RÁFAGA DIURNA

"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única".

Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

PAZ


Esto de las redes sociales nos ha hecho perder el norte y ocupar nuestro tiempo en juzgar y odiar permanentemente a todo y a todos. Me canso de ver cómo criticamos con encono a todas horas al político, al vecino, al padre, al hijo... Creo que no nos estamos dando cuenta, pero necesitamos respirar y abstraernos. Detenernos para limpiarnos por dentro de tanto murmullo y despellejamiento colectivo en la tele, en la radio... Tenemos que vaciar la mente y desaprender todo lo que nos ha venido ensuciando sin darnos cuenta. Estamos más idiotizados que nunca. Pero leer mucho sobre bicicletas no nos enseña a montar en ellas. Debemos practicar la calma y la empatía a diario, en todo, para intentar ser un poco mejores cada día y evitar tanta ira gratuita en este maldito Facebook.

La felicidad es como una mariposa, cuanto más la persigues, más huye, pero si pones tu atención en otras cosas, ella viene y se posa en ti. El secreto no es correr tras ella, sino cuidar el jardín para que sola venga hacia ti. Seamos positivos y vivamos como si realmente este fuera el último día de nuestras vidas. No pasamos frío, ni calor, ni hambre, ni sed... ¿Por qué tanta aversión y tanta saña derramados cada vez que me doy un paseo por aquí... ? No todo es terrorífico, feo o tormentoso, también hay energía, luz y belleza en las cosas que nos rodean. Hagamos el esfuerzo por ser detectives de la vida real, contar los colores, los contornos, las nubes, las aves... Vivamos siendo conscientes de que para estar en paz tenemos que andar un camino corto interior cada día, no tirarnos al suelo y ponernos a nadar como locos, porque no estamos en el mar sino encerrados en casa frente a una pantalla.

No podemos pretender que un árbol nos de su fruto en un solo día, conseguir despertar es un proceso lento y constante, no inmediato, pero si cada día intentamos ser un poco mejores y ayudarnos entre todos en lugar de prender fuego en las redes a todo lo que se nos cruce en la mirada, avanzaremos en lugar de retroceder. Construyamos entre todos no un mundo idílico ni utópico, sino un entorno en el que uno no tenga que entrar aquí a defenderse de nada sino a distraerse, divertirse o desconectar, sin más. La mayoría de la gente muere con la música dentro por no haberse atrevido a escucharla... Cambiemos ahora y hagamos por ser más felices mirándonos adentro ahora que nos sobra el tiempo. Volver a nosotros nos trae al presente y evita que los pensamientos nos arrastren al pasado y al futuro. Dejemos de vomitarle rencor al del otro lado de la pantalla y recapacitemos, porque en TU realidad la Tierra puede ser plana, pero en LA realidad... es redonda.

Nos tomamos la vida demasiado en serio, familia, pero nadie va a salir vivo de ella. Hay que sonreír más. Son tiempos difíciles, pero llegará el día en el que vuelvas a coleccionar atardeceres. Hasta entonces, sé un poco más amable, menos hostil... hazlo por todas esas familias que están en cada hospital de este país ahora mismo queriendo ser tú. Seamos felices con poco, que ya es mucho con la que está cayendo. Sacad lo mejor de cada instante a la vida y disfrutad en cada momento solo de lo bueno. Tenéis familiares y amigos que os quieren a cada momento, hoy también saldrá el Sol, existís y sois un milagro irrepetible... ¿Acaso necesitamos algo más? SALUD PARA TODOS 😘❤️

SOY AFORTUNADO



Día 6 del Confinamiento. Ea, sin anestesia desde Extremadura hasta Andalucía dedicado en vuelo chárter para mi hermano Zájara que se deja el pellejo cada día junto a tod@s l@s sanitari@s de nuestro país para que logremos despertar cuanto antes de esta pesadilla. Cuídate mucho, ya queda menos.

CUATRO VIENTOS



Esta fue una carta en la distancia que nunca llegué a enviarle a mi madre porque una mañana decidí vestirla de canción. Decía Canetti que nadie es más solitario que aquél que nunca ha recibido una carta y llevaba razón. Las palabras no son sólo meros vocablos, son la voz de lo que somos, de cuanto seremos y sobre todo, de aquello que nunca fuimos. Yo nunca fui mayor, siempre me guardé ser niño a pesar de mi notable estatura. Fui siempre un diminuto cantarín abrazado a su guitarra. Ella, sólo ella fue mi verbo y mi lenguaje, más allá de todo principio, como sólo soñamos los soñadores de imposibles, como si apenas hubiera vida más allá de las canciones que otros oyen por oír. Pero también por ella dista el sur cada vez más del norte... y eso sólo va conmigo, sólo a mi me araña el viento que ya no entiende de horizontes. Esta si es la carta que nunca tuvo destino, la que nunca rozó tus manos por vestir de melodía. La que grita lo que calla mientras calla cuanto grita. Porque sigues ahí mientras yo ando siempre lejos, porque el mundo nos debe tantas revanchas perdidas mamá... Un clamor contra el olvido del besar de tiempos lentos en mis calles de Conil, siempre mis eternas calles; allá donde solita y valiente te me cobijas de este maldito bicho que desola nuestros barrios mientras sigo pregonando este cantar que me envenena. Uno nunca iba a hacerse mayor y ya ves... Las vueltas que nos dio la vida. Por el presente que olvidó dedicarte sus honores, tu canción cantada a los #CuatroVientos por siempre Maria Fernanda Ruiz Perez. La mejor madre del mundo. ❤️😘 "Donde las palabras hacen su madriguera escribo lo que canto y sobrevivo a mi manera. Dejé el nido vacío, amor de callejuelas, lunas a la deriva; mi rumbita ratonera... Memoria de una duda bordada en el dobladillo y el tiempo peina canas a los viejos amigos. Piedras, me fui pisando piedras en busca de esa frase que nunca llamó a mi puerta La musa que se oculta detrás del lapicero solo regala besos cuando tú me echas de menos... Suenan los cascabeles que anuncian la mañana y el aire bandolero me despeina la cara. Náufrago, por vela una canción Siempre al Sur el horizonte; Seda, la de tu pañuelo Por fortuna o desventura eché a volar y una noche en altamar perdí los zapatitos nuevos. Niña tú que enciendes mi cantar de ropita en el balcón, de zaguán y caramelos... Tú barquilla entre olas que vienen y van, yo cometa en altamar luchando con los cuatro vientos. Qué lejos resuenan guitarras por Sabina, El Aire de la Calle y su pellizco a mi pasado, la noche duermevela de mi primer tabláo, el alma en carne viva cuando me iba de tu lado... El sueño parte a lomos de un potro desbocado ahora que por fin siento que no me he equivocado".

SI TÚ ME MIRAS

"La belleza no mira, sólo es mirada".
 
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.


Si tú me miras no hay más. Si eres tú no llueve, quemo los paraguas y me tiro de boca al vacío más inmenso.

Si tú me miras todo calma, reposan los vértigos y se desangra la prisa de los relojes que no ceden ante nadie. Si te contemplo florecen primaveras en plena calle y el ruido de la culpa se evapora entre mis dedos, porque me descalzas la pena sólo con saber que soy más tuyo que de nadie en esta vida.

Si me piensas no hay ausencia ni mentiras que mentirle al mundo; no hay más baile que éste nuestro en pleno corazón de un día cualquiera, como todos y ninguno en que adorarte hasta la muerte. Porque la diadema de la noche nos sonríe allí colgada del infinito mientras nos deslizamos de una mano a otra, de una espalda al suelo... de una boca al cielo. Si me esperas permanezco, si me aguardas me alimento de la dicha de tenerte aquí, clavada en el costado, porque te tengo en el viento... en los mares que a nado cruzamos hasta naufragarnos el uno al otro. Porque me duelen tus ojos si no me estalla la mirada al verlos.

Si tú me miras no hay más. Si eres tú no llueve, quemo los paraguas y el universo me sabe al bolero que danzamos cada día, sin pedirnos más que el uno al otro. Y atardecemos besándonos en cada tejado de esta maldita ciudad y desalojo de barrio la tristeza que regaba los jardines.

Le pido al olvido que nunca te olvides de mí, que jamás descuides el cuidado de cuidarme, porque tienes la llave de mi vida y eso... eso es mucho más que pasear juntos por la vida.

(Para Inma, el faro que espanta todos mis temporales)

EL QUIEBRO DEL ALMA



"Conservar algo que me ayude a recordarte sería admitir que te puedo olvidar".

William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico.


Aunque no lo quisiera decir, le quería a veces. Aunque prefiriese engañarse una y otra vez más y se inclinara por seguir haciéndolo hasta amordazarse la nostalgia, siempre había un hueco al cabo del día en el que se abandonaba completamente a él.

Le gustase o no, siempre conservaba un instante en el día para soñar ese "y si..."; un quizás que la sostuviese un ratito más entre las nubes del recuerdo florecido. Aunque lo negara, ansiaba su sonrisa. La necesitaba para seguir anclada a ese mundo que la rodeaba, a esos días inexactos que la revoloteaban entre besos ficticios y aves de paso.

