RÁFAGA DIURNA

"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única".

Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

AMOR ORQUÍDEO


"Una mujer sería encantadora si uno pudiera caer en sus brazos sin caer en sus manos". 
 
Ambrose Bierce (1842-1914) Escritor estadounidense.



Yo te amaba por encima del mundo, casi tanto como para techar el cielo con tu belleza.

Te amaba de un modo atemporal, como ama la vida aquel vigor de la existencia misma, casi como para despeñarme en la locura de un amor tan infinito; tan robusto que espantó aquel hecho mismo de querernos en el tiempo.

Yo te quise hasta inquietarme de apego, de ternura desbordada. Te quise como nadie te ha querido ni lo hará ya en otra vida, porque fuimos la raíz del otro, un corazón a medias en pleno centro del latido compartido hasta la vida, desunido hasta la muerte. Yo te quise y no llegué a entregarte más que en versos mis razones, mis motivos para darte apenas tanto como pude, como supe haberte dado. Por eso fuimos grandes por encima de mortales, de razones y posibles, justo hasta ese día en que estuvimos ya de paso.

Yo te amé hasta que el amor fue cuestión de perdurar, de extendernos en los días. Algo así como danzar el baile por el hecho de bailar, sin tus manos lamiendo lento el leve aire que nos separaba. Te quise y lo hice bien, con la elegancia de un amor orquídeo hasta aquel beso en que dejamos de pujarnos, en que nos descubrimos tímidos, desnudos ante la luna como cuando aún nada había comenzado. Te quise hasta extender el amor, hasta dilatarlo por el cobarde miedo a perderte; como dos rectas paralelas que prometían alcanzarse en el horizonte y ya en el punto de partida oteaban sus destinos.

Yo te quise hasta esa mañana en que ya no nos necesitamos, que perdernos fue sencillo sin un porqué que llevarnos a la boca. Yo vi subsistir al cariño en un abrazo raquítico, tan conciso que se tornó escaso, derramado entre los dedos. Por eso marché, porque prolongarnos la pasión era querer eternizarla y yo... Yo no quise pervivirnos hasta borrarle las dos alas al amor.

QUERERTE SIN PERMISO

"Hay que querer hasta el extremo de alcanzar el fin; todo lo demás son insignificancias".

Fiodor Dostoievski (1821-1881) Novelista ruso.


Yo voy a quererte sin permiso, eso es lo justo. Lo haré desde dentro, sin indagar en los aledaños de tu vida, sin importarme siquiera lo nuestro. Lo haré como debo, como quiero que me quieras, insensato ante la lógica del amor cauto.

Voy a quererte porque no necesito que me quieras para quererte tanto como lo hago, porque la licencia es sólo mía y como tal la tomo, a mi antojo y cuando guste de tomarla, ante tus titilantes ojos de almendra centelleante. La conformidad es algo esencial en ambos, pero yo acostumbro a andar a trompicones, a musitar en pleno fragor de la cacharrería amor, por eso huyó de mi la luna ¿Sabes? Por eso escribo versos en la sombra.


Yo me oriento hacia tu pausa niña, bien lo sabes, por eso no requiero concesiones. No, yo no necesito tu consentimiento ni la frágil sabienda de alcanzarlo ante tu boca. Yo a ti te quiero desnuda en la corteza de tu alma, no preciso del aplauso, sólo sé que debo amarte cuando tú menos lo esperes, porque así baila la llama, porque así me naces dentro. Yo me encamino a quererte sin presente ni pasado, lo hago en las alas de este corazón atestado de aplomo que al fin se desboca, que al fin se despoja de temores y suspicacias para amarte libre, exento de culpas y tapujos banales que sólo nos quiebran el beso amor, que por más vivir nos dejan huella.

Voy a quererte infatigable, cuando menos sientas que te quiero, porque ya sólo me salva tu risa y eso es tanto como temerte; temer tu huida en mi desventura... Por eso me he adiestrado en halagarte con el mimo de las flores, para que nunca salgas de mi vida, para que el cuarto siga oliendo a caramelos.

Yo voy a quererte sin consentimiento, aunque quizá lo tenga hace ya tiempo, quizá tan firme como el pulso de ganarnos cada noche, pero me basta... Me sobra quererte tanto... Tanto como lo hago.




EL BORDE DE UNA CARICIA

"El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en que ya no nos dejan soñar que no nos engañarán nunca".

Víctor Ruiz Iriarte (1912 -1982) Dramaturgo español.

Él la mira de soslayo como quien se destierra a la utopía. La mira en lo imposible de algún beso que llevarse a la boca... pero la mira.

Sabe de su propio recelo al pecado, al solo desliz de desearla por saberla tan soberbia, tan magnífica en su condición de mujer bella, tan inalcanzable como reta un poema a la luna... por eso la mira. La mira por lo inadecuado de adecuarse a su cintura, inasequible a sus dotes de galán trasnochado, por eso la contempla de por vida hasta que muera la muerte.

La mira y no puede por más que pausar la prisa ante lo irrealizable cuando ve que el universo entero le regala su sonrisa mientras fascinante ella apura su último cigarro. Porque nadie jamás había fumado de un modo tan maravillosamente bien estudiado la quería suya, porque nadie tuvo nunca unos brazos tan fríos como para sostenerle al alba un Sol que por nunca les naciera, ahora que al fin la noche se les antojaba eterna.

Cauto en la inspección de lo incorrecto, de lo vetado a lo voraz de sus anhelos la mira, absorto en sus pestañas como si al cimbrear se flexionara el mundo hasta cazarlo en su mirada. Él la observa remoto, alejado de sí desde el impracticable borde de una caricia, como si al fin divisara tierra firme allá en sus manos, justo a un paso de su sombra mientras cuida no pisarla, no rozar siquiera aquel contorno suyo que a su paso va dejando tras de sí.

EL VUELO DE TU FALDA

"El amor auténtico se encuentra siempre hecho. En este amor un ser queda adscrito de una vez para siempre y del todo a otro ser. Es el amor que empieza con el amor".

José Ortega y Gasset (1883-1955) Filósofo y ensayista español.


