Bueno Miguel, bueno
sabina genial como siempre!
ResponderEliminartu prosa es graficamente emotiva, sin duda todo cabe , todo hace vida y crecimiento
besitos y buen fin de semana
Una entrada preciosa, sentida, elegante, atractiva... grandiosa. Sencillamente... Miguel Vivas.
ResponderEliminarBesitos!!
Bellísimos versos que son como mordiscos de sol en la mañana. Estuve ausente, pero volví. Bsos
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