RÁFAGA DIURNA

"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única".

Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

PECES DE CIUDAD

"Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar".

Paulo Coelho. Escritor brasileño.




Como hiende el aire tu mirada... Así cabalgan mis sueños a lomos de tu ser callado.

Llevo cien vidas ahogado en tu voz, agazapado a tu hermosura. Cien vidas y una tarde de invierno, como esta, como tantas que sin esta serían tiempo, sólo tiempo. Por eso me he empujado a este momento, a despeñarme en tus pupilas por este corazón errante.

¿Sabes? Ahora frente a ti parece tan sencillo decir te quiero; te miro en calma y resulta tan obvio que el universo pretenda tu boca... pero esto es mucho más que simple y puro amor. Esto crece aquí adentro, como el vals de la marea; como le brotan nostalgias a la calle de mi infancia, y no logro contenerlo ni un sólo segundo más. Es... es como hilvanarte el alma de terciopelo, así de henchido me lates cada latido.

¿Cómo hacerte ver...? ¿Cómo decirte que estoy en los suburbios de tu esmero niña, de tu prisa por saberme? Soy... Apenas sí soy un contorno a tus dominios, la oquedad de tus pisadas, y es tan terriblemente triste, tan miserablemente injusto...

Tú no lo sabes, pero necesitaba gritarte desde esta periferia de tus días cuanto siento la desazón de las petunias a tu estela en el jardín, los celos que le arrancaste a la luna cuando el sol te amarró el pelo con la sombra de un ciprés. Tenía que llorarte ese vacío en que me habito, las raspas de tu curiosidad, de tu desquiciante falta de apego... ¿Es que no hueles el desvarío en las nubes? Nadie lo hace, pero mira como mueren lentas cuando tú, solamente tú, vas a alzarles la vista ¿Lo ves? Caminas y se ensancha el parque niña, sólo quería decírtelo porque nadie hoy se ha parado a contemplarte y yo... Yo necesito que me sepas tuyo.

LOS VÉRTICES DEL TIEMPO

"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante".

Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.




Por si marcho mañana guárdate mis formas, dile al cielo que destierre mi cruzada, vela mi memoria cuando todo esté perdido.

Dile al mundo que fue un placer morarlo, habitarle la lluvia en los portales, morir de infancia en callejones marineros. Cuéntale que este yo quiso ser poeta pero un rebaño de celos le trepó la boca, achares de una flor engalanada, del lunar de tu mejilla. Nárrale cómo cuidé a los míos, valiente sobre el vacío de la nada. A dentelladas, con la garganta podrida de escupirnos llantos.

Cuéntale que peiné las canas que nunca tuve con los amigos de siempre, esos que visitan a mi madre, los que sudan salitre y van siempre conmigo, enjaulados en las costillas. Detállale cómo perfilé de besos mil bares huecos de amor, cómo luego amé hasta acotarme el horizonte; hasta latirme dentro un campo entero de amapolas... Háblale de mis sueños despoblados a certezas, de esta nostalgia que levó el ancla a los vértices del tiempo.

Por si marcho al fin, miradme en la luna y guardad los besos del mañana; no olvideis atisbar el asombro en los ojos de este niño feliz. Gritad cómo regué de acordes mis venas hasta hacer del son veleta de mi alma, a orillas de la mar serena, a la sombra fresca de una encina... Libre como las palomas.

Sabréis que sólo fui ese amante de palabras, una hazaña en cada puerto, el pasado por llegar. Sabrás que sólo soy el olvido en el trapecio, una herida en tu paisaje, el espejo de esta sombra... del cristal con que la miras.

EL MALECÓN DE TUS OJOS

"Es raro, muy raro, que alguien caiga en el abismo del desengaño sin haberse acercado voluntariamente a la orilla".

Concepción Arenal (1820-1893) Escritora y socióloga española.


Sabía que enfermaría de amor, que arrastraría su pena vagabunda hasta roerle la paciencia, hasta pudrirle el temple de por vida. Sabía de aquella tumba señalada de antemano, del abismo donde enterrarse hasta la lengua, sin espacio para las dudas... Por eso saltó.

Por eso se precipitó por dentro hasta morir de golpe en aquella boca, por la verdad irrebatible de un momento paladeado ante los dioses. Eso le bastaba, el arañazo en la panza de un cielo devorado a dentelladas. Le sobraba con matarse en su suicidio involuntario, mirarla como nunca había mirado, como ya nunca miraría. Le alcanzaba con un reloj de arena desangrándole la gloria de saberse infinito en ese instante.