Cuando desaparezca de ti, cuando apenas quedes tú en tus ojos de princesa rebelde, has de saber amor que hice de ti cuanto supe, cuanto pude por acorralarte en estos brazos desunidos en tu ausencia.

Porque llega así la vida huracanada cualquier tarde de domingo y nos arranca, nos descepa a uno del otro por más besos que te talle allá en la boca, por más charcos que de mares revistamos la mirada.

Algún día, venidero a pies juntillas te enlazaré a la luna, lo sé porque de amor se aman los hombres... pero amar... yo te amo indefenso amor. Yo te quiero tan entero en mi entereza que me duele andar desnudo por tu vida. Y te adoro en cada calle que le piso al mundo, en las manos que le trenzas a mi pelo cuando despeinas mis mañanas, como nadie sabrá nunca hacerlo sobre la faz de la tierra.

Porque llega así la vida rabiosa y recia de madrugada volcando estrellas, rebañándonos las ganas de ganarnos bajo nubes de algodón y todo cede, todo calma para siempre. Porque sé del hambre que me muerde cuando raso vuela el vuelo de tu falda amor, aqui entre las costillas niña, matándome a poquito como tercia en soledad el pesar de los boleros.

Cuando abandone este barco tan nuestro, tan bajel, tan velero... miraré las golondrinas de este patio como lo hago ahora, ahora en que nos amamos sin tahúr ni trileros, y recordaré las tardes en que acompasábamos el tiempo, como si nada durase, como el par de corazones eternos que aún nos late bajo el pecho.

DELINQÜENTES Y POETAS

Tras meses de infatigable trabajo y encierro clandestino en el estudio de grabación. Después de haber visto pasar de lejos el interminable verano bajo un Sol de justicia al amparo de guitarras y cajones… La espera mereció la pena con creces y al fin en El desván del Duende sacamos a la luz el primer single del que será nuestro tercer disco.

Tercer trabajo que llevará por título “Besos de Cabra” y saldrá a la luz para toda España en pocas semanas.

La canción que abandera nuestro primer single se titula “Delinqüentes y poetas”, en cuyo videoclip El Desván del Duende brinda un más que merecido homenaje a la figura del inimitable Migue Benítez, voz y alma de Los Delinqüentes, quienes han querido compartir de nuevo con nosotros corazón y melodía para esta nueva andadura musical.


Para esta ocasión, nuestro ya tercer trabajo discográfico, en El Desván del Duende daremos un golpe de autoridad e identidad propia con un abanico de nuevas canciones cargadas de positivismo y buen rollo que abarcan un espectro musical sin precedentes siempre desde el prisma y la base indispensable de la rumba trotona pegadiza cargada de mimo sutil en cada letra.

Os brindo el adelanto invitando a que lo movais entre toda vuestra gente, colgándolo en Facebook, twitter, tuenti o en el balcón de vuestra casa. La crisis se combate con buena música, no hay mejor remedio.

Besos & mordiscos.

LA VERSATILIDAD DEL VERSO


"La novedad atrae la atención y aún el respeto, pero la costumbre lo hace desaparecer pronto; apenas nos dignaríamos a mirar el arco iris si éste permaneciese por mucho tiempo en el horizonte".

Berthold Auerbach


En estos vertiginosos tiempos que corren uno tiene la sensación de tener por extraña obligación variar el giro del mundo. Como casi todo se me antoja inalcanzable, más bien decepcionante cuando miro ahí fuera; al menos aquello que tengo en mi mano si voy a volcarlo, voy a girarlo porque me apetece y puedo.

Porque quiero rescatar del pozo de la memoria mis queridas palabras, esas que brillaron y ahora casi rozan el olvido. Momentos plasmados con el iris en pleno centro de un renglón torcido, como postales infinitas de este recorrido por los años que ya nos separan... Porque lo merecen y necesito insuflarlas al mundo en su propio rescate ¿Acaso existe causa mayor?

Hoy simplemente desperté con ganas de cambio, no sé cuanto tiempo durará, quizá un mero día, apenas la vida... Merece la pena.

EL BORDE DONDE TERMINA EL MAR


"No existe nada más interesante que la conversación de dos amantes que permanecen callados". Achile Tournier (1847-1906) Escritor francés.



Érase el galán en su galantería de fino encaje deshojándole a una vela en plena noche el leve encanto de un poema. Poesía de alcoba ensimismada ante sí misma, ante todas y cada una de las letras que la vestían de musa para saciar el aire de belleza.

Éranse sus manos obstinadas en la sombra bajo el fulgor de aquella vela suya, insurrecta y traviesa en su poso de cera lacrimosa ante aquel verso. Verso que coqueto jugueteaba a mirarse en los oídos de la luz, a resonarle a sus pupilas relucientes un confín de caracolas enjauladas entre dos párpados.

Érase aquella tinta iluminada que tantas veces soportó ser a oscuras centelleando ante su amante, feliz pese a lo afímero del segundo en que le adivinaba al poeta su valía posada sobre la pluma de aquel, mientras él callado la observaba, enamorado de la elegancia que aquella noche por fin desdeñó a la luna.

Érase un poeta absurdo tolerándole el paso al tiempo ante la luz que se apaga, que tan atenta miraba aquel lienzo suyo manchado de letras, de la cera que dio vida a aquel verso... Y fue entonces, justo ahí, en aquel borde donde terminaba el mar, donde se amaron al fin por siempre arte y ser, como nadie jamás supo quererse por lo absurdo de lo bello, de la magia que en instantes como aquel hizo grande a la vida, por lo irrecuperable del momento en que besaron de amor inquebrantable aquel rincón suyo ahora tan olvidado.

EL CORAZÓN DEL ASOMBRO

"La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno es joven".

Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.

Ya nos vamos conociendo amigo mío, porque cada día te veo comprenderte peor pero te averiguas a ciegas, como sólo tú sabes hacerlo, sin que moje al mundo que nos rodea una sola gota del aguacero que callas.

Ya nos vamos sabiendo las maneras donde nada ni nadie nos alcanza, justo donde todo se nos rompe aquí adentro hacia el otoño para recomponerse aciago un instante después. Tú y tu cáscara de nuez en plena libertad coartada, en la esencia misma del aroma que a diario compartes conmigo en el espejo.

