
"Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados".
Gabriel García Márquez. Escritor colombiano.
Salir de ti no fue sino cuestión de hazaña. Una proeza inusitada para con uno mismo en la que vencerse ciego, con la libre voluntad de ajusticiarme los halagos, cada estrella descolgada para devolverte la niñez... Como rasgar la piel del agua resignado a aguardar que se uniforme el surco, a contemplar cómo aciagas se nivelan sus estelas hasta olvidar mi huella, amontonada en el acopio de horas vividas a tu lado.
Salir no fue distinto a otra manera de hallarme, de gestar otras doncellas, de romperme hasta volver a mí. Apenas me hizo falta la luna para rebrotar, no más que despoblar el universo y volver a llenarlo de cometas... Pero esta mañana, mientras acomodaba el sueño a un tazón de desayuno abrí el cajón y descubrí tu perfume. Te lo habías dejado en una arruga, justo en ese punto en que te ceñías el cielo al talle.
Con la urgencia de arrinconarte al pasado, de negarte en mí hasta desconocerme había olvidado tu olor, y la tristeza... La tristeza fue danzándome el corazón hasta dudarte la ausencia. Temiéndome en la ternura fusilada, como si evocar no fuera aún cuestión de vida o muerte, acerqué tu esencia y fue como tenerte al lado, como sentir la nostalgia de mi sombra y su gloria en las costillas. Tanto que palpé los proyectos en la cortina, el deseo impregnando las paredes mientras se pausaba la vida, tu boca en el espejo... Tu boca en el espejo.
Salir de ti no fue sino un milagro, volver... Volver sería demasiado fácil .