RÁFAGA DIURNA

"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única".

Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

APRENDICES


"La juventud es una enfermedad que se cura con los años".

George Bernard Shaw (1856-1950) Escritor irlandés.


No saber amar es el modo más sincero de quererse, por eso éramos capaces de volar tan alto... Tan alto como hubieras pedido.

Porque ensuciábamos los labios sin remiendos, relucientes como aquel amanecer recién pintado en que salíamos de clase presurosos por tocarnos, por comernos a mentiras mientras todo andaba quieto, perfecto e intacto a la crueldad de este mundo venidero. Por eso herías tanto, de un modo tan distinto, tan irrepetible a los ojos del universo. Porque no había sospecha de dolor, de vacío al que derrumbarse en tus manos de princesa.

Y bebías de aquella fuente haciendo del viento arte entre tu pelo mientras yo me hacía pedazos, porque no podía parar de quererte un solo segundo; algo instintivo... Inenarrable al latido de cualquiera. Porque aprendíamos todo, más allá de la muerte mientras un cuaderno ajado se nos iba inundando de promesas y llovía... Llovía y eras tan terriblemente bella siempre tú, irrompible como aquellos días que nos guarecían del mañana mientras otra carta se colaba en tu buzón con el remite solitario. Con aquel perfume a septiembre en carne viva, un par de corazones de charol y plastilina jugaban a desvivirse el uno por el otro, con la inocencia suspendida en otro cigarrillo que escupirnos a la boca.

Con el pecho de puntillas navegando en tu mirada, así te quise. Con el corazón centelleante implorándote que lo robaras para siempre... que lo matases aquel instante en que te tuve tan mía que te hice eterna. Un par de amantes puros, excesivos e innatos al deber de devorarse en cada esquina, en cada vena que galopa hacia el amor más delirante, eso fuimos. Dioses tan gigantes como el cielo más azul que arrebatársele puede a este mundo. Meros aprendices de un amor resplandeciente, ese que sólo pudo amarse entonces, antes de que nos raspáramos los codos en los bares y el incendio arrasara tus colores.


Porque sólo nace allí, en las cunetas de mi barrio, en la verja de aquel colegio nuestro a la sombra de esos ojos tuyos que ya siempre serán los míos. 

2 comentarios:

  1. Intenso, mi querido Miguel...
    cómo me gusta leerte!!

    Besos!

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  2. Inocencia con las mejillas ruborizadas, curiosidad feroz y el poder titánico de volver posible lo imposible. Así, todo se puede. Gracias por tu arte.

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