RÁFAGA DIURNA

"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única".

Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

LOS PÁRPADOS DE LA LUNA


"Una palabra es suficiente para hacer o deshacer la fortuna de un hombre".

Sófocles (495AC-406AC). Poeta trágico griego.

Sé del verso, aquel que en la noche ilumina los cielos, el que un día cualquiera me abrirá la puerta a tu vida.

Sé de ese verso y su voz callada, la voz del amor, esa que enreda mi mente sembrando vocablos en busca de ti, de la perfección que encierras cuando peinas el aire al doblar la esquina mientras soy nada, nada en lo más tierno del alma de un mundo pecado... soñado hasta ti.

Sé de un verso que un día te nacerá dentro, florido entre la prisa por marcharte de ti, y te azotará en la llama. Crecerá libre, sin que sepas de mi y te prenderá voraz hasta detonar tras su reguero todo atisbo de temor en tu mirada. Será entonces, sólo entonces cuando entiendas el porqué del corazón, de un instante desbocado en el tropel de mil latidos. Verás desnudo el sol desde los párpados de la luna cuando llegue esta esperanza a ti amor, la que he guardado en mis palabras cada vez que te he pensado, como en los mares veo yo al dios de los mortales cuando en un soplo de viento se encabrita el oleaje.

Llegaré a tu ser sin más, vestido en una frase con la piel que acicala de luz la primavera. No temas, tú sólo deja caer mi sombra en tu oído, hazme feliz mientras cuido tu vida con el mimo del aire. Porque el poder de una palabra frena el giro de los astros... Son tan pocos los que duelen el secreto de la vida.

Sé del verso que derriba las vigas del cielo y lo guardo mientras sigo contemplándote de lejos, tan bella. Porque quiero estar seguro de volcar tu vida a tiempo, justo cuando tarde sea temprano entre nosotros. Sé... Sé de ese verso amor, el que hará caer tus labios de rodillas cuando nos miremos y al fin sepas que era yo quien le detuvo el tiempo a tus horas.

LA ESPERA DEL TIEMPO

"Lo esperado no sucede, es lo inesperado lo que acontece". 

Eurípides de Salamina (485 AC-406 AC) Poeta trágico griego

Nadie supo de ti. Nadie alcanzó a imaginarte como yo lo hice. Nadie en este mundo soñó despierto el sueño de soñarte aquí, a mi lado, mientras discurría el gentío en los aledaños de un abrazo tuyo.

Has de saberlo. Saber que yo sigo aquí, enredando entre tanto tiempo, aguardando un no sé qué que me abra el paso hacia tu vida pasada, aquella que de lejos compartimos, como si acaso fuera ello a ser cierto de nuevo. Y tal vez me hayas ya olvidado allá en los brazos de cualquiera, quizá no sea más que un nombre pronunciado en tu otra boca. Pero te espero. Te espero sin saber por qué lo hago, tratando de olvidar mi lugar en el mundo, porque no quiero aprender del tiempo, de esa pericia del hábito que todos practican no; yo quiero ser el loco que sigue colgado de las nubes mientras cae la tarde, el que retoza travieso en tu recuerdo alado mientras la prisa le devora la vida a la concurrida muchedumbre.

Yo sueño porque sé soñar, porque siempre supe hacerlo de la mano del aire, porque nunca me importó ser alguien así. Porque te necesito aunque tú jamás lo sepas y callarlo no me convierta sino en este pobre tonto en busca de nada que le escribe al tiempo perdido.

Nadie supo de ti. Nadie y yo le di un zarpazo al cielo para volcarte las estrellas... Sólo quería que lo supieras, que uno quiere por encima del universo, tanto a veces como para no revelarlo, para encarcelarlo en el pecho hasta el fin de los días. Se quiere amor... tanto como para no ser en ti algo más que nada.