
El tiempo pasa mientras miras a otro lado. Se muda de mi ser como si aquello no fuera a importarme, como esta ambición de sospecharte y conservar lo embolsado en el trayecto caminado.
El tiempo pasa y sólo quedan estas ganas de ganarte, esta sed que nunca grito, mi verdad en duermevela. Y me hacen sabio el proceder, los días en que no te acuno, pero las noches... Las noches que no estás conmigo me siento deforme amor y se hace tan desbordante tu belleza que en silencio se disculpa por irradiar tanta luz ¿Sabes? Cuando hacemos el amor me vengo de todas las cosas que me han derrotado en esta vida, porque nace el yo juicioso y se le olvida la prudencia, esa vigilancia constante a que tu boca obliga...
Brotas y te vuelves el único punto de contacto con el hombre seguro que un día fui, porque sólo me faltas a todas horas para ser infalible, apenas te necesito en todas partes y ya soy convincente para conmigo mismo, inexpugnable ante la vida. Es que las flores tienen largas primaveras si me besas, es la suerte, que se suicida si te alejas... Porque lejos no me vales niña, porque allá soy sólo acecho. Y te me prendas de este miedo, me entregas una razón que disfrazo de excusa y te me vas en los pretextos que le proyecto a esta lealtad tan mía, tan poco nuestra.
No son celos amor, es que te adivino la evasiva sin saberlo, vaticino la emboscada y se me asfixia el aire, aunque nunca pase nada, pero no puedo evitarlo, me estalla dentro tanta sensatez. Eres tan bonita que no sabré perderte el día que me olvides, por eso te quiero, por eso te temo. La confianza es otra fe, eso que gustan de promulgar los mortales. Nosotros somos algo más que certidumbre, que franqueza ante los ojos. Tú eres yo, mi yo más cierto, por eso te exijo entera, a sabiendas de la locura, de lo injusto de adorarte.
No son celos amor, es que nada te promete mía por siempre y la tranquilidad se hace pedazos, porque quizá te roce el viento y hagas tuya su caricia, o muera en esta presunción de sentirme algo querido en tu universo... No son celos amor, sólo preservo tu aliento de cualquiera con el vigor que otorga tener el ánimo en la cuerda floja. No es más que ser cordial por no llevarte amarrada a mi pecho, prorrogar el incendio hasta que vuelves a abrir la puerta...
No son celos amor, no... Es la estima en estampida lo incierto de saberse vivo.