"Hay que querer hasta el extremo de alcanzar el fin; todo lo demás son insignificancias".
Fiodor Dostoievski (1821-1881) Novelista ruso.
Yo voy a quererte sin permiso, eso es lo justo. Lo haré desde dentro, sin indagar en los aledaños de tu vida, sin importarme siquiera lo nuestro. Lo haré como debo, como quiero que me quieras, insensato ante la lógica del amor cauto.
Voy a quererte porque no necesito que me quieras para quererte tanto como lo hago, porque la licencia es sólo mía y como tal la tomo, a mi antojo y cuando guste de tomarla, ante tus titilantes ojos de almendra centelleante. La conformidad es algo esencial en ambos, pero yo acostumbro a andar a trompicones, a musitar en pleno fragor de la cacharrería amor, por eso huyó de mi la luna ¿Sabes? Por eso escribo versos en la sombra.
Yo me oriento hacia tu pausa niña, bien lo sabes, por eso no requiero concesiones. No, yo no necesito tu consentimiento ni la frágil sabienda de alcanzarlo ante tu boca. Yo a ti te quiero desnuda en la corteza de tu alma, no preciso del aplauso, sólo sé que debo amarte cuando tú menos lo esperes, porque así baila la llama, porque así me naces dentro. Yo me encamino a quererte sin presente ni pasado, lo hago en las alas de este corazón atestado de aplomo que al fin se desboca, que al fin se despoja de temores y suspicacias para amarte libre, exento de culpas y tapujos banales que sólo nos quiebran el beso amor, que por más vivir nos dejan huella.
Voy a quererte infatigable, cuando menos sientas que te quiero, porque ya sólo me salva tu risa y eso es tanto como temerte; temer tu huida en mi desventura... Por eso me he adiestrado en halagarte con el mimo de las flores, para que nunca salgas de mi vida, para que el cuarto siga oliendo a caramelos.
Yo voy a quererte sin consentimiento, aunque quizá lo tenga hace ya tiempo, quizá tan firme como el pulso de ganarnos cada noche, pero me basta... Me sobra quererte tanto... Tanto como lo hago.