Sabía que era fugaz, que se le iba en cada beso. Marchaba sin remedio a cada gota de sudor y se perdía en sus adentros. Y sabía que a su paso moriría en plena calle, desangrado de indiferencia en sus andares. Al recuerdo del paisaje perdido, del perfume a pecado, de aquel encuadre ajeno y su mirada sedienta; llorándole la juventud que se le escurre a la nostalgia... Por eso espoleó a la fiera que lo habitaba con una boca en estampida, con su presente a cara o cruz.

Y el universo acabaría ahí, justo tras la resaca de manos, en plena ruleta rusa del vicio, y ella marcharía perfecta, tan vacía de amor como sucios los pasos secos de él. Y jamás lo querría, y jamás siquiera lo recordaría... Pero habría sido suya. Por eso no dejó morir la luna sin reptarle la cintura, por sentirse suyo aquellos segundos de aliento caduco, de vuelo pasajero rasante de labios eternos en su memoria.

Advirtió la muerte recta, implacable tras el horizonte de caricias, justo cuando al preludio de batalla comenzó a extrañarla. Lo adivinó desde el rompeolas de sus párpados anegados, palpando la furia de los mares que atronaban el malecón de aquellos ojos... Por eso jamás dudó.

ABANICOS DE MIRADAS

"Amar es encontrar en la felicidad de otro tu propia felicidad".

Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) Filósofo, físico y matemático alemán.


Te quiero por ser, por la suerte de poema que a mis ojos le regalas. Por ser sin más, sin apenas percibirlo, como si sólo hubieses venido a esta vida a vivir, no a que yo te amara.

Te quiero en la imprudencia de los labios, en lo casto de la lengua; en lo impúdico del beso. Te quiero a tumba abierta, con el pecho detenido en abanicos de miradas. Como ama el ciego a su esperanza, sin certidumbre ni promesa, sólo aferrado, anclado como el mar al oleaje... Así te necesito amor.

Por lo fresco de tu talle yo te quiero, por cubrirme el aguacero y florearme las mañanas, como si no pasara nada; como si acaso algún instante te hubiese merecido. Te quiero en la locura de querer querernos, en la voz que te resopla la garganta, esa que perezosa se me asoma a la boca hasta treparme el amor para endulzarme el cielo de la boca... Para zurcirme las velas del velero. Por colarte en mis abriles yo te quiero, al surcarte el aire y despeinarte el pelo.

Te quiero porque al fin no hay más, porque jamás tuve que decidir después de tanto caminarnos la búsqueda. Tras las esquirlas de los amores que tanto nos quisieron, que nunca nos amaron, te quiero. Por el pacto lacrado aquella noche en los tacones de la luna.

Te quiero porque supe que eras tú cuando al fin fui yo.

EL VÉRTIGO DE LOS DIOSES

"Muchos hombres se enamoran de un hoyuelo y cometen el error de casarse con la chica entera".

Stephen Leacock (1869-1944) Escritor canadiense.



Apenas la vida, mi vida se llevó ese roce al viento; no más que mi universo en sus andares se llevó. Se ha derramado el firmamento, cariño ¿Crees que no te quiero?

Yo no soy sin ti, no hay más, por eso me marcho, por eso he muerto en esta carta. Yo que olvido caminar sin tu gobierno, sin mi prosa reluciente relatiéndote las costillas ¿No ves? Me tuerzo en los renglones si no estás ahí reina, si no apaciguas mi desvelo... ¿Para qué la vida si no ordenas esta azotea de sílabas traviesas, inquietas por parirte otro poema?

Eres más yo que uno mismo, pero hoy me ha estallado el cielo en las pupilas. No es cuestión de sábanas prendidas, mueran los amantes... Sabes que jamás te haría eso; la trampa es obra de necios. Ni siquiera sé su nombre, lo juro, apenas sí me surcó de aire el pelo en la plazuela al caminar, pero me salieron alas a su paso. Fue cruzar... cambiar de acera... y se fugaron de mi luna las mareas ¿Y crees que no te quiero? Voy a morir de amor querida, me he desgarrado, me... me he despellejado el alma intentando limarla; extirparla de mis ojos ¿Sabes? He vertido su perfume en el estanque, pero trepa los nenúfares; me azota el olvido y se encabritan mis razones. Poseerla hasta el fin de los tiempos... Sólo así enferman de vértigo los dioses.