Tenía que soñar su boca aunque aquel fraude la devorara por dentro, aunque la libertad de encerrarse en la nostalgia amarrase su vida a la nada más honda. Porque era tan feliz que caminaba por andar, respiraba por vivir... Era tan dichosa en su desdicha que jamás había llegado siquiera a aprender a vivir sin él.

Uno siempre recuerda esos besos donde se olvidó de todo. Uno jamás arrincona para siempre el quiebro del alma cuando se parte el amor y se escapa del pecho para no regresar. Aunque no lo quisiera decir, le quería a veces pero nunca se atrevió a decirlo porque aquel amor que compartieron ya nunca volvería a ser la locura que curara la cordura de los dos.

DESCOSERNOS LA MIRADA



"Hay amores en los que el mundo no te basta, falta un pasito"

(Vladimir Holan)



Lamía de polvo el suelo aquella lluvia colérica como si cada gota tratase de horadar la piel del mundo; como si aquel plomizo cielo quisiera sacudirse de un plumazo el llanto contenido de cien siglos.

Llovía hasta doler y se masticaba el vértigo sobre las aceras. Dos peatones que se avistan bajo el horizonte de un paraguas quejumbroso y las palabras que se agolpan torpes en las comisuras tratando de reposar aquel aturdimiento sobre el aire denso que aún los distanciaba. Se sabían el amor a destiempo del tiempo, una vieja locura de verano imperecedero. Se sabían aquellas pasiones enterradas en la espalda, un infinito e inmortal amor vedado al presente; cercado por los años que cobardes jamás lograron hacer al final del uno el otro.

Llovía hasta rasgar el aire. Caminaban chapoteando hacia sí mismos hasta alcanzarse los pasos. Él aminoró la marcha y ella menguó su huella hasta levitar sobre aquel charco. Levantaron entonces los ojos, lentamente, cautos en la osadía de avecinarse sin llegar a detener por completo el latido de sus pasos.

Se buscaban torpemente el uno al otro bajo aquella estruendosa cortina de agua, a escasos palmos de colisionar sus almas en pleno corazón del parque cuando un instante, un segundo... una centésima eterna antes de cruzarse para siempre, se descosieron la mirada. Una mirada sostenida en la nostalgia que hablaba de flores, de juventudes deshojadas a golpes de vida. Un par de pestañas gritándose vida, implorando un rescate que ya nunca llegaría. Fue un instante sin tiempo, sin aire en el viento que los despeinaba al rozarse... pero siguieron caminando.

ESTRELLAS

"El querer lo es todo en la vida. Si queréis ser felices lo seréis. Es la voluntad la que transporta las montañas".

Alfred Victor de Vigny (1797-1863) Escritor francés.


No quiero estar cuando no estés. No quiero permanecer en mí ni un sólo minuto más si no puedo oírte, si no puedo arrancarle de raíz otra hoja al calendario de esas noches a tu lado.

No quiero ser sin tu ser, no puedo estar donde no estés... necesito saberte ahí para no dejar de escribir nunca. No quiero deambularle pasos al mundo si no eres tú quien me hace desandarlo, no quiero transitar la vida como aquél que se traslada de día, de mes o año si no vas a pedirme que te descuelgue otra estrella; que logre encajarte la luna entre las palmas de las manos.

Yo no quiero esperar el mañana porque en tu espalda hay abrazos que paran los relojes, porque no quiero cargar ya con nada que no me sepa a ti. No estoy dispuesto a callar, a disimular que estoy bien cuando hay vacíos que no se llenan con nada. Nunca. Jamás. No quiero saber dónde se guardan las apariencias porque eres lo más lejos que he estado nunca de mí mismo, porque renunciar a todo también es una elección y ya no quiero nada; ya no necesito absolutamente nada porque te tengo y con eso, me sobra el universo.

No quiero estar donde me faltas porque somos un modo irrepetible de interpretar el mundo y a tu lado siempre hay ratos que duran más de una vida. No puedo perderte porque los atardeceres son tristes de nacimiento sin tu sonrisa; porque uno no puede reclamar lo que nunca le ha pertenecido, a menos que un guiño tuyo le abanique el alma.

No quiero vivir sin ti porque el día que la vida te inventó nacieron todas las flores... y yo estuve ahí para verlo.

LA MELODÍA DEL ALMA


"Quienes pueden, pueden porque piensan que pueden". (Virgilio)


La música es el único cielo que nunca me ha dejado caer. Nunca.

Desde que tengo uso de razón, he ido por la música escuchando la vida. A los 10 añitos le pedí un balón a los Reyes Magos y me pusieron una guitarra enorme recien barnizada en las manos. Siempre me encantó que nuestro amor fuese sólo cuestión de pura magia, sin intencionalidad alguna, dando rienda suelta al destino. Casi 23 años después, la aprieto fuerte contra el pecho y seguimos latiendo tan juntos como el primer día.

Mi padre, faro de mi vida, siempre me alumbró desde dentro con la cegadora luz de los que nacen, crecen y se marchan de esta vida siendo libres y felices con la humildad cosida al corazón. Él me enseñó todo cuanto sé, soy y seré. Desde pequeño, me inculcó que dormir sin soñar es de cobardes. Por eso me acostumbré a soñar día y noche, sin excepción, que algún día sería capaz de dar vida a una canción. Algo tan simple, tan sencillo y a la vez inmenso floreció en mi cuando comprendí que el silencio estaba lleno de palabras que se lleva el viento; melodías que nadie recoge y el mundo las deja pasar de largo como si acaso no fuese una tragedia dejarlas morir.

Así, tras 11 años navegando con mis compañeros a lo largo y ancho de casi 700 escenarios, hoy me detengo en un recodo del camino, echo la vista atrás y sigue resultándome increíble que este puño, tinta y corazón lograse parir a sus propias hijas, las cuales se han ido haciendo mayores a la par que más y más hermosas a ojos de su orgulloso padre. Hijas con nombre de canción como Nudo Marinero, A tu Lado, Trece, A los Pies de la Luna, Cuatro Vientos, Pa mi Rumba, Noches de Luna y Candil, El Tanguillo, Sin tu Lumbre, Malayerba o Señales de Humo son pedacitos de mi alma; momentos imborrables de una vida que plasmé en folios emborronados a cambio de nada, encerrado en la soledad de mi cuarto a lomos de una guitarra, con el único y sincero objetivo de hacer feliz a todo el que las quisiera hacer suyas.

Hoy me quedo con esos ratos que duran toda una vida; con la infinita belleza de quien teniendo poco, entrega hasta la nada que le queda. Para mi, las mejores cosas de la vida nunca han sido cosas, ha sido música. La música, el pellizco encerrado en las notas de mis sobrinas Villancicos en Mayo, Delincuentes y Poetas, De Orilla a Orilla, Qué te Daría Yo, Sabor de Rumba, Di que Sí, Ya Estamos Aquí, Mineápolis, Llévate mi Corazón o Vivo del Aire. Melodías y acordes que crecieron y nacieron de estas manos; que florecieron sobre estas mismas seis cuerdas de siempre para posarse luego en los oídos del universo y darle vida al silencio de la nada.

Hoy, más viejo y sabio, he comprendido por fin que a veces herimos mucho más con el escudo que con la lanza. Que hay personas que trenzan las palabras como si no dolieran, pero saben cuánto duelen. He descubierto que hay un millón de razones para seguir perdiendo la razón y que tratar de sostener la arena, jamás podrá detener el tiempo.

He aprendido que lo que no nos rompe, nos afila y sobre todo, me han enseñado que lo triste en esta vida no es tocar fondo, sino techo. Ojalá el lugar en el que dicen que termina poniéndonos el tiempo sea al lado de alguien que se quede esperándonos aunque lleguemos tarde. Yo, de momento, sigo convencido de que las mejores vistas se tienen al lado de las personas que, al verte las cicatrices, sonríen y se acercan un poco más.

Escribir a corazón abierto no te hace vulnerable, te hace verdadero; por eso hoy, con la misma guitarra, la misma libreta, la misma ilusión y el mismo lápiz de siempre, miro al puñado de nuevas canciones que he parido estos últimos meses y, como buen padre, estoy deseando llevarlas a pasear al parque porque las he querido, quiero y querré tanto como a sus hermanas mayores.

AMISTAD




"Nuestra amistad no depende de cosas como el espacio y el tiempo".


Richard Bach (1936) Escritor y aviador estadounidense.






Tengo amigos que lo son, tengo amigos que lo fueron. Tengo amigos que ahora son, tengo amigos que se fueron.

Tengo amigos que bucean en el mar de mis recuerdos y jamás me recordaron, tengo amigos que no olvidan si el olvido está a mi lado. Tengo amigos hermanos y un hermano que es mi amigo, tengo amigos que en su abrazo tornan llano el precipicio. Tengo amigos que caminan con mis pies bajo sus huellas, tengo amigos que murieron en labios de su doncella.