Tú y tu barranco de versos despeinando a la luna, ese es tu pulso al olvido, esa fe tan ciega como para verlo desde arriba sin temerlo, apenas llorarlo a deshora. Creciste de golpe con el alma hecha veleta y fuiste tanto como quiso ser por ti la vida. Porque crecimos con el reflejo de un velero en el charco y nos amarramos tanto; tanto a su vela que apenas la dejamos henchirse para seguir juntos adelante.

Tú y tus benditas malditas canciones, jarabe de rosas para el infeliz que llevas dentro saliéndote a borbotones por la garganta cuando todos aplauden, en ese instante congelado en que todo siempre se nos antoja mejor. Son treinta en pleno pasmo, en pleno gesto de estupor... Son treinta y el vértigo se acicala de domingo en cada tarde que vuela, como los sueños soñados que uno quisiera conservar para siempre.

Justo en el corazón del asombro son treinta años... y tú admirando las estrellas.

EL MENOR DE LOS MALES


"Tenía tan mala memoria que se olvidó de que tenía mala memoria y se acordó de todo".

Ramón Gómez de la Serna (1891-1963) Escritor español. Autor de Greguerías

Te olvidé como se olvidan las cosas que no interesan, sin malicia, sin venderme a cualquier precio. Lo hice desde esta nueva posición, obligado a crecer más y más, no ya sin percibirlo, sino como el resto lo hizo siempre.

Te arrinconé porque soñar salió al fin caro, porque llenar el saco de años sin más aniquila los atardeceres, el espigón y su oleaje, pero no es más que vida al fin y al cabo. Deseché tu prisa por pausar la mía, porque hacerse mayor tiene estas cosas por más flores que florezcan. Sacarte de mí a fuerza de nada, ahora que el otoño me abofetea en pleno renglón y las ofertas salen tan caras...

Discreto y obstinado, así te retiré de mis adentros, como si no pasara nada, como si de lejos siguiera siendo el mismo algo más triste. Yo te abandoné por la necesidad de perderte, de vencer al niño que gritando me sonríe dentro cuando más lo necesito, cuando reconforta seguir echando a flote mi barquito de papel... Porque esta prosa de alcantarilla me miente cada vez menos, como mi parque de siempre al que ahora acude el mundo mientras taciturno observo en la distancia.

Te aparté al fin por marchar a ninguna parte, por adivinarme ante el espejo como el hombre que al fin soy tras tu fuga; como se ocultan los celos que viven por siempre en uno, a sabiendas de que estarás ahí mientras siga embistiendo a los días como el menor de los males.

QUERERSE EN PEDAZOS


"El deseo muere automáticamente cuando se logra: fenece al satisfacerse. El amor en cambio, es un eterno insatisfecho".

José Ortega y Gasset (1883-1955) Filósofo y ensayista español

La calle en que se conocieron hablaba de flores prendidas de los balcones, como un par de pendientes que a cada reja le recolgaran gráciles cual zalamera mirada.

Corrían aires de libertad sobre las viejas persianas, bajo una cepa de nube que a bostezarles sombra vino. Trotaban galopes de viento con recelo a primavera y un rubor de adolescencia se les posó en la mejilla con la finura del desconcierto que al amor precede.

Y se hizo tarde. Se hizo tarde este mundo para habitarlo a medias en plena huida de juicios. No había nombres aún, apenas la voz que a dos gargantas una simple presunción le adivinase; pero no eran aún y ya fue tarde, a pesar del asombro de encontrarse al fin, entre tanto mundo, sin soltarse la vista entre cal de farolas, atados de por vida al desmentir de la ventura junto a la plazuela.

Era aquel el día, de sur a norte lo predicaba una alondra, pero la vida llegaba tarde a su soplo de amores, justo en vísperas de un corazón revuelto entre pestañas. Y se apresuraron a calzarse los ojos del otro antes de que estallara el latido que les tambaleaba la madurez... pero era tarde. Tarde y se les mermaba el presente codiciando aquel beso mientras alado volaba sin retorno el instante más feliz de sus vidas.

La calle en que se vieron hablaba de flores y hoy la cruzan mil pasos que ya no preguntan por ellos. Ellos, que por certeza se condenaron a extrañarse hasta la muerte se desgastaron de cerca hasta quererse en pedazos, con el furor de los mares desatados en aquellos breves segundos, para siempre, como aman las orillas destinadas al trayecto... Al trecho de rozarse sólo en lo perdido.

LA ELEGANCIA DEL OLVIDO

"El pasado nunca se muere, ni siquiera es pasado".

William Faulkner (1897-1962) Escritor estadounidense.

Ella lo vio en ese espacio justo que distaban sus bocas, justo entonces, cuando todo era irrompible en aquel callejón marinero, maravillosamente imposible al principiar de dos amantes, como ese único beso en que al fin lograron besar tantos años desbesados; infatigable hasta verse posado en los labios ansiados, de otros ojos a los suyos sin pedir permiso al mundo.

Y ahora él tenía que volver a charlar con ella, debía verla de nuevo y arrugarse ante su grandeza cuando pisara la calle, porque necesitaba ver estallar al amor de nuevo en cualquier esquina como entonces, rescatarse de sí aunque fuera un segundo… Pero ya no estaba allí, apenas compartían planeta, mas era éste, tristemente éste el mismo en que se amaron hasta quebrar el pecho, hasta olvidar las ganas de ganarse al otro.

Porque ahora ya no se jugaban la vida, ya no eran tan valientes, tan inevitables en sus refugios. Ahora callaban cuando tenían que callar, cuando se tornaba imperdonable perdonarse el paso, el salto al abismo en que hoy a veces se recuerdan. Porque al vuelco del corazón aún recuerdan las gaviotas, aunque vuelvan a mentirse, como niños soñadores descolgados de una nube.

Partir hacia atrás es avanzar en busca de nada, una nada que contenta, que complace a los poetas anegados de nostalgia y soledades compartidas. Pero para ser poeta no basta con juntar letras, ni siquiera perfumarse de pericia ante la pluma, escupir rimas ni versos... Para sentirse poeta hay que dolerse en lo bello. Para ser poeta has de ver morir al amor alguna vez en la vida.