Marcho amor porque te adoro. Porque a ti no puedo sino quererte entera, completa, perfecta en tu acabado, como siempre. Pero la he visto, un segundo eterno y esta verdad me cuelga de la boca, a ti no sabría mentirte. No hay cobijo para tres bajo este maltrecho pellejo podrido de latir, menos aún cuando de mi existencia siquiera nada sabe el suyo. Me quedaría amor... Me quedaría para siempre contigo, pero existe. Existe y tengo que marcharme de mí.

PRECIPICIOS

"La amistad es el amor, pero sin sus alas".

Lord Byron (1788-1824) Poeta británico.


Ven, sólo ven. Olvida los escombros, el pasado ya es pasado, sólo ven.

Limpia de una vez nuestros rincones, tállame el delito, márcamelo a fuego y cárgame de errores; dámelos enteros, no te dejes nada. Cada desliz, cada omisión... Todo tropiezo dámelo exacto, tan fiel que lo haga mío como el poema que nunca te dije. Así de íntegro, intacto en su dolor entrégamelo, sin más culpables que este yo tan nuestro antaño.

No hay declive ni profundidad, apenas desnivel en tu latido. Tú no sabes otear desde el barranco, aún no. Apenas sí sueñas precipicios, incluso llegas a asomarte, de puntillas, temblorosa, pero pisas en firme créeme; tantos matarían por morir en tus pupilas... Deprimirse es un estado, la tristeza es otra cosa. Ojalá nunca te roce la vida, porque te cimbrea los pilares del cielo ¿Sabes? Mientras desconozcas el olor de la nada, cada día deberías agradecerte el milagro de estar viva.

Sólo habrá pena mientras quieras llorarla, mírala sino a los ojos y hallarás sus tropiezos, todos los tenemos. Dificultades, ahogos, problemas, contratiempos. La tristeza... La tristeza es otra cosa, créeme. Las caídas no son sino para levantarse, de lo contrario, eres tan injusta con el universo... Déjame enfilarte el decaimiento, inflarte ese desaliento libre de manos y ven, sólo ven. No temas, ya estamos vacíos de amor, apenas algún guiño que travieso se nos soslaye hacia el ayer.

Acéptame la vida, ya no quiero tus labios ni tú mis restos, sólo verte feliz. Olvida al pícaro que te sedujo, la sagacidad para embobarte se me antoja nada cuando no hay mayor belleza que sonreírte la boca.

REMANSO

"Son mis ilusiones infantiles las que todavía me hacen decir si percibo una fisura en la coraza de un hombre: no todo está perdido, hace falta poco para hacer palpitar a ese corazón detenido".

Elías Canetti (1905-1994) Autor búlgaro en lengua alemana.


A veces a uno se le plantea ser y le da por pensarse. Sosiega su prisa, repara en una nube calma o se aisla en la esencia que encierra la sombra de un árbol. Y es desde ahí, ausente en esa quietud transitoria y anodina, desde donde unicamente consigue alzar su vuelo no ya al horizonte venidero, sino hacia el sendero transitado.

Hoy me ha sonreído la boca al mirar atrás, al vaivén de días anclados al oficio de existir, de dar vida a las palabras hasta concederles vuestra voz, hasta otorgarles ese olor propio a rezumar. Zarpó ya año y medio de pupilas generosas, de corazones en tinta y uno apenas sabe qué decir. De un confín a otro del mundo me ha surcado cada lengua en su lenguaje, cada verso y su mensaje, cada aliento a mi equipaje... Los zarcillos, las alondras... Cada guiño de la luna ha descorchado el nuevo año, como si aun yo supiera escribir, como si apenas de mi brotara el cante.

Por eso necesitaba dar las gracias a todo aquel por prestarse a prestarme su tiempo, por rebosarme la maleta con quinientos corazones, por hacerme infatigable al abandono de las musas y sentirme parte de vosotros, los pocos de siempre; la esencia de esta pluma. Por soñarme patrón del verbo exacto, del poema certero y la metáfora absoluta. Por lo indiscutible del demérito de este novicio practicante al que sólo le late escribir, al que sólo le late cantar... Gracias.