Tengo amigos que me enseñan la humildad de ser valiente, tengo amigos que desnudan su verdad ante la gente. Tengo amigos en el bar sosteniéndome otra luna, tengo amigos que no cambian mi palabra por ninguna. Tengo amigos de una noche, amigos de otra vida, amigos que dan fe de mi esperanza más perdida. Tengo amigos por bandera soñando mis melodías, tengo amigos que acompasan mi guitarra en cada esquina.

Tengo amigos que me extrañan y extraños que son amigos, tengo amigos que en diluvios siempre se mojan conmigo. Tengo amigos que me enseñan la verdad de una mentira, tengo amigos que hacen fuerte al caminante que camina. Tengo amigos que comparten su tristeza que es la mía, tengo amigos que miran de frente siempre a la vida.

Tengo amigos que aparecen en el instante oportuno, tengo amigos que están lejos y más cerca que ninguno.


LA DERIVA DEL TIEMPO


"Tu eternidad es ahora, porque luego no habrá tiempo para nada"


Luis Cernuda (1902-1963) Poeta español.



El tiempo, ese espacio entre nuestros recuerdos.

El tiempo, ese vacío intangible que acabará por matarnos a todos, barriéndonos de la faz del mundo, arrastrándonos a ese pozo donde no habrá ya que guardar apariencias, ni llorar más pérdidas. Ese que hace del hijo padre y del padre abuelo, del árbol ceniza y del amor un soplo de aliento inmortal en las fauces del abismo.

La primavera nunca tiene noches tristes. Si acaso, cortas. Un puñado de horas que se diluyen en segundos al abrigo de un beso eterno es el mismo tiempo que transcurre intentando rescatar lo irrecuperable de una despedida entre dos bocas en un pañuelo de estación, pero jamás dura lo mismo. La edad de nuestra propia existencia hace noche en el hotel del olvido, hasta que una mañana despertamos con el arañazo de una juvetud que se nos ha escapado sin percatarnos, para siempre, sin apenas percibirlo más que en rostros amigos desvirtuados a dentelladas de años. Una arruga es el disfraz del tiempo, la huella imborrable que dejan esos trenes que nunca cogimos.

Aferrados a la costumbre de creer en él, debemos despertar antes de que sea demasiado tarde. Hay que mantenerse en el ahora porque el presente es la única verdad a la que podemos agarrarnos con absoluta certeza. Arrojarse a un pasado insostenible para tratar de reconquistar la nada es como cazar recuerdos enjaulados en pompas de jabón. Aprovecha. Aún hay charcos en las aceras. Mira las estrellas, siéntete nada en la inmensidad del cosmos. Duérmete en las nubes o canta a voz en grito, como un loco en plena calle, pero vive hasta que duela. No existas sin más, no seas. Vive a tumba abierta y destierra los relojes. Fusila esa sensatez que te ata al cumplimiento de dormir junto al rebaño... Estás a tiempo de morder tu sueño o perderlo en la prudencia de ser siempre como el resto. Descarrila tu vida ahora que todo está en tu mano, hoy que nada aún nos derrapa demasiado tarde.

Nos pasamos la vida buscándonos como si sostener la arena pudiera detener el tiempo, en busca de ese algo que jamás llega, pero la vida es implacable; tan maravillosamente despiadada que has de saber vivirla no como una más, sino como la irrepetible aventura que acaricia tu universo con las manos del destino.

HECHIZO



"Todo amante es un soldado en guerra".

Ovidio (43 AC-17) Poeta latino.



Porque debían olvidarse se querían. Porque habían de relegarse al olvido, expulsarse de sí antes de que les estallara el presente desbocado en plena boca del otro se amaban, de un modo sumiso, sin hueco a la fuga.

Porque todo ya era nada, en ese preciso instante en que se extrañaban en la sombra, callándolo de por vida. Mendigando los latidos se ansiaban, en plena oscuridad, de un modo lento, con la codicia devorando sus anhelos y el pecho cerrado de par en par. Se amaban con la fuerza del oleaje encabritado, con esa furia que a dentelladas de viento rebosa la piel del mar y lo torna marea al lamer las orillas.

Se querían en lo imposible de quererse, de tenerse y no soltarse ya en esta vida ni en otra. Necesitaban saberse aún en la vida del otro, sin preguntas, bajo el disfraz de la indolencia... de esa tibieza en que basaban aquel modo de adorarse en silencio hasta el fin de los días. Sin una palabra, un puente que saldase aquella deuda atroz de saberse correspondidos a pesar del tiempo, de los años desgastados en otros brazos vacíos. Querían gritarse, escupirse los silencios que explotaban cuando miraban juntos la luna sin avisarse, sabiendo no saberlo, deflagrando el aire cuando sus párpados se rozaban en otra mirada esquiva. Dos corazones ocultos a cal y canto, enjaulados allá, en el más alto torreón del alma, luchando contra sí para entregarse al fin al olvido del olvido.

Porque debían negarse se buscaban, en un descuido del azar que volviese a cruzar sus pasos en el mundo. Se precisaban en el azabache de esas madrugadas que trepaban por aquella calle donde una vez fueron valientes, en la locura de haber venido a esta vida a esperar al otro. Debían desconocerse pero ya era tarde, desatenderse para deshacer por fin aquel hechizo que los ataba en la nada... pero no se puede agarrar la vida. Se escapa entre los dedos del amor y se aferra a una canción, una plaza o al turquesa de otra tarde. Habían nacido para aplazarse, para demorarse el encuentro.

Existían a medias, apenas sí se hallaban vivos. No estaban aquí, tan sólo compartían planeta, respirando por inercia. No eran, sin más, porque desde aquel todo... ya todo siempre fue casi.

PÓLVORA MOJADA


"Es inútil volver sobre lo que ha sido y ya no es".

Fréderic Chopin (1810-1849) Pianista y compositor polaco.


Hay gente que nunca vuelve. Personas que están entre nosotros pero nunca vuelven, jamás regresan a sí mismas. Ni siquiera son conscientes de su partida pero se van, zarpan de sus almas sin despedirse del presente, por eso es tan difícil acatarlo.

Ella marchó de él sin más, como nunca debió ser, como nada ni nadie pudo jamás llegar a sospechar, ni tan siquiera ella. Lo hizo de puntillas, una mañana cualquiera de cualquier semana, sin presagiar el desamor que galopaba sus adentros. Desapareció de él sin más, como esa flor tan bella que nace y muere en el rincón más olvidado sin que nadie sepa jamás de su existencia. Así se apagó de un plumazo aquella luz que anegaba antes a borbotones de amor sus vidas, sin renglón para la culpa ni ladrón de guante blanco que robase sus miradas.

Y quebraron sus labios amurallados ante tanto silencio, ante el suicidio de aquellos parques que ya no acudían a llamarlos. Y sudaron pólvora mojada entonces, cuando aún tenían un corazón a medio romper bajo las sábanas... Y no hubo ya nada en este mundo que pudiera rescatarlos, devolverlos a aquel pasado en que aún rimaban cada vuelo.

Hay personas que nunca retornan, que ni siquiera reaparecen; que saltan de órbita y caen al pozo de su ser dejando hueco ese universo que hoy se agrieta a años luz de sostenerse entre sus brazos, en las antípodas de esa razón que los anclaba a la vida. Existen demasiados corazones que un día dejan de latir sin más, que mueren de golpe en plenitud, sin fraude ni estafa. Amores olvidados que jamás tuvieron la oportunidad de matar sus desilusiones a golpe de olvido porque, simplemente, nunca encontraron la raíz de su vacío.

TENERNOS


"Todo lo que sabemos del amor es que el amor es todo lo que hay".

Emily Dickinson (1830-1886) Poetisa estadounidense.


Lo bueno de tenernos es conservar la certeza de poder derrotar cada derrota en los brazos del otro, porque el mundo cabe en nuestros labios, porque encaja entero en nuestro abrazo.

Lo mejor de querernos es sabernos uno, en cada estación de partida y al regreso de todo. Uno en el camino por andar, en el destino por rehusar... Uno en el mar de los caídos. Porque todo cede ante el huracán de vida que arrasan los años, todo menos tú. Todo menos ese universo que construimos con el polvo de las estrellas que se fueron descolgando del techo del mundo... Todo, apenas este yo que ahora soy cosido aquí a tu sombra.

Alzar de nuevo el vuelo, desde el vacío de esta lágrima hasta ti, ese es el milagro que nos ancla al suelo y nos hace grandes. Gigantes devorando tempestades a cada azote de tiempo. Porque siempre nos queda la madrugada para sentirnos vivos en manos del otro; la piel de los sueños para soñarnos de nuevo, para reinventarnos una vez más. El amor nos galopa las venas y un relámpago de esperanza se abre paso de nuevo hasta colarse al fondo de nuestras pupilas, justo al lado del algodón que le arrancamos anoche a las nubes. Porque somos amanecer en la desventura del otro, luz que renace para atar el porvenir a las alas de las mariposas que revolotean bajo nuestro ombligo.

Lo bueno de tenernos es reirnos del espejo, desvestirnos la locura de sabernos rescatados. Porque ser feliz no es cuestión de amar sin más; hay que olvidarse de uno para ser el otro. Por eso me salvas, por eso te libero... Por eso la esperanza nunca desespera en nuestra mirada.