DESAPRENDERNOS

"Que cada cual siga su inclinación, pues las inclinaciones suelen ser rayas o vías trazadas por un dedo muy alto, y nadie, por mucho que sepa, sabe más que el destino".

Benito Pérez Galdós (1843-1920) Escritor español.

Así, sólo así burlaremos al olvido. Justo así, de este modo tan cobarde, tan medroso ante lo obvio.

Si hoy salieras por esa puerta con mi beso encajado tras la lengua habríamos acuchillado a la rutina por la espalda; el universo volvería a ser variable, pero dejaría su fragilidad al descubierto. Una simple tarde de domingo desandada en el mundo y estaría caduco, hueco sin tu llamada. Y todo volvería a ser nuevo, cierto para ti en estas manos que se mueren por rozarte, pero yo... ¿Qué haré yo el día que ya no estés? Cuando el callejón que enfila tu puerta siempre esté ahí, esperando a que lo cruce y se me encharque el alma de momentos.

Dos extraños no se percatan del peligro inabarcable del amor, de su fantástico predominio sobre la voluntad más recia. Si te acercas, si me abrazas ya no podré volver a sentirme descuidado un solo instante, lo veo en tus ojos, porque tienen el brío de cien mares desatados y yo... Yo ya naufragué en otros hasta avistar el cielo en el fondo mismo del pozo. Desconocernos es el modo más valiente que encuentro para seguir vivo, ahora que aún no somos; que apenas a pujanza alcanza el juego.

Aún no arranco flores para ti, ni me asesinan las parejas abrazadas en los parques porque no comparo, no equiparo aún amor al destino venidero ¿Dónde va a caber sino tu sonrisa cuando nos desatendamos? ¿Cuando desaprendernos se nos antoje inalcanzable? Reiré entonces impávido entre amigos cuando aflore tu nombre, con el corazón descolgado del pecho, anegado de ti hasta los suburbios de mi ser. Reiré y entenderé entonces, sólo entonces que abarcabas demasiado, que inundabas con tu sola presencia.

Así, sólo así burlaremos al olvido. Ahora que nada se corrompe, que nada aún se nos ha estropeado; como un par de extraños que se esconden de sí mismos ignorados, mudados de la vida del otro. Te quiero tanto que no puedo por más temerte, y si no te beso niña... Si no te conozco, nunca tendré que perderte.

LA DUEÑA DE MI MELODÍA


"El amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren"

Joaquín Sabina. Cantautor español.


En los mapas del cielo veo tus ojos. Observo cómo zapatean sobre las nubes, lejos de las frívolas farolas que acunan mi balcón. Allá en lo alto, ágiles enredando como siempre en mis adentros sin saberlo, zascandileando como un par de cascabeles revoltosos que tintinean en la cima del mundo.

Los miro detrás de mis ojos y recuerdo recordarme sus maneras, a pesar de tenerlos al lado, arropados tras sus pestañas apenas a un palmo de cama surcada de alientos, de seres descalzos y nidos de alondras. Y pienso en ti amiga, en los días de ausencia en las manos ahora que somos maravilla en la boca, despertándole al mundo las ganas de amar tanto... Tanto como quieras que queramos.

La dueña de mi melodía se duerme despacio, con la sonrisa pintada en los labios despintados. Se duerme y me asalta la fortuna de irrumpir en su reposo, con mi dedo en su contorno, fiel perfil de mi locura, contemplando a la belleza misma postrarse ante su cara. Y no busco ser para ella más que el propio ser que soy, apenas la frágil barquilla que la mezca ante la luna... Porque no quiero más que verla. Verla a todas horas, como juegan los niños a cabriolearse los años sin reparar en su fuga.

En los mapas del cielo veo tus ojos y no quiero nada, no necesito siquiera la vida más que por vivirla a fin de cuentas. Te tengo y me sobra esta cordura que me ata a los días, porque en tu piel se hace el año primavera y la dicha... La dicha de lo nuestro encela a la propia envidia amor.

LOS OTOÑOS QUE NUNCA FUERON

"Quitad de los corazones el amor por lo bello, y habréis quitado todo el encanto a la vida".

Jean Jacques Rousseau (1712-1778) Filósofo francés.


A las claras del día te llevaré hasta allí posada en mis alas para que al fin muera la ciudad, acuchillada a besos en un amanecer de vida.

Y lo haré despacio, fracturando los bolsillos de urgencia; con la misma diligencia con que llegaste a mis días, sin reflexión ni juicio, presta en tu solo modo de mirarme. Y te llevaré al olor de mi ayer más lejano para que sepas quien soy, para que te desbarate como a mi el levante cuando nos muerda el pelo. Iremos para que nos trepe la marea, porque sólo allí aprenderás a violar los relojes ¿Sabes? Ahora sólo irrumpo en su caricia cuando ciñes mi mano a la tuya. Y debe ser por algo amor, por algo demasiado colosal como para obviarlo un solo minuto más y necesito encontrarme; escapar de mí para hallar aquel sentido que escupía sonrisas a cada instante vivido.

Los otoños que nunca fueron tienen que estar allí, atrapados en algún latido breve, en algún arañazo de bocas revolcadas en la arena. No hice más que desertarles el abrazo, repudiar aquellos aires de hoja caduca y ahora daría mi vida por rozarlos siquiera, por alimentarme de sombras... Los pasé por alto bajo tanta primavera y ahora... Ahora necesito evocarlos de cerca, cara a cara. Respirar una última vez todo aquello que era mío y ya perdí para siempre, hoy que ya no le tengo miedo a la vida, sólo a su nostalgia.

Te arrastraré sí, bajo esta ropa mordida de recuerdos hasta ese universo que encierro de orilla a orilla y podrás al fin apartar cuanto te sobre, rehuirle al colectivo lo mundano de su prisa, de su impaciencia por tener hasta henchirse de ansia el vientre. Yo... Yo te llevaré justo donde colinden tierra y mar, a ese límite del mundo que todos dicen conocer pero ya nadie paladea. Y vendrás para que mi patio linde con el tuyo al ver la tarde tornarse caramelo, cuando el techo del mundo tenue se acicale de estrellas y muera en los labios de la luna la menguada lengua del sol.

SOSTIENES LA MIRADA


"Las palabras están llenas de falsedad o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón".

William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico



Un par de ojos se alzaban sobre el gentío. Trotaban, se desplomaban sobre el bullicio incontestable. Graduaban su ajuste al paisaje engarzados en un halo de humo rancio; vetusto y deslizante sobre el filo de otra copa.

Revoloteaban tediosos circunvalando cada gesto, cada esbozo de ser retratado bajo el rostro de la manada. Graduales hurgaban en lo ajeno, en busca de nada, a la espera de todo cuando fueron sorprendidos, rozados siquiera en su capacidad de asombro. Fue una décima de segundo, apenas una eternidad en que sustentar el hambre de amor que les duraba ya cien vidas.

Era ella, ella entre tanto cosmos y le había sostenido la mirada. Una maravillosa cualquiera que le cruzaba los cometas; la llama que aviva el rebrotar de otra nueva ilusión quien le había agarrado el tránsito para rescatarlo de sí. Era ella. Fascinante ella y le había sujetado el parpadeo, complacida en la inspección fugaz que hasta ese entonces se derramaba pobre sobre la barra.

Le sostuvo la mirada y se atravesaron las almas en busca del todo. Eran ya titanes sobre el mundanal ruido; el hambre de hazañas, conductas y hechos surcando aquel techo. Se habían soportado el choque de pupilas y ahora les urgía alimentarlas, reforzarlas presurosos hasta consolidarlas antes de que se les derrumbara la confirmación ajena... Pero no había ya nada que temer; era para entonces aquel par de extraños uno, indisoluble ya en otros labios forasteros.

Un par de ojos se alzaban sobre el gentío y ella respaldó su causa, su manera de divisar el azar en un soplo de vida. Secundó su acecho, su fisgoneo como asoma siempre el niño a lo prohibido... Y le dobló las cañas afirmándole lo cierto del encuentro, del extraño que por siempre ya perduraría en una sola mirada.

CRÍMENES PERFECTOS



"Nadie es más solitario que aquél que nunca ha recibido una carta".

Elías Canneti (1905-1994) Autor búlgaro en lengua alemana.



Y cómo ibas a saberlo cuando el sentir no es de ida y vuelta. Si no se advierte más que aquí, al fondo de esta pecera amurallada de gaviotas, justo a orillas de este corazón afónico de aullarte.

Sentir igual a veces no es más que labrarse otro vacío, otra posibilidad más de extrañarte por siempre, hasta la cepa de la locura... Pero eso sabes que nunca me ha importado. Porque siempre hiciste único el placer por el vértigo, ese de agarrarme resbaladizo a la idea de tenerte, de inventarte mía con las yemas de los dedos, como si nunca fueras a escaparte de mis días. Asido por siempre; aferrado a ti con la sutileza del vuelo de las mariposas, tan firmemente sujeto a tu vida que tu solo aliento me cimbreaba el sentido de vivir, rasgaba mis velas y yo... Yo sólo supe quererte.

No como los hombres amor, no como lo alcanza el corazón al tropezar con unos ojos abiertos al amor, no. Yo... Yo a ti te quise como al aire una cometa, precisándote por siempre para alzar el vuelo niña, con la fuerza de todo el universo inabarcable enjaulado entre los labios y ahora... Ahora apenas si alcanzo a esperarte en esta periferia de la primavera, porque aprendí a olvidarte cada noche en el recuerdo, a no recordarte más que en el corazón del olvido. A sabiendas de que no vendrías, que envejecíamos a la espera de lo imposible, te extrañaba la grandeza.

Justo a estas afueras de mi vida sin mí te aguardaba, como si aún nada hubiera enmudecido bajo la piel de este cuerpo. Desvelado a sabiendas del sueño compartido ahora que amaneció al fin, que tomo consciencia de aquella muerte lenta; ya no aguardo tu aflicción pues me hiciste libre y eso... eso es tanto... como perfecto el crímen de evocarte. Desordenados nos obviamos la justicia y se hizo tarde, demasiado como para volver a colgarnos de las nubes y arriarte la luna desde este maldito balcón desvencijado de anhelos. Caduco como el amor que se profesa a un perro en navidad, me adoraste desde los aledaños de la estima, allá en los suburbios del verbo amar y me agarraste las manos; estas manos tan mías... Pero lo hiciste tenue, de un modo tan frágil que jamás pude soltarme amor.

CARAMBOLAS Y VOCABLOS


"El éxito es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo".

Albert Camus (1913-1960) Escritor francés.

Son algo más de dos años de constancia, de carambolas y vocablos, de fotos ocres maceradas hasta libarles el tuétano. Más de doscientos textos jugándome la suerte; gente a quien amé ya lejos de mi vida, gente a quien obvié sonriéndome los dientes...

La vida tiene estas cosas. Y vas y te levantas una mañana como esta y te sientas tranquilo, relajado y cómodo a pensar frente al balcón en el sonido de una cifra. En el ángel que guarda ese puñado de pétalos, de rincones inexplorados; tan desconocidos como familiares cuando se ilumina un punto rojo en el confín de los siete mares.

Somos algo más que la palabra, que el verso retenido tras el iris... Ya sí, amigos. Después de esta procesión de sabores, de arrumaco a los sentidos compartimos al fin algo hermoso como la luna que nos guiña desde arriba. Gracias por desacotarle el límite a la perspectiva, por estos cien mil corazones que hemos compartido al menos durante un minuto el terciopelo del alma. A los que estais siempre ahí, al otro lado del mundo y a los que guardan la virtud y el buen hacer de no pronunciarse tras leerme la tinta gracias, por haberme hecho tan feliz durante todo este tiempo.

Nos veremos en las nieves del olvido, quizás en un jardín de madrugada como tantas veces tracé. O quizá sólo nos intuyamos en el perfume de un acorde, en las venas de otro amanecer cargado de historias, de celos por contarle a la lluvia... Pero estareis allí, ya siempre entre mis letras floridas, henchidas de esta Palabrafernalia que hoy brinda en vuestra copa.

Gracias por soñarme los versos, gracias.

EL LENGUAJE DEL MUNDO



"El bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen".

Rabindanath Tragore (1861-1941) Filósofo y escritor indio.