EL GUARDIÁN DE LAS PALABRAS



"Un poeta es un mundo encerrado en un hombre".

Víctor Hugo (1802-1885) Novelista francés.

El rimador de momentos nace libre. Crece y muere soberano en su reino de voces; internas, calladas y voraces allá en lo más hondo de su ser.

Lo sé porque la boca que escupe primaveras, que no miente más verdades que las suyas sabe bien de los encantos; de la vida y de ese amor que puebla al mundo de besos. Besos de melocotón capaces de colorear los labios más tristes, como el niño solitario que acurruca caramelos al cobijo de sus manos. Porque son las palabras arrugas en la frente de un dios justo, altivo y poderoso como el peso de los años y su lenguaje de siglos.

Un poema derriba los pilares del tiempo y se hace eterno en los ojos de cualquiera que lo quiera acariciar; que quiera mimar su locura hasta dejarse tejer en su manto de letras. Lo sé porque lo vi volar alto, más allá de la razón que aprisiona al mensajero. Como si todo cobrase sentido de un modo paralelo desde el balcón de su universo. Un poema cabalga soledades, remuerde nostalgias y sonríe, a veces le sonríe al mendigo que encierra todas las musas del mundo en un hueco del pecho.

El guardián de las palabras sabe bien de lo que otorga, de lo que cede al corazón que lo acorrala. Porque guarda en sí las astillas de mil noches quebrantadas, de virutas que lo fraguan, de otra luna fatigada descolgándose del techo del cielo. Lo sé porque aprendí de él a desnudar al viento, a ver en lo imposible el refugio del cobarde... A hacer del paso camino, y del camino un verso.

El poeta es la quietud de su pluma deslenguada, un océano de versos que llevarse a otra boca. Lo sé porque cada poema es una lágrima del alma, un sueño vertido allá en lo inmenso de la vida. Poeta... Un poeta es ese grito que vacía las palabras.


(A mi primo Jose Manuel Díez. Quijote y guardián de la locura más ordinaria)




APRENDICES


"La juventud es una enfermedad que se cura con los años".

George Bernard Shaw (1856-1950) Escritor irlandés.


No saber amar es el modo más sincero de quererse, por eso éramos capaces de volar tan alto... Tan alto como hubieras pedido.

Porque ensuciábamos los labios sin remiendos, relucientes como aquel amanecer recién pintado en que salíamos de clase presurosos por tocarnos, por comernos a mentiras mientras todo andaba quieto, perfecto e intacto a la crueldad de este mundo venidero. Por eso herías tanto, de un modo tan distinto, tan irrepetible a los ojos del universo. Porque no había sospecha de dolor, de vacío al que derrumbarse en tus manos de princesa.

Y bebías de aquella fuente haciendo del viento arte entre tu pelo mientras yo me hacía pedazos, porque no podía parar de quererte un solo segundo; algo instintivo... Inenarrable al latido de cualquiera. Porque aprendíamos todo, más allá de la muerte mientras un cuaderno ajado se nos iba inundando de promesas y llovía... Llovía y eras tan terriblemente bella siempre tú, irrompible como aquellos días que nos guarecían del mañana mientras otra carta se colaba en tu buzón con el remite solitario. Con aquel perfume a septiembre en carne viva, un par de corazones de charol y plastilina jugaban a desvivirse el uno por el otro, con la inocencia suspendida en otro cigarrillo que escupirnos a la boca.

Con el pecho de puntillas navegando en tu mirada, así te quise. Con el corazón centelleante implorándote que lo robaras para siempre... que lo matases aquel instante en que te tuve tan mía que te hice eterna. Un par de amantes puros, excesivos e innatos al deber de devorarse en cada esquina, en cada vena que galopa hacia el amor más delirante, eso fuimos. Dioses tan gigantes como el cielo más azul que arrebatársele puede a este mundo. Meros aprendices de un amor resplandeciente, ese que sólo pudo amarse entonces, antes de que nos raspáramos los codos en los bares y el incendio arrasara tus colores.


Porque sólo nace allí, en las cunetas de mi barrio, en la verja de aquel colegio nuestro a la sombra de esos ojos tuyos que ya siempre serán los míos. 

CUENTA CONMIGO



"La señal de que no amamos a alguien es que no le damos todo lo mejor que hay en nosotros".

Paul Claudel (1868-1955) Escritor y diplomático francés.


Sírvete esta herida que juntos desangramos, la que brota en la cotidianidad del cuarto, en lo oscuro de ese hueco en que siempre nos quedamos los dos solos contra el mundo, de espaldas al cielo y sus dioses desquiciados.

Ayúdame a ayudarte, a morder soledades, a quererte tenaz afinando mi cante. Sostenme en tus días para que yo te revuelva, para colgarnos al fin el mundo por montera. Porque es terriblemente ingrato rastrearte desde aquí, desde el contorno de tu vida. Déjame entrar para huir del filo; saltar de esta cornisa para darme entero... Para mostrarte que nunca estuviste sola, para enseñarte que no lo estás desde el resplandor de estas manos que sueñan abrigarte.

Dispénsate mi vida, viértela a tu antojo. Rebósate de ella o inúndate de ausencia... pero cuenta conmigo. Conmigo para todo, por derecho y sin él. Conmigo siendo uno o esta resta entre los dos. Porque naufragar la vida se vuelve cruda... insoportablemente triste sin ti; porque no escupen poemas estas manos si no versan sobre ti. Por eso tengo que estar ahí, en cada llanto que te sobre, no vaya a perderse este mundo una sola lágrima tuya.

Déjame acariciarte con palabras de bisutería, como refina sus modales el mar para lamer de terciopelo la orilla. Consiente que te adore, en cada gesto feliz y en los pedazos de tu ser, porque te quiero entera, completa en tu quebrantada alegría... Porque te necesito intacta, plena en tu grandeza y miseria para que seas tú y no lo mejor de ti quien me salve de la nada.

LA SONRISA EN LA MUJER


"El amor crea en la mujer una mujer nueva; la de la víspera ya no existe al día siguiente".

Honoré de Balzac (1799-1850) Escritor francés.


Una mirada de mujer pausa el aire, lo desnuda de tiempo y te vence sin más, mientras ves desfilar tu entereza camino del todo que mueve a los hombres, sin hueco a tus días, perdido en la nada, despojado de ti.

Un abanico de pestañas y el mundo no gira. Exhibe su magnetismo y te atrapa, detiene tu prisa, tus horas erradas en busca de ser y te deja ahí, clavado en un par de pupilas, ausente sin más a las puertas del cielo. Un guiño fugaz que derrama tu paz escaleras abajo, reposando tu infancia más tierna en su pecho mientras un par de manos juegan a quererse, enlazando dos almas al milagro de la vida.

Una palabra vacilante surca el espacio entre dos desconocidos que se temen. Que se ignoran y se buscan sin remedio, sin saber si han de saberlo, sin saber a que han venido. Una voz impronunciable se desliza entre sus sombras desalojando soledades de aquel par de corazones. Cautos se observan sobre el gentío, sin saber como olvidarse, sin poder ya gobernar el inminente naufragio... Y llega una sonrisa.

La sonrisa en la mujer, esa inercia hacia el amor... Cabalga una sonrisa carmesí de orilla a orilla para revolcar tu mundo, ese suelo que planeas a milenios del que fuiste hace un segundo. Unos labios de mujer, ese filo de navaja que desgarra estos adentros. Con la lengua degustando aquella luna en la ventana, con la noche desvelando los confines del deseo... La primavera en vena desatando temporales de pasión, desplegando frente al mundo la locura por besarla, por morir lento por siempre en su saliva deslenguada.

Llega una sonrisa de mujer para salvarte al fin; para descolgar tu vida del borde del precipicio.

CARNE DE OTOÑO


"Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida".

Arthur Schnitzler (1862-1931) Dramaturgo austríaco.


Aguardaré tu llegada. Pulcro limpiaré de suciedad cada rincón de mi entereza hasta que la ciudad calle. Luego, sereno caminaré solo; lento cada plazuela que nunca supo a nosotros, hasta peinar de olvido tanto tiempo dedicado.

Quedaré en mí cuando tu paso sacuda las aceras, como siempre, pertinente a tu encuentro distante en la nada, cuando cautos hablemos de fríos y nimias nubes de enero, mientras le arranco a tus manos de nuevo todo atisbo de sospecha. Por eso el latido del aire en las venas del cielo, por eso los libros que no hablan de ti...

Esperaré tu espera como si fuera acaso a alguna parte, a cualquier recodo del camino que un día juntos desandemos y allí, a veinte abriles del beso que nunca nos dimos, plantaré las astillas de mi alma desconchada hasta que broten primaveras.

Confiado permaneceré al filo de tu vida, como llevo haciéndolo desde que la luna quiebra tibia las mañanas de mi mundo; erguido ante el reloj que a zarpazos me encanece. Esperaré aunque embista esta entereza tu sonrisa de chiquilla, por más que atropelle el silencio de esta cama el eco mudo de tu ausencia aguardaré... Como aguarda tu vida saber de la mía sin sabernos todavía.