Érase una mujer cualquiera colgada del permiso de unos labios. Apenas altiva en su menudez transitaba las vías con el fin de caminar, lejos de entablar rumbo. Reía justo en el centro de su propia boca, bajo las dunas de sus pómulos hollados. Y lloraba, lo hacía abrazada a un bolero, con la rima del balcón hueco de príncipes, como cualquiera lloraría... Pero silenciaba sus desidias con el tesón del marino que expectante contempla su anzuelo vacío.

Érase que se era algún hombre vacío con cara de ausencia aguardando la lluvia, por si viniera a cesarle la grieta, como si calarle fuera a alejar los mapas que ella imperaba hasta borrarlos del horizonte. Apenas huraño en su regusto a desengaño pendía de la vida como el mutuo amor que una vez profesado se remuerden vino y olvido. Y se hacía viejo; más y más añoso mientras las aves teñían de amor las calles en su danzar de alas, bajo la atenta mirada del aire recién surcado.

Eran dos seres más pero miraban los charcos y tropezaban consigo, porque les convergían las manos en fotos ancianas, porque la sangre al fin no les latía de distinto modo... Eran sin más pero en su estampida del cielo, justo donde ya nada ni nadie los rescataría, hablaban sin saberlo el lenguaje del mundo. Porque eran insuperables en esa mediocridad que los hacía únicos, en su tejado aceptable, en aquellos besos pasados tan comunes, tan finamente corrientes que los anclaba a la tristeza de añorarse.

Eran no más que prosa ante la galantería del poema de la vida, apenas los parques tatuados que ayer cómplices reflotaban a su paso. Serían por siempre dos cuerpos normales versando de nada, de no ir al baile, de lo ordinario de sus tactos tan metódicos, tan moderados como el de cualquiera... Pero entre tanta uniformidad, bajo tanto ser pasable, eran tan irrepetibles; tan magníficos por no querer... Por no saber dejar de amarse en lo callado, sobre el abismo que los separaba, que enjaularon la luna tras las pupilas para jurarse volver a ser uno.

SIN SABER QUE TE ESPERO


"Hay quien ha venido al mundo para enamorarse de una sola mujer y, consecuentemente, no es probable que tropiece con ella".

José Ortega y Gasset (1883-1955) Filósofo y ensayista español.


Tenías la bestia en el corazón, arrinconada en su trinchera, desafiante como yo. Tenías la bestia enjaulada, refugiada de besos, de amores que matan... Por eso vine, para que marchases a mí tan frágil como quisieras.

Había pasado esta vida sin rogarte el aliento, con tu mismo oleaje en la garganta, a gritos contra el universo. Había acatado los días de ser, tan crudamente enemistado con el mundo... Había pasado la vida sin saber que te espero, sin saber que eras tú, como si todo lo bello pudiera estar acaso en otra parte. Yo te aguardaba la huida de todo y jamás pude entenderlo, hasta ese instante bendito en que entraste en mis ojos para habitarlos por fin... Cómo iba a ser si no. Sabes que me enamoré de inmediato aquella tarde y todo milagro merece el poema que en sí alberga; apenas lo supe hasta esta mañana en que olvidé darte las gracias por ti, por doblarme siempre la mirada en una misma dirección.

Por si se nos tropezaran los besos cualquier tarde, en el minuto más insospechado, necesitaba que supieras que se me ocurrió quererte pese a todo, a sabiendas de que nadie se lleva nada, que morimos y todo se queda en la vida amor, porque pasa de momento, porque nada escapa a ella... Marcharemos un día sí, como todos, porque han de venir nuevos amores a poblar el suelo, pero ya todo habrá de ser el verbo duplicado, nuestra sombra entre abedules. Será volver, a reincidir lo amado, un rebesar de bocas que parodien nuestra grandeza, no más que asomo ante lo nuestro. Quería decirte que eras tú, con tu maletita de sueños desbordándome la vida; que no hay voz que cite este verso tan tierno que es quererte, delicado hasta quebrar de aire su peso.

Espérame cinco minutos, aguárdame por siempre. Yo me enamoré de quien me había de enamorar niña... ¿Acaso existe mayor fortuna?

CON LA FRENTE MARCHITA

"La muerte es una traición de Dios".

Mario Benedetti (1920-2009) Escritor y poeta uruguayo.


A ti que duermes en la piel de los mares, yo que iba a amarte por siempre en heridas cotidianas, que pensé que existía el olvido... Junto al poso de mis días te canto, en mi trino de versos, por justicia callada en mi trozo de vida.

A ti que me azoras el sueño, que me espantas a ratos ausente la prisa por seguir vivo te extraño, en cada esquina del universo, bajo este soplo de infancia. Como si acaso obviarte la marcha me apartase lo tosco del pecho un segundo, reflotando vacíos que no nos acercan, que apenas piadosos se mienten por seguir atándonos al suelo.

Como hermanos de humo nacidos a deshora, a contratiempo en mi sola condición de fruto, de heredero altivo en tu causa de cómico eterno, de puño y letra en esta mano tan tuya. En esa omisión perpétua a los dioses tiranos que nos mueren la muerte te añoro, en lo absurdo de existir bajo el mandato de seguir siendo sin ti, solo sin más, rodeado de tanto mundo... Por ti mis renglones torcidos a verdad, por si se quiebra el legado, arrasados de juventud para encajarme los dientes aquella mañana, crecido hasta la vejez de un sólo trago, sin hueco a la réplica.

Por el golpe marcado, porque te escribiría hasta la demencia, ahora que el resto está de más... Triste hasta la raíz de la palabra se me secaron los parques y salí, tuve que hacerlo, al rescate del motivo que inmortal nos une en unos brazos de mujer, en mi espejo menguado; en nuestra calle desconchada y la melancolía que sólo deben padecer las flores... Vivir por ti aunque ya sobren los ojos, aunque me arranque las ganas y aprenda acaso a convivirme el vacío de todo. Vivir por ti para seguir adelante, infatigable haciendo del verso rima, de la furia efecto, de la ausencia aviso.

Por eso fusilo nostalgias, porque me encharcan el vientre y me dejan recuerdos, cicatrices de memoria, sólo eso. Por eso te adoro en cada instante, en los ojos del viento, sin palabras para nadie... Con el dolor inhabitable que sólo duelen los que perdemos así.