Por eso la espera hasta que vuelque el firmamento, por eso la estancia a orillas de ti. Por eso el poniente va y mece al velero, por eso el poema no llega a su fin. Porque soy carne de otoño desde que existes, desde que eres esa voz que sin quererlo... resuena en mi porvenir.

 

LO INEVITABLE DEL AMOR


"El amor platónico es como un revólver que manejamos sin darnos cuenta de que, como está cargado, en cualquier momento puede dispararse".

William Somerset Maugam (1874-1965) Escritor británico.

Ella le teme a la charla, lo tosco del mimo, la flor de la noche.

Él le recela hasta al aire que viste el vacío en que han de encontrarse. Sospecha de sí, del fruto callado en lo hondo del alma mientras arrastra sus pasos encogidos hacia la sombra alargada del tiempo pasado. Ella tenue arroja su mirada contra el ventanal de los años, con el miedo agazapado a orillas del querer más puro en busca de aquella que algún día fue, a su lado, de la mano de nadie.

En la penumbra aciertan a vislumbrarse dos cuerpos, parejos en lo confuso del paso. Él le ofrece a lo lejos lo tímido de un saludo valiente, ella sonríe. Sonríe y estalla en pedazos la entereza del universo, en un segundo eterno, en una simple sonrisa que quiebra el firme hasta arrojarlos de nuevo al amor más inevitable. Sostienen el aplomo, la serenidad obligada del mundo presente que encierra hoy sus vidas... y se abrazan. Enlazan contra sí la escarcha de tantas horas penadas. Estrechan al verdugo que los desvió de sí con el amor en vena hacia ninguna parte.

Anudan el cuerpo del otro en un instante, ciñendo las manos al terciopelo de la espalda en que vuelven a zozobrar... Los astros callan. El tiempo se detiene entre sus brazos mientras un tropel de mariposas les desarma en la batalla de abstenerse, de acallarse los latidos que devoran a dentelladas el contacto entre sus pechos en busca del corazón del otro.

Lentas las manos acomodan torpes su contorno a la cintura del otro, mientras un par de caras huyen del reposo del hombro para erguirse una frente a la otra, con el solo aliento que les separa la boca. Él la tiene, insuperablemente bella ante sí, y comenta sobre lo trivial de todo. Ella vacilante percibe vibrar sus dos manos mientras habla de nada... La noche los engulle.

Él travieso despide sus ojos y le entrega su mirada para siempre. Ella quieta lo mira alejarse, perderse entre el gentío mientras el enigma indescifrable que encierra querer no quererse los viste de gala.
 

LOS PÁRPADOS DE LA LUNA


"Una palabra es suficiente para hacer o deshacer la fortuna de un hombre".

Sófocles (495AC-406AC). Poeta trágico griego.

Sé del verso, aquel que en la noche ilumina los cielos, el que un día cualquiera me abrirá la puerta a tu vida.

Sé de ese verso y su voz callada, la voz del amor, esa que enreda mi mente sembrando vocablos en busca de ti, de la perfección que encierras cuando peinas el aire al doblar la esquina mientras soy nada, nada en lo más tierno del alma de un mundo pecado... soñado hasta ti.

Sé de un verso que un día te nacerá dentro, florido entre la prisa por marcharte de ti, y te azotará en la llama. Crecerá libre, sin que sepas de mi y te prenderá voraz hasta detonar tras su reguero todo atisbo de temor en tu mirada. Será entonces, sólo entonces cuando entiendas el porqué del corazón, de un instante desbocado en el tropel de mil latidos. Verás desnudo el sol desde los párpados de la luna cuando llegue esta esperanza a ti amor, la que he guardado en mis palabras cada vez que te he pensado, como en los mares veo yo al dios de los mortales cuando en un soplo de viento se encabrita el oleaje.

Llegaré a tu ser sin más, vestido en una frase con la piel que acicala de luz la primavera. No temas, tú sólo deja caer mi sombra en tu oído, hazme feliz mientras cuido tu vida con el mimo del aire. Porque el poder de una palabra frena el giro de los astros... Son tan pocos los que duelen el secreto de la vida.

Sé del verso que derriba las vigas del cielo y lo guardo mientras sigo contemplándote de lejos, tan bella. Porque quiero estar seguro de volcar tu vida a tiempo, justo cuando tarde sea temprano entre nosotros. Sé... Sé de ese verso amor, el que hará caer tus labios de rodillas cuando nos miremos y al fin sepas que era yo quien le detuvo el tiempo a tus horas.

LA ESPERA DEL TIEMPO

"Lo esperado no sucede, es lo inesperado lo que acontece". 

Eurípides de Salamina (485 AC-406 AC) Poeta trágico griego

Nadie supo de ti. Nadie alcanzó a imaginarte como yo lo hice. Nadie en este mundo soñó despierto el sueño de soñarte aquí, a mi lado, mientras discurría el gentío en los aledaños de un abrazo tuyo.

Has de saberlo. Saber que yo sigo aquí, enredando entre tanto tiempo, aguardando un no sé qué que me abra el paso hacia tu vida pasada, aquella que de lejos compartimos, como si acaso fuera ello a ser cierto de nuevo. Y tal vez me hayas ya olvidado allá en los brazos de cualquiera, quizá no sea más que un nombre pronunciado en tu otra boca. Pero te espero. Te espero sin saber por qué lo hago, tratando de olvidar mi lugar en el mundo, porque no quiero aprender del tiempo, de esa pericia del hábito que todos practican no; yo quiero ser el loco que sigue colgado de las nubes mientras cae la tarde, el que retoza travieso en tu recuerdo alado mientras la prisa le devora la vida a la concurrida muchedumbre.

Yo sueño porque sé soñar, porque siempre supe hacerlo de la mano del aire, porque nunca me importó ser alguien así. Porque te necesito aunque tú jamás lo sepas y callarlo no me convierta sino en este pobre tonto en busca de nada que le escribe al tiempo perdido.

Nadie supo de ti. Nadie y yo le di un zarpazo al cielo para volcarte las estrellas... Sólo quería que lo supieras, que uno quiere por encima del universo, tanto a veces como para no revelarlo, para encarcelarlo en el pecho hasta el fin de los días. Se quiere amor... tanto como para no ser en ti algo más que nada.

AMOR EN EL TRAPECIO

"La magia del primer amor consiste en nuestra ignorancia de que pueda tener fin".

Benjamín Disraeli (1766-1848) Estadista ingles.

Se avistaba el otoño en el pueblo. Palidecía aquel verano que aún jugaba a seguir calentando de un modo ya tenue. Soplaba la infancia a oídos del mundo, ancho como jamás ya nunca volvería a serlo.

Él delirante observaba circular lenta la vida avistando cómo aquel descampado volvía a vestirse lentamente con la misma lona desvencijada de cada año. Corría el verano entre mariposas y libros, corría y sus ojos de niño florecían entre carromatos... Había llegado el gran día.

Desde aquel amago de asiento era imposible techar los sueños mientras se sucedía una suerte de payasos de saldo. Desfilaban las fieras frente a aquel módico domador que cada año retaba a la muerte estampando de lleno el asombro en sus pupilas de chiquillo. La pista estaba al fin desierta, se vislumbraba el momento, el reencuentro consigo mismo mientras su corazón palpitaba más y más fuerte al surcar el foco la penumbra de un circo envuelto en redobles.

Dos alas surcaron el aire. Era ella... Ella dibujando flores de papel. Era ella y el desvarío irrepetible del primer amor había vuelto a estallarle en el centro del pecho. La brisa de aquel sutil balanceo le acariciaba el cabello ahora que nada podía ya hacerla más bella a sus ojos de mocoso rapaz, embobado en aquella exquisita figura que galopaba los cielos. Era ella, perfecta y magnífica como siempre prendida del trapecio, dibujando aquella fastuosa acrobacia que lograba hacer del aire viento, del viento... amor. Era él. Él ante el amor que discurría estremecedor, que se escurría hasta otro año en el instante de un aplauso que final volvía a alejarlos hoy de nuevo, dejándolo vacío, hueco ante el intento de captar una sola mirada suya que lo hiciera eterno.

Se avistaba el otoño en el pueblo. Palidecía otro verano ya siguiente en el lugar de siempre, con la misma gente de siempre, con el mismo latido encabritado en la garganta... Pero no volvió. No acudió a la cita de siempre. No hubo paz que le vistiera el corazón de terciopelo y comprendió al fin, en su trinchera de cariño diluviado aquella noche, que no hay amor que volar pueda como el primer amor alado.

LAS SOBRAS DEL UNIVERSO


"El amor es una bellísima flor, pero hay que tener el coraje de ir a recogerla al borde de un precipicio".

Stendhal (1783-1842) Escritor francés.

Volveremos a vernos. Tropezaremos torpes en mitad de cualquier parte y nos miraremos sin más. 

No habrá ya príncipes ni reinos, apareceremos en la vida del otro sin delicadeza alguna, como si nada hubiera pasado nunca entre nosotros. Sonreiremos sin reparar en la piel del otro durante el fugaz abrazo y obviaremos las sobras de aquel universo que un día fuera tan nuestro. 