"A ti papá, donde quiera que aguardes".

EL AFILADOR DE SUEÑOS


"Ayer es sólo un recuerdo; mañana nunca es lo que se supone que es."

Bob Dylan. Cantautor estadounidense


Le explotaba el recuerdo en los ojos cuando salió corriendo, huyendo débil a horcajadas de su frágil equilibrio.

Marchó sin más, abandonado a su feliz nostalgia hogareña, de ruidos y sombras, de calles y tedios. De bruces contra su propia consistencia partió, alejando de golpe esa solidez que nos ata a la vida, a un presente aceptable en su carrusel de días; como si nacer no fuera con él y huir fuera el triunfo por ser presa de uno mismo.

Cogió su firmeza y la ancló a la luna, harto de profetas y escombros, de injusticia y presagio, como si lo perdurable le naciera sólo en sí mismo, a la sola luz de su memoria incansable, limada de penas y celos marchitos. Incontestable escupió su incomprensión al mundo y se arruinó al fin la duda; esa densidad de vivir por ser sin más mientras lo bello pasa sin que nadie lo llore, hasta alojarse al fondo del iris, un par de pisos arriba del corazón.

Él lo supo, le bastaba ya lo hallado, el bagaje de cielos y sonrisas limpias cosechado a la noche... Por eso no hubo un solo titubeo que lo estrechara a lo doméstico del mundo que le había tocado vivir, como el afilador de sueños que nutre sus días de imposibles, de deseos y quimeras intangibles a los mortales. Así enfilaba él su delgada existencia, consciente al fin de la nada que pronto seremos, esa que un día nos azotará mientras echamos gasolina o recontamos las envidias.

Le explotaba el recuerdo en los ojos cuando salió corriendo, era una melancolía selecta que le transitaba la boca hasta henchirle el paladar. Lo asesinaba con la elegancia del verdugo, despiadadamente refinado hasta anegarle la vida. No era la tarde de lluvia, era... era su pelo enredado.


EL BALCÓN DE TUS OJOS



"El lunar es el punto final del poema de la belleza".

Ramón Gómez de la Serna (1891-1963) Escritor español.




De perderte olvidaría las palabras que colindan la lindeza, lo imposible de alejarnos el piropo. Sería algo así como techar el mundo, de golpe inerte en el costado de la vida.

De perderte no habría baile en la fachada de esta boca, desconchada a poemas que de amor se morirían. No habría ya sino modos de escapar, de huirte en desbandada como solapan de aire sus alas las golondrinas en picado, lejos, en un descarriar lento que me separara de ti, apenas algo más que nada... Como si acaso pudiera ser cierto.

Podría desgarrarme premioso, pensando pensarte una última vez hasta que el recuerdo me destierre de mi, a golpes contra este lapicero que te versa en silencio, sin cicatrices de carbón en el papel, bella en el aire que de lejos te roza mientras yo te aguardo. De perderte... Para llevarme a patadas con la primavera sólo necesito eso, desquiciar esta poesía que es vivir a tu lado.

Gracias por la perfección con que premias al universo, porque lo veo en la danza de tu pelo mientras besa la almohada, cuando me abanicas en pestañas la tristeza y yo no puedo más que quererte. Porque me haces grande en lo común de esta andanza, como si el miedo nunca hubiera desolado mi vida antes de anudarme a tu mano, por eso te vuelves tan incalculable, porque me miras sin ahondar en lo precario de mi ser, sin sondearnos la miseria de ser mortales al fin.

De perderte le adivinaría un fin al infinito, a lo colosal de abandonarnos, pero jamás lograría arrancarte de mi porque estás aquí, lo se, en el contorno de mi sombra, en el tango que cada madrugada trenzan luna y mar. Quédate por siempre, condéname a ti sin un fleco al indulto... Concédeme el suicidio esta noche desde el balcón de tus ojos.

CELOS DEL AIRE


"Las mujeres feas son celosas de sus maridos. Las bonitas no tiene tiempo, ¡están siempre tan ocupadas en estar celosas de los maridos de los demás...!".

Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.

El tiempo pasa mientras miras a otro lado. Se muda de mi ser como si aquello no fuera a importarme, como esta ambición de sospecharte y conservar lo embolsado en el trayecto caminado.

El tiempo pasa y sólo quedan estas ganas de ganarte, esta sed que nunca grito, mi verdad en duermevela. Y me hacen sabio el proceder, los días en que no te acuno, pero las noches... Las noches que no estás conmigo me siento deforme amor y se hace tan desbordante tu belleza que en silencio se disculpa por irradiar tanta luz ¿Sabes? Cuando hacemos el amor me vengo de todas las cosas que me han derrotado en esta vida, porque nace el yo juicioso y se le olvida la prudencia, esa vigilancia constante a que tu boca obliga...

Brotas y te vuelves el único punto de contacto con el hombre seguro que un día fui, porque sólo me faltas a todas horas para ser infalible, apenas te necesito en todas partes y ya soy convincente para conmigo mismo, inexpugnable ante la vida. Es que las flores tienen largas primaveras si me besas, es la suerte, que se suicida si te alejas... Porque lejos no me vales niña, porque allá soy sólo acecho. Y te me prendas de este miedo, me entregas una razón que disfrazo de excusa y te me vas en los pretextos que le proyecto a esta lealtad tan mía, tan poco nuestra.

No son celos amor, es que te adivino la evasiva sin saberlo, vaticino la emboscada y se me asfixia el aire, aunque nunca pase nada, pero no puedo evitarlo, me estalla dentro tanta sensatez. Eres tan bonita que no sabré perderte el día que me olvides, por eso te quiero, por eso te temo. La confianza es otra fe, eso que gustan de promulgar los mortales. Nosotros somos algo más que certidumbre, que franqueza ante los ojos. Tú eres yo, mi yo más cierto, por eso te exijo entera, a sabiendas de la locura, de lo injusto de adorarte.

No son celos amor, es que nada te promete mía por siempre y la tranquilidad se hace pedazos, porque quizá te roce el viento y hagas tuya su caricia, o muera en esta presunción de sentirme algo querido en tu universo... No son celos amor, sólo preservo tu aliento de cualquiera con el vigor que otorga tener el ánimo en la cuerda floja. No es más que ser cordial por no llevarte amarrada a mi pecho, prorrogar el incendio hasta que vuelves a abrir la puerta...