En el momento más insospechado acertará el destino a amontonar nuestros mundos en plena calle y tú... Tú estarás tan bella como siempre. Volveremos a encontrarnos después de tanta huida, de tanto arañazo baldío y en el segundo en que nos reconozcamos en las pupilas del otro nos caerá en tromba el peso de la duda más salvaje, implacable y despiadada sobre ese vacío reencuentro. Y gritarán las flores reclamando aquel color de nuestras tardes, pero estaremos tan lejos del vuelco... tan lejos de amarnos por siempre como quieras tú.

Sé que llegará ese día, porque aún no hemos llorado bastante que vinimos al mundo sólo a ser el uno del otro, porque sólo el tiempo supo advertir aquel entonces el desperdicio de vida, el hueco en el mundo que dejamos tú y yo en una esquina cualquiera. Y no habrá entonces ya otro reencuentro, otro instante en que besarnos sin mediar palabra, sin reparar en nada ni en nadie, solos los dos mientras alrededor estalla el presente... Pero nos dejaremos marchar, sé que escaparás para siempre a su lado sabiendo en el fondo que aquel par de corazones debió suicidarse aquella tarde en la boca del otro. Llegará ese instante y callaré a gritos lo escaso de un día sin ti, lo parcial de pasear con dos manos desoladas mientras derramo mis noches al acecho de nada, soñando por siempre que no te olvidaste de mi. Y tú... Tú estarás tan bella como siempre. 

Lo terrible de vivir una sola vez es sentirte incompleto, feliz pero inacabado mientras la rutina te ayuda a apartar la mirada de tu verdadero destino. Lo atroz es dudar... que tú también lo sepas.

EL SILENCIO DE LA LUNA


"No hay secreto mejor guardado que aquel que todos conocen".
George Bernard Shaw (1856-1950) Escritor irlandés.

¿Y si te dijera ahora que te quiero? Que te anhelo desde el primer día en que te vi, como devoran desquiciadas las fieras sin gobierno el verbo amar. A dentelladas, desgarrándolo sin más hasta acabar con él.


¿Imaginas que estallase la palabra? ¿Que se abriese paso ante esta lengua la osadía de gritarlo? Como se encabrita un mar en calma al peinarse de poniente, en el soplo de un segundo darle luz al fin a esta sombra de mentiras. Porque quiero robarte entera, sin dejarle un solo fleco de tu vida al aire. Que lo llore, que maldiga tu ausencia como lo hago yo en la noche. Callada, palpando este suicidio de mi piel en flor, a millones de leguas de tu interés más seco... Desdeñado sin saberlo.


¿Y si te dijera ahora, en este preciso instante en que nada ha de pasar, que renuncié hace tiempo a todo por vivir a tu deriva? ¿Que sueño agazapada en mí, en la trinchera en que desvisto de hojas muertas un marchito calendario a la espera de todo mientras nada? Porque aguardo ese milagro en la defensa, oculta entre la zanja que tu amistad me otorga mientras rimo soledades a esa voz tuya que me astilla el arrojo, que quebranta este valor por la mitad, cada vez que caminamos y te siento cerca, mía sin serlo, pero mía en el momento. Me acuerdo de ti y estoy perdida, sola en pleno charco de estrellas con este querer que no quiere apenas nada sin ti.

¿Y si te dijera ahora, mientras me hablas sonriendo de sus manos lentas, que te doy la vida? ¿Que la entrego entera por llorar tu risa? Que olvidé pretender ya nada prendida de tus ojos, que repica atronador este latido por tanto amor incomprendido... Maldito a espaldas del universo.


Si te dijera ahora la falta que me haces moriría el silencio de la luna, con él la esperanza de esperarte y algo... Algo es siempre algo más que nada. Porque el ser en su entereza se derrumba en tu belleza. Porque el idioma... El idioma del amante, habla amor otro lenguaje.


CONMIGO


 
"El recuerdo que deja un libro es más importante que el libro mismo". Gustavo Adolfo Becquer

 (1836-1870) Poeta español.

No quiero volver a verte, prefiero tenerte ahí, tan joven y tremendamente bella en la memoria, con el tacto delicado del marfil más depurado en cada palma de las manos.

Con tu pecho siquiera aún sugerente, tibio como la noche en que nos conocimos, así quiero guardarte en mi cabeza. Ahora que ya nada es nada entre nosotros, como apenas nunca fue, como quizá ya nunca sea quiero deshacerte, desvanecerte del presente para enjaularte en mi recuerdo. Y lo hago sin rencor, a sabiendas de lo injusto, porque no puedo más que olvidarme de mi si te pienso un solo instante... Porque fuiste todo, un todo de cristal tan fino que temo quebrarlo en una sóla mirada tuya.

Y sabes que me fui, que marché y no vuelvo, pero te llevo conmigo. Llevo la primavera en que nos quisimos, la lluvia de Marzo arrasando las calles mientras nos extrañábamos, ese perfume alado que encajaba mi amor más allá de la luna... Por eso, por eso no puedo mirarte. Porque prefiero enhebrarlo a los años que poco a poco voy gastando en el camino en que te pierdo, en que te gano más adentro ya si cabe de este ser.

Yo no quiero divisarte en el silencio, revisar aquellos besos mientras cae la tarde en los bancos del parque, prefiero cuidar aquella sonrisa leve con la que un día alcé el vuelo. Yo no quiero distinguirte entre todas de nuevo, atender esta vida que llevo conmigo en tu abrazo sincero no... No, yo te tengo en lo sabio del tiempo, con pedacitos de ayer poblando este nido en que crezco, en que sigo remando hacia mi para encontrarme contigo.

A veces al mundo le da por girar y uno se queda desalojado de sí, con la crueldad más descarnada mordiéndole la entrega. Por eso la vida es vida, por eso no quiero volver a considerar tu cariño, porque el amor... El verdadero amor sólo puede ser descubierto una sola vez.

LO FRÁGIL DEL MUNDO


"La casualidad nos da casi siempre lo que nunca se nos hubiera ocurrido pedir". 

Alphonse de Lamartine (1790-1869) Historiador, político y poeta francés


Si quieres me entrego, te obsequio los mares, lo frágil del mundo en sus olas.

Si quieres la tarde la engancho a tu espalda y tiramos del cielo mientras rodamos por este suelo que aún nos sostiene al mundo. Me ofrezco sin más, para que adjudiques tuyo lo mío hasta el fin de los tiempos.

Si quieres me doy, me voy de mí, sin peros para mostrarte la cuneta de mi barrio donde me hice mayor. Porque tengo el color de las mañanas que nadie mira para enseñarte la vida, no esa que vives como cualquiera cree vivir, sino esta en que sólo me arropa mi guitarra cuando el planeta quiebra ahí afuera. Porque el mundo amor es atroz, insoportablemente implacable, por eso no quiero ser como ellos.

Nadie está satisfecho consigo ¿Sabes? Ya nadie se complace con el simple hecho de ser... ser. Yo soy un truhán, el golfo desvivido que te arrasa la mirada, sí. Soy el pícaro que roba flores bellas en los parques para arañarte el corazón, para besarte la voz y trenzarte una sonrisa. Soy así, no más que una canción tallada en musas que me calmen, porque necesito domar esta sed profunda de hacer, de crear y restaurarme por dentro mientras todos me hablan de ese mundo insoportablemente leve en el que plantan sus semillas hasta la muerte, como si el milagro de la vida tuviera por horizonte un simple puñado de arrugas que poco a poco van olvidándose de soñar.

No. Yo sólo soy si quieres. Pero no me pidas que cambie, nadie puede ya reformarme. Tengo un rincón en mi soledad atestado de barquitos de papel que no sirven para nada, pero es lo más grande que tengo. Allí guardo un poema, dos fotos tristes y la noche aquella en que te conocí, así, de casualidad, con tus ojos limpios y ese amor tuyo de terciopelo.

Si quieres me entrego, te obsequio los mares, lo frágil del mundo en sus olas. Si quieres marcho, lejos... Pero si realmente amas algo, déjalo libre. Si regresa a ti, es tuyo. Si no regresa... nunca lo fue.

LA PIEL DEL MUNDO


"El niño reconoce a la madre por la sonrisa". 

Leon Tolstoi (1828-1910) Escritor ruso.


El amor sujeta las calles a la piel del mundo. Lo hace de un modo imperceptible, minúsculo a los ojos de la prisa que nos azota. Pero yo sé que eres tú, lo supe ayer mientras domaba el oleaje un látigo de poniente fresco y travieso. 

Sostiene ese amor el vals de una nube turquesa nacida en la tarde para que una sola mirada desarme mis miedos, en el momento más insospechado, justo cuando nada conlleva ya un porqué. La vida sucede entre las sobras del tiempo mientras estalla en cualquier parte el milagro de quererse entre dos bocas que derrapan hacia un beso que las salve.

El amor agarra mi nostalgia entre columpios, la balancea de nuevo mientras cambio ante el espejo, bajo la panza de un cielo surcado de gaviotas que acunan mi niñez entre tus brazos. Y te miro a carboncillo entre los párpados de mis versos, como si apenas éste chiquillo pudiera al fin un día ser hombre... El cariño anuda las golondrinas al vuelo del alma, nos hace titanes mientras siguen los años rimándonos renglones al paso de todo.

La felicidad no es más que un horizonte en que buscamos ser felices. Es el caminar lento hacia ella por la senda de tus pasos el verdadero fin, el destino ansiado que agazapado aguarda a un par de leguas de la dicha, como esta herencia nuestra de vivir con elegancia cada instante en que nos vamos algo más de nosotros... Soy estos treinta en el tejado, el perfume de una lágrima tuya descosiéndome los sueños. Soy esta voz, esta carambola saltando de la cuna al poema en que hoy te abrazo, con el milagro que encharca de color las flores cada nueva primavera, cada nueva canción que le escupo al mundo con la pureza de tu nana acariciándome el oído.

Como se instala en ti la vida, poblándote de existencia la muerte, así revistes tú de terciopelo el corazón de mi universo. Sin poder siquiera desearlo, con la misma inercia que refleja un cristal roto el arco iris en el suelo, así bebo mis días a tu lado, sin corresponderte por salvarme de la nada.

A ti mamá

DESAMOR PLATÓNICO




"El amor platónico es como un revólver que manejamos sin darnos cuenta de que, como está cargado, en cualquier momento puede dispararse".

William Somerset Maughan (1874-1965) Escritor británico.




Vete, huye de mi vida. No puedo volver a contar pétalos en tus pestañas, porque es demasiado fácil colgarse de ti, es tan sencillo engancharse a tus redes como dejarse llevar mar adentro.

Por eso vete, hoy ya no quiero desatarme de mi. Mi horizonte es al fin un barrio de paredes blancas, encaladas de asombro ante las cosas sencillas que me regala la vida; ya no es tan fácil robarme el corazón, apenas sí quebrarlo en algún atardecer con perfume a ti. Mirarte a los ojos es arriesgarse a sentir, a quererte de nuevo en mis días... Porque en tu espalda presagio el porvenir pasado, engarzada mi cordura a tu sonrisa, con mi beso refugiado tras tu boca mientras se cimbrean los siglos que no acuden a tu olvido.

Vuela de mi, aparta de planeta o estaré perdido al fin, por más que ame otras verdades en los labios de cualquiera. Desaparece pronto o moriré aquí mismo, no vaya a confiarme a tus manos y caiga la luna de boca en los mares. Porque aguardarte es aventurarse a la codicia de tenerte bella, entera entre mis brazos, a la espera de tu próxima partida. La imprudencia de anhelarte es el veneno que atenua el amor, gradual como asesina en silencio la noche un primer rayo de amanecer. Pretenderte es caminar un campo yermo, como tratar de deshabitarse poco a poco uno mismo en busca de la perdición.

Porque ciegas con tu piel mi sed de vida y no puedo quererte hasta morir ya vete; vete y guárdate el pecado de saberte el desamor platónico que incendia cada sábana, cada madrugada en que te espero mientras silencio la certeza, como las lágrimas que se lloran por dentro y sólo enjuagan tu feroz belleza, devoradora de dioses que a tus pies rindieron su batalla.

Marcha lejos, más lejos, pero no tanto... Justo allá donde alcance el recuerdo a rozarte de puntillas, a dos pasos de lo que pudo ser y no fue para echarte de menos a veces, para hacerte poema en canciones de nadie.

Quisiera no quererte todavía, pero todavía se hace corto cuando el viento habla de ti.

EL MIRADOR DE LOS AÑOS



"El más difícil no es el primer beso sino el último".

Paul Géraldy (1885-1983) Poeta y dramaturgo francés.


- "... Fueron algo más que eso, porque yo miraba el horizonte y parecía estar tan cerca... Apenas a un par de brazadas de ti, de esa arena relamida que pisábamos, en cambio ahora apenas lo adivino desde el mirador de los años que nos cayeron encima sin pedirlo, sin delicadeza alguna".

- "Fueron días de grandeza, de un mundo distinto, recién pintado a nuestra imagen y semejanza".

- "Había danza de gaviotas... tantas... ¿Recuerdas? Gaviotas extrañas, perezosas a tu paso despeinando el oleaje. Septiembre prendía fuego al verano y había aún voz en la raíz de aquel querer nuestro. Languidecía el calor aquella tarde de poniente a orillas de un mar eterno, lozanos tú y yo ante el universo, de par en par frente a una vida que juraba no separarme de ti. Nunca. Y tú... Tú curvándome el rostro al cobijo de tu pecho mientras deducías en la luna la diadema de aquel cielo nuestro pecado de estrellas".

- "Eran tiempos aquellos de ternura y estío, cómo poder olvidarlos... Pero el destino nos sacudió, crecimos sin parar hasta estamparnos contra el par de adultos que ahora somos. Es bonito al menos perfumarse de recuerdo cuando me hablas de ese modo".

- "Tengo miedo".

- "¿Miedo? ¿De qué? o mejor dicho... ¿A qué?"

- "Tengo miedo de perderte. De volverte a perder ahora que ya no queda nada".

- "Pero... No sé... Me dejas sin palabras. No esperaba que...".

- "Tengo miedo de encontrarte. De perderte y encontrarte ahora, en esa voz algo más férrea que nos sostiene la conversación al otro lado del teléfono. Porque llevo siglos aguardando este instante en que me desvisto de mí para decir que temo hallarte en cualquier plaza, tropezarme con tus ojos una tarde cualquiera y morir de golpe en ellos".

- "Sabes de sobra que ya nada es lo que fue. No puedes pedirme... Decirme esto ahora así, como si...".

- "No, por favor... No temas. No volveré a ocuparte el desencanto, lo juro. Sólo quería escucharte una última vez, bucearte la boca en busca de un rastro de ti, de la niña que me enamoró entonces. Ahora ya sé que sigue ahí, refugiada en una esquina de tu alma. No te quiero a ti, la buscaba a ella".

- "No puedo creer...".

- "Dos manos se miraban distraidas buscando semejanza en los dedos del otro mientras barría la brisa todo atisbo de duda entre nosotros. Eso el tiempo no lo mata, nada ni nadie puede arrancarlo de mi. Fue un placer volver a oírte amor. Gracias por el regreso".

A MEDIA ESTRELLA DE TI


"Cada uno de nosotros tiene un día, más o menos triste, más o menos lejano, en que, por fin, debe aceptar que es un hombre". 
Jean Anouhil (1910-1987) Escritor y dramaturgo francés.


Yo sólo quiero que me des igual, que no me importe perderte en la mañana.

Llevo una guitarra para cantarte y no consigo desviar su melodía hacia mi, porque escribo y te haces letra seduciéndome el empeño, porque aguardas tras mi sombra a que me prenda de tu encanto. Ni lo sabes ni has de verlo, no te culpo... Naciste luz, no hay remedio.

Yo sólo quiero que supongas para mi el amor, ese que me guarece del llanto y me hace un ser dentro del mundo. Un amor inmenso, embriagador de esos que incluso pueda doler de puro amor soñarlo... Pero no la vida. No este aliento que le falta a mi existencia sin el filo de tu boca, no el delirio de añorarte como un niño a todas horas.

Porque no puedes llegar así, como si nada, y soltarte el pelo en mi corazón. No quiero sentirme vagabunda la voz si no pronuncia tu nombre, como este ahora en que me estampas la cordura de bruces contra la primavera, con los colmillos de tu ausencia devorando a dentelladas el salón. Tú no puedes serlo todo así, sin más, sin revelarle a la luna que ya nunca será la más bella. No puedes amor, porque eres perfecta y eso a los mortales se nos escurre entre los dedos... Por eso necesito que signifiques algo menos para mi, porque desatas el oleaje en este corazón que un día fue el mío, porque me encajas el cielo bajo las costillas cada vez que me besas y yo sigo en ti, desalojado de mi, buscándome en cualquier esquina del universo.

A media estrella de ti quisiera descuidarte, desatenderte el paso un solo instante en cualquier parque, como si tu lindeza fuera a pasar de puntillas por mi vida o desconocernos algo más le sirviera de rendija a este tapiado latido... Pero el olvido tiene tus ojos, como el mar tu deriva en su marea. Por eso necesito que no entrañes todo, que signifiques sólo amor para seguir vivo en la promesa de adorarte. Justo en la medida en que yo amo este poema, porque él es a ti lo que el vuelo a una paloma, ceñido a tu grandeza para que siempre seas feliz.

LOS LABIOS DEL VERSO



"La mayor parte de los fracasos nos viene por querer adelantar la hora de los éxitos".

Amado Nervo (1870-1919) Poeta, novelista y ensayista mexicano.


Ojalá y no te duela encontrate en mis canciones, porque llegará un día en que descubras con el mundo abierto de par en par que eras tú.

Y no te quiero tanto, apenas cuanto precisan los brazos de la nostalgia. Te quiero lo justo para clavarme en las flores cuando las huelo y miro atrás, con el alma vencida en una cuna de recuerdos que recuerdan tu pasaje de puntillas por mi vida. Porque pudiste ser tú; tú o cualquiera el caminar de este camino. Pero marché a la luna... marché y besé sin más su cara oculta.