No son celos amor, no... Es la estima en estampida lo incierto de saberse vivo.

MORDER LA BELLEZA


"A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota".

Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) Misionera yugoslava nacionalizada india.



Por si acaso amarré las tardes a aguardarte la entrega, un instante al día en que grabarle lo imperdible a la memoria... A este mañana que al fin es hoy.

Al menos las puestas de sol de antaño, de carbón y techo violeta en la panza del mar... Las guardo desde entonces sí, porque querer revivirlas... hallarlas en estas de hoy es querer obviar que las pupilas se endurecen; que aunque nos duela amor, ya no nos cabe todo el cielo en el pecho.

Pasito a paso, augurando tu figura, con la cautela de quien sabe imperdonable la ceguera ante lo bello engarcé tu danza a mis días; porque siempre supe que algún día llegarías a mi, que serías tú... Tú, entre todas las mujeres. Pero lo harías como mi sombra a tu pecho, con la infancia ya empolvada, con la titánica juventud menguando resabida y eso... eso querida, si voy a amarte tanto... se me antoja imperdonable. Suerte que hice acopio de salitre esa mañana para mostrártelo ahora, como si el tiempo nos hubiera abandonado por siempre jamás, apenas en un beso que sembrarte en la mejilla como antaño, con esa libertad ancha que nos revolcaba mariposas en el ombligo.

Para que yo te ame toda una vida necesitas pisar mi barrio de calles prietas, paladearle la belleza a sus canastos de esparto y sobre todo, olerla mojada, entre tiza y lejía, siempre calle abajo... Para quererte más que a nada en este mundo necesito que absorta te duermas contemplando el vigor de una soga de pozo, el clavijero soñador de mi primera guitarra... El universo durmiente en zapatitos de charol. Y te he guardado un chaparrón implacable en la playa calma, ese aguacero de nieve que nunca tuve para que arrecidos le tallemos corazón a un pobre pino, podrido de crecer. Pero tienes que hacerlo desde dentro, oyendo cómo salvaje te cabalga el grito del tiempo, sino será como haber vivido al filo, no más que riesgo.

Necesito que te sientes en mi acera y palpes las cenizas, esos restos de mi que nadie busca, que nadie nunca echará de menos. Piérdete en cien olas, desnúdate de años y comprenderás que un día la respiración del mar le arrancó tu nombre a esta arena, lamiéndole poco a poco el presagio a mis manos. Adviérteme el sufrir, el querer azorado entre baratijas de poemas, apenas un ápice de este padecer indolente de patio, de gorriones enjaulados porque estoy ahí, donde nadie me recuerda y tienes que llorarlo para rescatarnos; tienes que morderlo para vernos las almas, sino... Sino sólo habrá amor y eso... eso sería tan poco.

AL OTRO LADO DEL VIENTO


"Lo que hace que la mayoría de las mujeres sean tan poco sensibles a la amistad es que la encuentran insípida luego de haber probado el gusto del amor".

Francoise de la Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.

Aunque tú no lo sepas, quizá realmente estuviera tan loco como para lanzarme por el balcón cualquier noche tierna, en mitad de tu rutina… o quizá me bastara con saberte ahí, al acecho, como antaño, en plena magia ahora que todo al fin ya es nada. El problema es que lo sabes, que siempre lo supiste cuando nunca sabías nada; que siempre lo sabrás, porque… porque a veces vas y escapas, pero siempre te aparezco.

Quizá sea tan ancho el universo, sí… pero olvidas cuando nos cabía inmenso en el ínfimo espacio que separa las gotas de lluvia, el mismo en que encajaron tu sonrisa y mi boca una tarde cualquiera, como ésta en que te saco a borbotones de dentro, obligado a ausentarme de mi para dejarte ser; para perderte aquí como si nada, a vuelo raso entre las golondrinas que se nos pudren en el parque.

Aunque tú no lo sepas ya marché despacio, tras tu huida, la madrugada que entendiste que para ti y para mí se había creado el amor, para nadie más, aunque lo calles o lo compartas para siempre en otro pecho, aunque ahora Abril se nos mude hacia el otoño. Justo cuando empezamos a correr hacia ninguna parte, entre amor y melodía… Ahí te esperaré siempre, como antaño nos pensamos.

Y quizá ya en otros brazos el doler no duela tanto, o quizá aún dolernos sea el modo de tenernos, aunque sólo en el olvido ¿Para qué entonces las olas, amor? ¿Para qué estas manos? Yo… Yo he paseado por la cárcel de tu boca sin que me viera el amor, a oscuras y sólo necesitaba creer que alguna mañana formaría parte de tu luz… Pero ahora ya no le adivinas las dudas a las gaviotas no, ya nada se nos hace impertinente, auténtico, vivaz… Descartaste el secuestro, ya no quieres intercambiar corazones conmigo, soy al fin tan… tan incapaz como quieras.

Quédate todo niña, pero llévalo lejos, allá donde fuimos y jamás seremos. Llévate nuestra cabaña de cañas, porque cimbrea tanto al otro lado del viento ahora que nadie la espera… A dentelladas de aire fue tuya y a veces de nadie, como ese horizonte nuestro que hoy se nos ha echado a llorar, como el mejor de los males. Llévate mi voltereta, mi escondite tras la puerta, este querer requisarte a diario los besos amontonados… No es dejar tu orilla sola, es adivinar el existir de un dónde, en algún lugar, contigo… Ese en que enterrarnos el apego, la fascinación de vernos en la nada, como antes…. Tiene que existir para esperarte, para aguardarte cien vidas otro beso ¿Cómo iba yo a morirme sino?

Aunque tú no lo sepas maldigo este latido ancho capaz de amarte a mares, de arrasarme de raíz en lo dilatado del tiempo que se nos perdió, al rescate de momentos aguardados a la espera de nada… De todo el porvenir ansiado

¿Imaginas que al fin eras tú en cada boca? ¿Y si al final… fuera yo? Yo te puse a los pies la luna en un charquito, pero tú… Tú olvidaste soñarle el último pétalo a la margarita.