Yo pude dártelo todo, menos darte por perdida. Pude danzarte el bolero más querido, guarecerte de los brazos de un destino marchito, deshojarle margaritas al amor que nos mantuvo vivos... Pero te hice canción. Yo te hice canción de esquina para tocarte cuando más lo necesite, en ese instante en que me azote la belleza de la tarde en que te tuve, como este hoy en que me encuentro recordando tu recuerdo, como dos bocas que se mueren por morirse de deseo.

Yo vestí tus labios de versos para anclarte por siempre a mi vida, de una forma inquebrantable, como lo hace el corazón en su embestida de pasiones que desborda las alcobas. Engalanada en melodías, así preservo tu silueta al fondo de mis pupilas, bajo las curvas de esta guitarra que me cobija los adentros. Inalterable en el bolsillo de la memoria crece tu sonrisa lenta sobre la piel de un acorde, para tenernos cuando menos nos tengamos, en el milagro de cantar contra el olvido.

Ojalá y no te duela encontrarte en mis canciones, hallarte allá en mí una madrugada cualquiera de desamor en la saliva. Ojalá y nunca sepamos cuanto pude quererte, lo irrompible que escondía bajo el traje de cantor... Porque a veces, aún, no alcanzo a escucharme entre tanto latido. Porque nunca olvido tu recuerdo, recuerdo que nunca te olvido.

AMORES DEL SUR


 "Me enamora la mujer que se ama así misma, sólo así puedo estar seguro de que me puede amar"

Anónimo



Existe el amor, ese que no espera a que seas nadie, sólo tú en tu perfecta imperfección.

Existe y supe de él ayer, una mañana cualquiera mientras aguardaba tomar un bus que acumulaba retardo. Desde mi posición de oteador infalible al abrigo del tumulto lo cacé; lo prendí en aquella mirada que surcaba el aire como quien descubre un mundo al fin más allá de su propio universo.

Eran dos. Tenían la herida del amor tras las pupilas, allá donde nada ni nadie alcanza a curarla, justo donde poco puede hacerse ya por ellos. Ellos... eran ellos. Ellos ese amor puro, recien nacido del querer. Se adoraban tras el cristal mientras él, tierno le imploraba por señas cuánto la echaría de menos, ausentes del mundanal ruido que los rodeaba, como si realmente fueran el uno parte del otro desde el principio de los tiempos.

Era ella. Ella en su simplicidad, sencilla como una sonrisa, bailando en aquel aire suspendido entre sus cuerpos. Ella y la franqueza doliente en que lo extrañaría en breve, confinada en la obligación de seguir viviendo por vivir hasta volver a verlo. Ella el amor extremo, ese remate con que la vida había tejido las nubes. Era él. Él el amor sumiso y dócil revoloteándole tras el pecho, encerrado en un físico envidiable digno del galán que nunca quiso ser. Él en su belleza y gallardía cortejando a cenicienta mientras todos miraban, como el apuesto valeroso que en sí guardaba en desuso desde siglos atrás.

Existe el amor, él lo acariciaba restallante de felicidad desde la barandilla de sus dientes, al tropiezo de aquellos labios que acantilados lo despeñaban hacia la gloria de saberse eterno en aquella boca tan habitual, tan corriente como la de cualquiera. Pero era ella, absolutamente imperfecta en aquel abultado peso que le lindaba la belleza. Ella embarcada en su débil sonrisa tras los cristales de las gafas; miope como esa belleza irrefutable que brota sólo en los ojos del que sabe mirar con el corazón.

Lo elemental del amor es amarse, por eso no podían huirse el uno del otro, porque se escabullían por dentro. Con la precisiòn de un cirujano, afilaban su apego hasta limarse el cariño. Por eso se amaban, porque apenas se incumbían, pero se necesitaban para seguir vivos mientras ensimismado yo les observaba desde aquel inhóspito andén que ahora, sin explicación aparente, olía a flores frescas. Fui testigo del milagro y ellos nunca lo sabrán, apenas sí les importara saberlo...

Existe el amor, ese que no espera a que seas nadie, el que da sentido a todo lo que arrebata tu lògica, como la tristeza más colosal derramada en aquella despedida en la estación... Existe el amor puro y colecciona mariposas tristes, como si no hubiera ya miedos que temerle al destino, como si fuera a estar viva la vida si un día ya sólo quedase uno... Porque eran únicos se amaban.

POMPA DE JABÓN


"Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidarse es difícil para quien tiene corazón".

Gabriel García Márquez


A veces se detona el olvido en lo más recóndito del pensamiento y la mente se nos llena de recuerdo.

Explota cuando menos lo esperas, con violencia en tus adentros deflagrando en mil esquirlas los pilares que te fijan al presente, que te amarran a este hoy. Dulce como la margarita que hilaste a la trenza de aquella niña, triste como sólo el triste su tristeza advierte... El olvido estalla en lo profundo del ánimo ensordeciendo el ahora y lo inunda, lo anega hasta rebosar el horizonte de tu juicio.

Entonces tú, que vuelves a verte frente a ese parque que cada año te encuentra un poco más viejo, reposas la mirada en una nube vagabunda y palpas el abandono del niño que fuiste, su huida sin delicadeza hacia ninguna parte mientras notas que se rompe otro trocito de ti, como si lo hubieras desatendido todos estos años y ahora tarde corrieses ya a atraparlo.

El ascenso infatigable de la vida te obliga a desamparar pedacitos de ti a orillas del futuro, astillas desatendidas de una edad remota que te quiebra los adentros, como si fuese aquella la única vida, la sola cierta y verdadera en nuestra inagotable sed de felicidad. Porque en el fondo todos soñamos con lo mismo... Porque a menudo ya no somos tan distintos, va un recuerdo de gaviotas y te empantana en pleno día mientras contemplas cómo todo ha cambiado para siempre jamás, como si de un frenazo seco volcara el mundo y sus mañanas en un solo amanecer.

Toda la perfección de la vida, su magia encadenada está encerrada en una pompa de jabón, un delicado rebesar de bocas que se amaron... El despertar sin fin que dejó triste al rompeolas. A veces va y revienta el olvido en lo insondable del alma para esparcir de nostalgia su vacío; atrona en lo vasto del ser y nadie escapa a su rugido.

A veces, sólo a veces, un latido en desuso resuena más que un corazón podrido de latir.

CUATRO VIENTOS

"Nadie es más solitario que aquél que nunca ha recibido una carta".

Elías Canetti (1905-1994) Autor búlgaro en lengua alemana.

Las palabras no son sólo meros vocablos, son la voz de lo que somos, de cuanto seremos y, sobre todo, de aquello que nunca fuimos.

Yo nunca fui mayor, siempre me guardé niño a pesar de mi notable estatura. Fui siempre un diminuto cantarín abrazado a su guitarra. Ella, sólo ella fue mi verbo y mi lenguaje, más allá de todo principio, como sólo soñamos los soñadores de imposibles, como si apenas hubiera vida más allá de las canciones que otros oyen por oír. Pero también por ella dista el sur cada vez más del norte... y eso sólo va conmigo, sólo a mi me araña el viento que ya no entiende de horizontes.

Esta si es la carta que nunca tuvo destino, la que nunca rozó tus manos por vestir de melodía. La que grita lo que calla mientras calla cuanto grita. Porque sigues ahí mientras yo ando siempre lejos, porque el mundo nos debe tantas revanchas perdidas... Un clamor contra el olvido del besar de tiempos lentos en mis calles de Conil, siempre mis eternas calles; allá donde aún te me cobijas mientras sigo pregonando este cantar que me envenena. Uno nunca iba a hacerse mayor y ya ves... Las vueltas que nos dio la vida.

Por el presente que olvidó dedicarte sus honores, tu canción por siempre.


"Donde las palabras hacen su madriguera
escribo lo que canto y sobrevivo a mi manera.
Dejé el nido vacío, amor de callejuelas,
lunas a la deriva; mi rumbita ratonera...
Memoria de una duda bordada en el dobladillo
y el tiempo peina canas a los viejos amigos.

Piedras, me fui pisando piedras
en busca de esa frase que nunca llamó a mi puerta
La musa que se oculta detrás del lapicero
solo regala besos cuando tú me echas de menos...
Suenan los cascabeles que anuncian la mañana
y el aire bandolero me despeina la cara.

Náufrago, por vela una canción
Siempre al Sur el horizonte;
Seda, la de tu pañuelo
Por fortuna o desventura eché a volar
y una noche en altamar perdí los zapatitos nuevos.
Niña tú que enciendes mi cantar
de ropita en el balcón,
de zaguán y caramelos...
Tú barquilla entre olas que vienen y van,
yo cometa en altamar luchando con los cuatro vientos.

Qué lejos resuenan guitarras por Sabina,
El Aire de la Calle y su pellizco a mi pasado,
la noche duermevela de mi primer tabláo,
el alma en carne viva cuando me iba de tu lado...
El sueño parte a lomos de un potro desbocado
ahora que por fin siento que no me he equivocado".

A ti mamá